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El arquitecto torremolinense José Ojeda Martos fue uno de los tres que optó para conseguir el segundo contrato licitado por el Ayuntamiento, el pasado 31 ... de mayo, con objeto de elaborar el proyecto de rehabilitación de la Casa de María Barrabino, un inmueble del siglo XIX, en el corazón de la ciudad costasoleña, valioso por su factura y por su historia.
Durante el concurso, adjudicado finalmente a Alfonso Valencia el pasado 2 de septiembre, presentó alegaciones, que fueron desestimadas. Aún así, considera que nada hay objetable al proceso. El «problema», a su juicio, es la interpretación del pliego de licitación, al que se ajusta la propuesta mejor valorada, que, entiende: «Tiene en cuenta la funcionalidad, el diseño energético y minimizar costes de ejecución y mantenimiento y no la conservación de valores artísticos o patrimoniales». «No se busca la restauración, si no la rehabilitación funcional», cree.
Sus críticas se basan en aspectos de la propuesta ganadora, que ha conocido durante el periodo de evaluación de ofertas, como la colocación de paneles fotovoltáicos en la cubierta de la casona dieciochesca o el empleo de un aislamiento, conocido como SATE. Éste, apunta, «consiste en forrar toda la casa de corcho y, después, colocar unos revestimientos silicónicos». «Para eso, hay que dejar la pared en 'carne viva', demoler molduras, cornisas y frisos», sostiene, lo que obligaría, posteriormente, a «hacer una imitación» de lo perdido. «En mi propuesta, que cumple con creces también los criterios de eficiencia energética, no hace falta. Yo restauraría», explica.
«Me gustaría, como torremolinense, que se replantearan la propuesta para que la casa conserve la mayor parte de sus elementos, que le dan su estilo, su composición clásica, su simetría, su eclecticismo. Hablo de la carpintería de madera, que es magnífica, de los mosaicos de gres de Nolla, de la pintura de los techos...», deja claro.
Especialmente, está preocupado por una «parte crítica», a su juicio de arquitecto, como es el forjado de la planta primera, es decir, el techo de planta baja, por su gran valor. «La forma correcta de hacerlo, a mi modo de ver, es por arriba, levantando los mosaicos, reforzando la estructura de madera, y, luego, restaurando las pinturas del techo», aclara. «Es mucho más caro que ejecutar desde abajo, pero más respetuoso», aclara.
El quid de la cuestión, defiende Ojeda Martos, es garantizar que la Administración local logre emplear, en tiempo y forma, la subvención con la que cuenta para la intervención en el edificio, 1,4 millones de euros, pero sin renunciar a lo que hace valiosa la casa.
La ayuda está dentro del Programa de Impulso a la Rehabilitación de los Edificios Públicos del Gobierno, destinada a la eficiencia energética y «obliga» a que este proyecto esté recepcionado en 2026. Ante ello, y para conservar el palacete que, considera, tendría que ser protegido como Bien de Interés Cultural, la restauración en sí, en sus palabras, «una labor de cirugía», debería acometerse con unos plazos menos rígidos y una partida adecuada; lo que es lo mismo, no condicionada a los trabajos subvencionales, que tienen un dinero y tiempos concretos.
El Ayuntamiento de Torremolinos defiende todo el procedimiento puesto en marcha y recuerda que José Ojeda Martos, de hecho, fue adjudicatario de la primera licitación, el pasado 29 de enero. La cuantía, con una rebaja del 10%, era de 164.635 euros, de acuerdo «a las condiciones exigidas en los pliegos técnico y administrativo y a lo especificado en su oferta».
Sin embargo, apuntan fuentes municipales, el contratista expresó en reuniones posteriores con personal de la «casa» y, por último, con la concejala del área de Regeneración Urbana, Marina Vázquez, y la propia alcaldesa, Margarita del Cid, que no estaba conforme con los honorarios establecidos, al entender que no tenían en cuenta los trabajos en la estructura y cimentación.
Ojeda consideró que con el dinero de la subvención no se podía acometer una obra integral, como él mismo aclara y apunta el Gobierno local. Aunque defendían el pliego elaborado, finalmente, la Administración local desistió unilateralmente del contrato «para incluir las partidas que, según José Ojeda, debían de cuantificarse». Así, zanjan, «se redacta un nuevo pliego que distingue entre las obras subvencionales (las de eficiencia) y las que no recibirán ayudas (demolición, cimentación y estructura)». En este segundo concurso, Ojeda no logró el contrato.
La relación de este arquitecto con la Casa de María Barrabino es ya de años, como él recuerda; fruto de ello, es el descubrimiento que hizo sobre la autoría del edificio, que atribuye a Gerónimo Cuervo, autor del Teatro Cervantes de Málaga.
En 2017, José Ojeda Martos fue ya contratado por el Ayuntamiento para obras de emergencia en la cubierta de la Casa de María Barrabino, y, en 2022, también por encargo municipal, elaboró el anteproyecto por el que se logró la subvención de 1,4 millones.
El actual Gobierno municipal entiende que estos hechos le brindan una «información privilegiada» de la casa y de la ayuda concedida para su recuperación.
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