¿Qué tienen en común Fuengirola, Cabo Verde y Costa Rica?

A 3.000 kilómetros de Fuengirola está Cabo Verde. Y a más de 8.000 está Costa Rica. Distintos puntos del mundo que, a pesar de sus múltiples diferencias, tienen también elementos en común, entre ellos, la consecución de ese crecimiento sostebible. Este lunes, los embajadores de ambos países, junto a representantes diplomáticos, políticos y comerciales de otros lugares como la República de Corea, la India, Chauen (Marruecos) o Sanxexo, aquí en España, han expuesto públicamente sus fórmulas de éxito a nivel turístico, en un encuentro organizado por primera vez en Fuengirola, que recibe el nombre de Foro Internacional de Ciudades Abiertas y que pretende ser un punto de encuentro, con carácter anual, en el que «compartir, aprender y debatir a afrontar los nuevos retos en materia turística», explicó la alcaldesa de Fuengirola, Ana Mula, quien apuntó además que este foro está enmarcado en la Feria Internacional de los Países, que comenzará el próximo 1 de mayo.

La Isla de Santo Antão en Cabo Verde es una pequeña población montañosa de unos 60.000 habitantes, que en principio poco o nada tenía que decir en materia turística en un país que basa su modelo en la fórmula de sol y playa y que a día de hoy recibe a un millón de turistas al año, una cantidad considerable teniendo en cuenta que en todo el país viven 500.000 personas.

Hace unos años hasta Santo Antão comenzaron a llegar turistas, sobre todo franceses, alemanes y belgas, interesados en su paisaje de montaña, en sus gentes, su cultura y su gastronomía. La población local empezó a abrirles sus propias casas, a facilitarles alojamiento y comida y se empezó a desarrollar un modelo turístico «muy conectado con la población» con un «impacto mucho más directo» que nada tiene que ver con las grandes cadenas hoteleras (muchas extranjeras) que operan en la zona de costa.

«El turismo de sol y playa vive mucho de los números, y los números en un país pequeño tienen una limitación matemática, social y cultural. Además genera problemas sociales que ya está viviendo España y que empezamos a sentir en Cabo Verde. La llegada masiva de gente crea tensiones en el tejido urbano y tiende a sacar a la gente de su zona, por los precios excesivos», explicó en el foro el embajador de Cabo Verde en España, Eduardo Jorge Lima, quien expuso ante los asistentes el caso de Santo Antão como una de las fórmulas de éxito en su país.

Por su parte, la embajadora de Costa Rica en España, Adriana Bolaños, echó la vista atrás un siglo para explicar la fórmula de éxito que sustenta el turismo en su país. «Cuando llegó la democracia, se abolió el ejército y todo el gasto militar se invirtió en educación y salud. Con un pueblo educado y sano se empezaron a tomar decisiones para cuidar la naturaleza», explicó y puso como ejemplo lo ocurrido en los años 70 del pasado siglo. «En esos momentos había una tasa de deforestación muy alta, que empezó a revertirse con políticas públicas como el pago por servicios medioambientales, en las que emitíamos bonos de carbono y los vendíamos en el mercado internacional. Lo que recogíamos con eso se lo pagábamos a propietarios privados de bosque para que pararan de deforestar y empezaran a reforestar. Hoy tenemos un 60% del área boscosa y un 30% del territorio está protegido». Y con la base de «un pueblo sano que cree en la sostenibilidad» se puso en marcha un «turismo sostenible».

«En Costa Rica no apostamos por un turismo masivo, no somos un país barato y buscamos un turista que aprecie los aspectos que ofrecemos», aseguró la embajadora, quien cifró en una media de quince días el tiempo que permanece un viajero en su territorio, normalmente porque optan por hacer un recorrido completo por el país.