Hace décadas que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Málaga tiene su 'casa' en Benalmádena, en el puerto deportivo. Fue Enrique Bolín, en sus tiempos de alcalde, quien consiguió trasladar este servicio al municipio desde el puerto de Málaga, donde había estado hasta ... ese momento. Pero esa es otra historia. El caso es que la Guardia Civil lleva muchos años controlando todo lo que pasa a lo largo y ancho de la costa malagueña desde Benalmádena. Y entre 2002 y 2024, el teniente Florián Herrera Martínez ha sido una pieza clave en el desempeño de esas funciones, estando al frente del servicio, también como segundo jefe y comandante patrullero.
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Ahora, a sus 61 años recién cumplidos, con 42 años de trayectoria en la Guardia Civil y un sin fin de vivencias a sus espaldas, pasa a la reserva, aunque tiene claro que el mar seguirá siendo eje principal de su vida.
-42 años en la Guardia Civil, se dice pronto...
-Soy guardia civil desde que nací, como quien dice. Vine al mundo en el cuartel de la Guardia Civil de Fiñana, en Almería, porque mi padre también era guardia. Cuando yo tenía doce años falleció y a mi me acogieron en la residencia-colegio para huérfanos de la Guardia Civil Infanta María Teresa de Madrid. A los 19 años ingresé en la guardia civil tras superar las pruebas y hasta hoy.
-¿Continuarán sus hijos la tradición?
-No, tengo dos hijos y siempre les he dicho que hicieran lo que ellos quisieran: Uno es enfermero y otro funcionario, pero tanto ellos como mi mujer se sienten más guardias que yo mismo.
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-Ahora que pasa a la reserva, ¿qué le viene a la mente cuando echa la vista atrás?
-Mis destinos, mi trayectoria... Estuve en Bilbao en los años fastidiados. Era el encargado de organizar los controles antiterroristas en los tiempos en los que había un atentado detrás de otro, todos los días. Al final acabábamos haciendo normal lo que era anormal. Son años que por desgracia se están olvidando, ahora parece que nunca han existido y fueron hace cuatro días.
-Imagino que esos recuerdos no son los mejores...
-Cayeron amigos y compañeros, vi mi vida peligrar en más de una ocasión (se emociona). Pero allí también me casé con una vasca de ocho apellidos vascos (bromea), lo que a su vez me obligaba a llevar una doble vida, prácticamente te tenías que esconder, que no supieran a lo que te dedicabas, tender el uniforme dentro de casa... Era difícil de asumir. Allí estuvimos algún tiempo, pero antes de tener a mi primer hijo nos fuimos.
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-¿Qué otros destinos vinieron después?
-Primero estuve en Sacedón, en Guadalajara, de allí pasé a Muela de los Caballeros, un pueblo perdido de la mano de Dios, pegado a la sierra, donde Félix Rodríguez de la Fuente filmaba a los lobos. Más tarde estuve en Benavente, en Tráfico, y de allí volví a ascender, e hice el curso de la unidad marítima, a la que estoy adscrito desde que se puso en marcha.
-Cambió el interior por la Costa.
-Soy de Almería, a mi el mar siempre me ha atraído. A mi padre también le gustaba mucho, incluso tuvo un barco cuando estuvo destinado en Roquetas. Pero vaya, que me destinaron a Huelva y estando allí estalló el conflicto de los Balcanes y me fui a Bosnia. Estuve ocho meses destinado en Mostar.
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-¿Cómo fueron esos meses?
-Aquello era un país destrozado por la guerra. No nos quitaron de en medio de milagro. De allí volví ya como oficial y destinado a Málaga. Tenía 36 años y desde entonces no me he movido de aquí.
-¿Cuáles son las funciones del Servicio Marítimo?
-Atender todos los problemas que puede haber en el mar: Inmigración, narcotráfico y el propio control de las embarcaciones. Estamos pegados al estrecho y esta es una zona caliente, de mucho trabajo.
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-¿Cómo han cambiado esos problemas en los más de 20 años que lleva en el servicio?
-En la lucha contra el narcotráfico han cambiado los medios, antes las embarcaciones no eran ni tan grandes ni tan rápidas como ahora. En la inmigración han cambiado las rutas...
-¿Y con las embarcaciones, las motos acuáticas?
-Con los años, el nivel de vida ha subido. Antes era gente más pudiente la que podía tener una embarcación, ahora es raro el que no tiene una moto de agua. Los dueños suelen ser gente joven y es verdad que dan problemas, pero tampoco es para tanto. Son muy llamativas, hacen mucho ruido y la gente se pone en alerta, pero lo cierto es que también ha aumentado el control y la prevención, ahora todas las playas están balizadas.
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-¿Tiene algún momento, bueno o malo, grabado en la mente, que resuma todos estos años en el Servicio Marítimo?
-Lo peor ha sido recoger muertos en el mar, en muchos casos de personas de corta edad, que no son delincuentes, que solo trataban de llegar a nuestro país porque tuvieron la mala suerte de nacer donde habían nacido. Eso no se te olvida nunca. Y lo mejor han sido siempre mis compañeros, que han acabado siendo más que compañeros, amigos o incluso familia. En la Guardia Civil no te sientes nunca solo. Por su puesto, también cuando he conseguido rescatar a alguien en un barco, en casos en los que sabes a ciencia cierta que si tu no hubieras llegado hubiesen muerto. Eso le da sentido a todo.
-Y ahora en la reserva, ¿qué planes tiene?
-Lo que tengo claro es que no me pienso ir lejos del mar. Tengo mi barco y seguiré navegando porque el mar es una droga, nunca te cansas de mirarlo. Y por lo demás, simplemente estoy contento de haber llegado a esta etapa porque eso significa que estoy vivo. Hay muchos compañeros que no lo han conseguido.
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