Ron, el holandés que ha recorrido 2.500 kilómetros en bicicleta para recaudar fondos para los burros de Mijas

A través de su esposa conoció la existencia de un refugio o santuario de burros que existe en Mijas desde hace tiempo, llamado Donkey Dreamland, donde acogen, recuperan y cuidan a estos animales cuando han sido abandonados o maltratados, siempre con el objetivo de buscarles un hogar de adopción donde puedan vivir dignamente.

Ron quería colaborar con ellos, ayudarles con una donación para la cantidad de gastos que soporta el refugio, que únicamente se financia con colaboraciones particulares. Fue entonces cuando se le ocurrió que podía hacer un viaje solidario desde su ciudad natal hasta Mijas en bicicleta, contando su experiencia y recaudando así fondos para Donkey Dreamland.

Más de 2.500 kilómetros de distancia pedaleando, ayudado por dos baterías, que le han permitido recorrer unos 100 kilómetros de distancia diarios, de manera que Ron partió de su ciudad el 10 de agosto y acaba de llegar de Mijas, donde ya se recupera de su largo viaje.

Su iniciativa ha despertado tanto interés que en principio Ron tenía previsto recaudar 2.500 euros a lo largo de su ruta, pero a través de 72 donaciones de las más diversas cantidades ha conseguido llegar a los 4.288 euros, tal y como se puede ver a través de un enlace a la plataforma gofundme, que está disponible en los perfiles sociales de Donkey Dreamland.

Está previsto que el propio Ron, acompañado de familiares y amigos, entregue este jueves a la directora del refugio, Amaya Isert, un cheque con el total de lo recaudado a lo largo de su aventura. Según él mismo ha explicado en la página para los donativos, Donkey Dreamland alberga actualmente 20 burros, aunque este número puede aumentar o disminuir cada día. El objetivo es reubicar a la mayoría de los burros para poder rescatar, cuidar y rehabilitar a más animales.

El trabajo que realizan en este santuario, tanto su dueña, como todo un equipo de voluntarios es amplio y requiere de una gran dedicación. Cuando llegan los burros los evalúan para detectar problemas de salud, incluidos piel, pelo, pezuñas, peso y bienestar psicológico. Esto último es especialmente importante porque muchos burros desconfían de los humanos debido al abandono o al abuso que pueden haber sufrido. Durante su estancia en el refugio, los voluntarios tratan de restaurar su confianza, recuperando su dignidad y facilitando el contacto con los humanos.

El santuario funciona los 7 días de la semana, los 365 días del año y para conseguir financiación son muchas las actividades que organizan, entre ellas yoga con burros o diferentes talleres.