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José Ortiz y Carlos Lamela, ayer en Torremolinos. SUR
Torremolinos quiere proteger sus edificios 'Lamela'

Torremolinos quiere proteger sus edificios 'Lamela'

El alcalde lanza un guante al estudio del famoso arquitecto, fallecido en 2015, «para continuar el trabajo iniciado hace más de cincuenta años»

Miércoles, 5 de febrero 2020, 00:25

Torremolinos quiere proteger los edificios diseñados por el prestigioso arquitecto Antonio Lamela, fallecido en 2015. El alcalde, José Ortiz, se reunió ayer con Carlos Lamela, hijo del diseñador de la icónica urbanización La Nogalera, para darle a conocer «la situación actual de la ciudad, su regeneración urbana y el desarrollo que estamos acometiendo desde hace tres años», en referencia a la peatonalización del centro y la reciente aprobación del Plan General de Ordenación Urbana: «Queremos seguir colaborando con el estudio Lamela porque significaría continuar el trabajo realizado hace más de cincuenta años». Entre los planes del Ayuntamiento figura seguir los pasos de la Junta de Andalucía, que ha iniciado el procedimiento para inscribir el edificio Melilla 31, situado en Málaga capital, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Esta construcción también pertenece a Lamela, autor entre otras obras de las Torres de Colón y del estadio Santiago Bernabéu en Madrid.

El idilio de Lamela con Torremolinos viene de largo. La Nogalera fue construida sobre un solar de más de 23.000 metros cuadrados como uno de los primeros complejos turísticos y de ocio de la Costa del Sol, un hito arquitectónico que reparte sus apartamentos en seis edificios rodeados de galerías comerciales y terrazas. Antes de la llegada del cemento había casas de campo, acequias y huertos. Por la zona abrieron restaurantes como 'El caballo vasco', 'El Igueldo', 'Estocolmo', 'La rueda' o 'Cosa Nostra', propiedad del actor italiano Massimo Serato. También la crepería 'La vaca sentada', el bar 'Elle et lui' y la 'Librería Internacional' se convirtieron en obligados lugares de peregrinaje para miles de residentes y turistas. El 'King's Club', propiedad del príncipe Alfonso de Hohenlohe y amenizado con dos orquestas y un cuadro flamenco, popularizó los bailes de tarde. Años después abriría 'Mi ranchito', que programaba conciertos en directo.

La Nogalera se convirtió entonces en sinónimo de lujo y aperturismo, un delicioso laboratorio donde testar la importación de negocios que funcionaban desde hacía años en las grandes ciudades europeas pero cuya viabilidad en España, aún bajo el yugo franquista, resultaba una incógnita. El poeta cordobés Pablo García Baena inauguró su tienda de antigüedades en el local número 409. También el escritor y coleccionista húngaro Andrés Laszlo probó suerte con la venta de obras de arte en uno de estos locales. La pastelería belga 'Reine Astrid' y el salón suizo 'Bagatelle', donde por primera vez en la Costa del Sol se ofrecían pastas y té, endulzaban un enclave caracterizado por su exquisita oferta gastronómica. Reinventada desde hace lustros como referente nacional del colectivo LGTBI, La Nogalera concentra ahora decenas de bares de ambiente. En 2015 saldó una de sus grandes cuentas pendientes con la conquista de su propia plaza, que hasta entonces recibía el nombre oficial de Jesús Santos Rein pese a que popularmente siempre ha sido conocida como plaza de La Nogalera. El pleno aprobó el cambio de denominación para acabar con esta desconexión.

Ortiz y Lamela, con un técnico y la concejal Maribel Baeza. SUR

Pero el legado de Lamela en Torremolinos abraza también la urbanización Playamar, que transformó la fisionomía urbana del municipio. En 1962 diseñó el Hotel Meliá Tres Carabelas por un encargo del propio José Meliá. Años más tarde proyectó La Meridiana, también conocida como San Enrique y concebida como conjunto residencial y comercial sobre un gran solar de unos 70.000 metros cuadrados al borde de la antigua N-340. En 2015, Lamela recibió la Medalla de Torremolinos a título póstumo. En aquel acto, Carlos Lamela ya defendió que «aún se está a tiempo de conservar el patrimonio arquitectónico que tenemos y el poso cultural de la arquitectura turística» de la que Torremolinos y la Costa del Sol fueron espacios aventajados a partir de la obra de su padre.

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