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Lorena Cádiz
Torremolinos
Domingo, 24 de septiembre 2023, 00:18
Hoy en el Frankie's Café los clientes del hotel Pez Espada ocupan varias mesas, pero apenas se oye ruido. Unos hablan en un tono calmado, otros consultan el móvil... Nada que ver con aquella noche de 1965, cuando el célebre Frank Sinatra atravesó las ... puertas del bar del hotel, que entonces se llamaba Bar Inglés, para tomarse una copa después de un largo día de rodaje en Málaga.
El listado de celebridades que durante los años 60 y 70 pisaron este hotel es muy largo y brillante, pero ninguno de ellos consiguió que su visita, primera y última al Pez Espada, generara una historia de tal calado que con los años diera nombre al bar. Y eso es lo que pasó con Frank Sinatra.
Por aquellos años empezaba a despuntar en la prensa española lo que hoy se conoce como paparazzi. No imaginaba Sinatra que uno de ellos, lo estaba esperando para, a todas luces, tenderle una trampa. El fotógrafo iba acompañado de una aspirante a actriz llamada Ondina Canibano. La joven se sentó al lado del cantante, le tocó el hombro y cuando éste miró, lo abrazó. En ese momento el fotógrafo disparó el objetivo.
Sinatra se enfadó tanto al sentir que le estaban tendiendo una trampa, que la cámara del paparazzi acabó rota, algo que le costó tener que vérselas con la Guardia Civil, que lo llevó a comisaría y le obligó a pagar una multa de 25.000 pesetas, que en aquella época era una cifra bien alta. Una vez pagada, fue trasladado directamente al aeropuerto, sin que siquiera le dejaran volver al hotel a recoger sus cosas. «No volveré a este país, detesto a estos sucios bastardos fascistas», cuentan que dijo antes de su marcha.
Casi 60 años después de aquella anécdota y en un guiño a su propia historia, ahora el bar del hotel Pez Espada se llama Frankie's Café, y el restaurante que mira de frente al mar, se llama Ondina, por aquella joven actriz.
Aunque el hotel sigue alojando a personalidades y celebrities (hace poco Mario Vaquerizo y las Nancys Rubias hicieron allí la sesión de fotos para su disco), el Pez Espada está ahora lejos de los flashes y de las crónicas rosas, lo que no impide, que más de 60 años después de su inauguración en 1959, siga consiguiendo llenar cada una de sus habitaciones durante todo el verano. Este de 2023 ha sido un verano histórico en lo que a ocupación se refiere, y eso que ahora el hotel ya no cuenta con un solo edificio, sino con tres, que suman un total de 239 habitaciones.
El Pez Espada, aunque ha tenido épocas difíciles, ha conseguido reiventarse y seis décadas después sigue marcando el ritmo turístico en la Costa del Sol. «Aquí no vendemos habitaciones o platos de comida en un restaurante, aquí vendemos experiencias, y las experiencias van en función de las expectativas del cliente. Eso hay que tenerlo claro y tenemos que estar a la altura», asegura la directora del hotel, Cristina Pérez.
«Tenemos capital humano, con una plantilla de trabajadores que lleva toda la vida trabajando aquí y que ha generado un vínculo muy especial con clientes que vuelven año tras año o varias veces al año; Tenemos una historia única y a los clientes que vienen por primera vez tratamos de explicársela, y tenemos una ubicación privilegiada, situados frente al mar y a solo diez minutos en coche del aeropuerto», continúa la directora.
En todos estos años, el hotel, que pertenece a la cadena MedPlaya, ha experimentado varias reformas. La más importante, la construcción de un edificio para junior suites, con habitaciones con jacuzzi, situadas frente al mar y salida directa a la playa. La última de esas reformas fue aprovechando el cierre forzoso por la pandemia, cuando se llevó a cabo una renovación integral de todas las habitaciones, excepto las junior suites, así como del restaurante, y de los salones.
Este verano ha alojado a un público eminentemente nacional, y ahora, con la llegada del otoño la clientela varia, y priman los británicos y los alemanes, además de los huéspedes vinculados al segmento Corporate, en el que lleva tiempo tratando de hacerse hueco este hotel.
Todos ellos pasarán delante de las fotos de Frank Sinatra, Brigitte Bardot o Sean Connery, que cuelgan de las paredes de los pasillos, y pisarán el suelo de formas psicodélicas, que se mantiene como el primer día, para que, a pesar de la modernidad que hoy ofrece el Pez Espada, no se olviden en ningún momento de que este hotel tiene una brillante historia.
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