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José Rodríguez Cámara
Torremolinos
Sábado, 6 de julio 2024, 00:35
Álvaro Ruiz y Maribel Jiménez tenían dos alternativas: hundirse, bloquearse y verlas venir, o hacer algo, sobreponerse. Optaron por la segunda de las opciones y se han convertido en unos tremendos defensores de la donación de médula, de un gesto que le proporciona, al que lo protagoniza, recuerdan, el «superpoder de salvar vidas», de regalar futuro a alguien. En su caso, ese pronombre es, de todo, menos indefinido, se llama Iván, es su hijo, de 9 años. Sufre leucemia linfoblástica tipo B. Durante dos años y cuatro meses, ha estado en tratamiento en el Hospital Materno de Málaga, todo iba bien, hasta hace apenas una semana. «Parecía que habían matado al bicho con la quimio», recuerda su padre.
Pero no, los médicos descubrieron que había sufrido una recaída y vuelta a empezar. «Estas al límite, completamente; tienes tal lío que creo que ya tiras para adelante de forma automática», resume Álvaro, convertido en portavoz de esta familia de Torremolinos, con residencia en la vecina Alhaurín de la Torre. Con este afán, crearon un vídeo para luchar contra el desconocimiento que está asociado, como han podido comprobar, a la donación de médula. Lo que quieren lograr así, con una entrada en sus redes sociales, es que haya más gente que aporte al «banco mundial» donde pueden encontrarse las células madre. «A mayor número de donantes, mayores posibilidades para mi hijo y para cualquiera que lo necesite», recuerda el padre de Iván que, junto a la madre del niño, hacen pedagogía sobre el procedimiento: «Es facilísimo. Solo tienes que ir a un banco de sangre, para tomarte una muestra y, con eso, ya quedas registrado». «Si, verdaderamente, eres compatible con un demandante «se hace el milagro», resume el padre. Iván lo deja claro: «Es un pinchacito de nada».
Y es que, aunque parezca que, al tener acceso a personas de todo el planeta, a través de la Red Española de Donantes de Médula Ósea (Redmo) o los distintos centros de este tipo en España, que están conectados con hospitales de los cinco continentes, en la práctica «no es tan sencillo». «Además, dependiendo del país de procedencia de algunos pacientes, es más complicado, por la menor cultura que hay de este tipo de prácticas o por los recursos sanitarios. Aquí en el hospital se ven casos muy, muy extremos», apunta. «Lo mínimo es que haya una compatibilidad del 80% y, a pesar de ello, puede haber rechazo posteriormente, por eso es crucial que haya distintas posibilidades», argumenta el padre. El procedimiento, eso sí, funciona 24 horas, todos los días del año, una vez que se introducen los datos del paciente, se conecta con todos los registros existentes. En el caso de Iván, si se encontrara un positivo, lo primero que habría que hacer es proceder a un tratamiento preparatorio para, después, mediante la inmunodepresión, entrar en la fase de inducción de la médula que se haya comprobado que tiene posibilidades de éxito. Mientras llega ese momento, tanto Álvaro como Maribel procuran afrontar la situación de una forma «positiva», para hacer que Iván lo lleve de la mejor de la mejor manera posible. «Tenemos que estar unidos, esto es muy duro para un hijo, sobre todo, pero también para sus padres. Mi madre se fue por cáncer, me dolió, pero es ley de vida, pero con un niño no estás preparado y no te queda más remedio que salir adelante por él», confiesa Álvaro.
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