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En un folio, pegado con chinchetas en un corcho de la pared, se ve la foto de un hombre y se lee, con exceso en ... los signos de exclamación: «¡¡¡En busca y captura por quebrantamiento de condena!!!». El tipo, mejor dicho, evitar que este agreda a la que fue su compañera, es asunto de Mónica, una de las tres policías locales de Torremolinos que forma parte de la Unidad de Violencia de Género del Cuerpo. Echó a andar el 1 de enero y el equipo ya tiene asignada la seguridad de 39 mujeres.
Se encargan de casos con «un riesgo bajo», que no es tal, puesto que, aclara el jefe, «a mayor 'relajación', peor puede ser lo que ocurra». De hecho, ayer mismo, una de las mujeres que atienden sufrió una agresión, a las 8.30 horas, en la parada del bus. Acaba de pasar a ser una víctima con riesgo alto. Cada una de las víctimas tiene un Plan Personalizado de Seguridad que consta en el Sistema VioGén, ideado para luchar contra el maltrato. Es un protocolo, centralizado en el Ministerio del Interior, destinado al seguimiento y protección de las víctimas de violencia de género y de sus hijos e hijas en cualquier parte de España. «Nos pueden escribir o llamar al móvil, en cualquier momento, para avisarnos de que lo han visto merodeando por la casa», explica Mónica, con experiencia policial desde 2005.
«Cada una de ellas tiene nuestro teléfono, cada uno llevamos un corporativo, con el que tenemos comunicación constante, les acompañamos a los juicios y también para otras cuestiones, como acudir a algún servicio de las administraciones, además de las tareas puramente policiales», explica Enrique, el oficial al mando. Como su compañera, también es veterano, lleva en la Policía Local desde 1998. Al tercer componente, José Carlos, tampoco le faltan tablas, la primera vez que se puso el uniforme fue en 1999. «Tenemos que bajar un poco la testosterona, somos una mezcla de guardaespaldas y psicólogos», ejemplifica. Eso sí, la labor se asemeja mucho al trabajo «de calle», en el que los tres tienen currículo: tienen que estar «fuertes» y van armados, en cualquier momento, pueden tener un contacto físico. La única diferencia es el coche camuflado, la ropa de paisano y un despacho anodino.
Los tres se presentaron voluntarios, a requerimiento de la superioridad, una vez que Alcaldía dio instrucciones claras de que había que crear un grupo para víctimas de violencia de género sin dilación. «Un Ayuntamiento, con una mujer al frente, y que todos los meses organiza concentraciones por las víctimas, tenía que tenerlo», se comenta. De hecho, Torremolinos, era, hasta noviembre de 2023, una de las tres ciudades malagueñas de más de 50.000 habitantes que estaba fuera de VioGén.
En el caso torremolinense, la protección a las mujeres en riesgo, algunas con órdenes de alejamiento dictadas después de cuatro agresiones distintas, se realiza en colaboración con la Policía Nacional, que aporta 5 agentes, con lo que son 8 en total. Con el tiempo, a este grupo le llegarán un centenar de casos, la mitad de los 234 casos activos en Torremolinos, ese es el acuerdo de incorporación a VioGén. ¿Es una cifra elevada? Por desgracia, como argumentan, es una estadística «normal», en Benalmádena, dicen, con una población similar, hay 260. «No es raro y evitar todos los riesgos, imposible», lamentan.
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