Profesionalización y alianzas globales para reinventar el turismo religioso y espiritual

Si alguien puede dar consejos sobre la mejor forma de organizar un viaje a un lugar sagrado son los monjes de la Orden Franciscana; desde hace más de ochocientos años «operan en el sector» como custodios de Tierra Santa. En 1217, comenzaron con su labor de guardianes de esta porción de Oriente, donde se sitúan escenas bíblicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y ahí siguen.

Fray Ángel Cicineli explica que esta encomienda implica fomentar la peregrinación, acompañar al que la realiza, en definitiva, procurar todo lo necesario para ello y obtener ingresos con esta actividad, algo que, históricamente, se ha hecho con la venta de piezas de nácar manufacturadas. «La cuestión económica es fundamental para estos cristianos. Gracias al turismo se mantienen hoteles, los alojamientos de la orden, conocidos como casas novas, restaurantes... son muchos puestos de trabajo que, si no fuera por las peregrinaciones, no existirían para esta comunidad», aclara. Ello, unido a la posibilidad del encuentro «para reforzar la fe de unos creyentes que en los santos lugares son minoría», hace que, como recuerda el monje, esta «industria» sea crucial, también para la Iglesia.

Todo está inventado, pero todo cambia en el turismo espiritual que, cada año, mueve 330 millones de personas en el plantea, según la Organización Mundial del Turismo de la ONU, unos 600.000 en España. Su futuro es una de las lineas maestras de Sacrum 2024, el primer Salón Internacional de Patrimonio Sacro, Productos, Servicios y Turismo del Mundo Religioso en el país, que acoge el Palacio de Congresos torremolinense este fin de semana. Un escaparate en el que tiene peso específico la Red Mundial de Destinos de Turismo Religioso y Espiritual, una plataforma que agrupa a distintos actores de este tipo de ocio y que fomenta alianzas para fomentar su crecimiento.

Conocer otra experiencias es clave, por ejemplo, en Guatemala, que comienza a «profesionalizar» este negocio, como explica Estela Rosales. «Siempre se ha venido para ver el Cristo Negro de Esquipulas, por la Semana Santa o para conocer las alfombras de serrín ornamentales, pero hemos comenzado a organizar tour, paquetes de varios días, con distintas opciones, que incluyen misas y que ya logran atraer a grupos de España y del resto de Europa», explica la agente de viajes.

Lo que arranca en suelo guatemalteco está mucho más rodado en República Dominicana, por aquello de que allí comenzó la evangelización del nuevo continente por Colón. Kirsis de los Santos es asesora de una iniciativa del Ministerio de Turismo dominicano, que fomenta la economía naranja, la vinculada al territorio, dice. Se trata de Senderos de la Fe, con quince años ya de rodaje, y que brinda la posibilidad de conocer el paraje de Puerto Plata, donde se celebró la primera misa en América del Sur, el 6 de enero de 1494, sin que haya que renunciar al disfrute de un hotel de alta gama o alojamientos con encanto.

Estas rutas son un equivalente en España al Camino de Santiago. Un destino que ya ha comenzado a abrirse al turismo de incentivos, organizado por empresas para su plantilla o colaboradoras, como apunta Serxio Duro. Su agencia está especializada en este recorrido, en especial, en la ruta francesa, ideal para peregrinos que solo tengan una semana.

Y no solo turismo, la religioso y espiritual genera negocio en otros campos, más allá de la imaginería, los bordados o la música, tan vinculadas a las celebraciones; para demostrarlo sirve Sacrum 2024. Como ejemplo, la firma Parasceve, un 'marketplace', ideado por Juan López hace un año, que ya cuenta con dos empleados, y que está especializada en la venta por internet de artículos religiosos, desde recuerdos del santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar a piezas como una casulla de obispo y una mitra, que enviaron hace poco a Nueva York. «Es como Amazon, pero con solo un tipo de producto», deja claro el responsable del comercio on line.

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