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Si conocieran su intrahistoria, podrían catalogarlo de 'milagro', porque tras un sinfín de obstáculos, discrepancias, y en general, de dificultades, esta obra faraónica logró al ... fin su cometido: situar Benalmádena en el mapa internacional y convertirse en la verdadera joya de la corona de la Costa del Sol. Justo ayer, 12 de noviembre de 1972, se cumplieron 50 años de la firma del inicio de las obras del Puerto Deportivo de Benalmádena, Puerto Marina para muchos, aunque su nombre oficial (aprobado en el pleno municipal en 1981) sea el primero. Sin embargo, hubo que esperar hasta el 9 de octubre de 1982 para verlo inaugurado. ¿Por qué tanta demora? Como ninguna buena historia está exenta de polémica, nos adentramos en las profundidades del Puerto para descubrirla. Muchas aguas turbias, pero también momentos de calma que lograron dar vida, presente y futuro al proyecto.
Sin duda, la fecha oficial que se toma como punto de partida de esta construcción es la de la firma del inicio de las obras, día en el que estuvieron presentes el alcalde del municipio, Enrique Bolín (comenzó su legislatura con sólo 26 años y fue conocido por impulsar, entre otros proyectos turísticos, la creación del Tívoli) y el primer inversor del proyecto, el empresario sefardí Max Toledano, en nombre de Benalmádena S.A., entidad a la que se le adjudicaron las obras tras presentarse a concurso público. Por desgracia, se unieron tres factores: diferentes confrontaciones políticas, un lento desarrollo del proyecto y dificultades económicas para seguir adelante.
'Diferencias' con el entonces gobernador civil de Málaga, Antonio Gómez, llevaron a la rescisión de Bolín como alcalde y a su sustitución por Juan García-Soto, hasta 1979. Durante su mandato rescindió el contrato con Benalmádena S.A., quedando las obras detenidas durante más de cuatro años (desde 1974 hasta 1978). Sea quizá por los elevados costes de la operación o por el complicado clima de España en un período marcado por la muerte del dictador Francisco Franco, los cambios políticos y el inicio de la Transición, lo cierto es que, aun saliendo a concurso público, los inversores se resistían a tomar las riendas del Puerto.
Entonces apareció, por mediación de Toledano, Edmundo Alfaro (investigado posteriormente por supuestas estafas y falsedad documental). Al frente de la empresa CEMESA, entró en la financiación del proyecto y le impuso el nombre de Puerto Príncipe (con el aval de la Casa Real). Pero siguieron los dramas financieros en la operación. En 1981 se embargaron los bienes de CEMESA por orden judicial tras una denuncia por incumplimiento de contrato de su propio inversor, el grupo financiero holandés Hilders Group. Tras muchas negociaciones y a través de su filial Frifor y su 'cabecilla' el empleado americano del Banco Mundial, Mark Farber, todo comenzó a ver finalmente la luz.
El proyecto comenzó a marchar viento en popa entonces, con Eduardo Oria como arquitecto y Jaime Dionis como ingeniero encargado del proyecto. La ilusión y la expectativa para ver el resultado no dejaron de crecer, ni siquiera en la época en la que sufrió tantos cambios en sus concesiones.
De hecho, en la etapa en la que CEMESA estuvo al frente, gracias a los sorprendentes contactos de Alfaro, se le dio a Benalmádena y al Puerto una publicidad internacional estratosférica, colocando el nombre de la localidad en grandes ferias, las portadas de revistas como Vogue y eventos de todo el mundo como un gran 'centro de inversión y remanso de paz', ideal para la apuesta extranjera. Aunque muchos no lo reconozcan, había dos corrientes de opiniones conviviendo en aquel entonces: una que apoyaba la idea por su novedad y la necesidad creciente del municipio por hacerse un nombre a nivel nacional e internacional, y otra que lo afrontaba con escepticismo, dadas las pocas referencias de obras de esta magnitud.
A pesar de todas las adversidades, llegó el día de la inauguración del Puerto Deportivo, el 9 de octubre de 1982, ya con Bolín de nuevo como alcalde del municipio y con Rafael Escuredo presente en el acto como presidente de la recién creada Junta de Andalucía. El cura de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Arroyo de la Miel bendijo el Puerto, como entonces marcaba la tradición y Rocío Jurado fue elegida como madrina. Fue un día para la historia, de ambiente festivo en la localidad; la estructura marítimo-náutica ya era una realidad, el Puerto en sí era una realidad; algo que muchos ya consideraban imposible viendo las disputas que no dejaban de acaparar periódicos y telediarios de todo el país.
Eso sí, las obras y construcciones de las viviendas y la zona comercial continuaron durante alrededor de dos décadas más, años en los que Benalmádena siguió acrecentando su fama con la organización de eventos deportivos internacionales (principalmente de vela), concursos de belleza como Miss España, actuaciones, llegada de embarcaciones de personalidades de renombre (famosos, miembros de diferentes casas reales, políticos, actores, empresarios...), fiestas y creación de asociaciones como el Club Náutico o el desaparecido Club de Buceo de Los Delfines, el primero de Andalucía destinado a actividades subacuáticas.
Una auténtica odisea hasta llegar a lo que vemos hoy en día: una obra arquitectónica y un proyecto dignos de elogio y reconocidos ya en todo el mundo; el emblema que necesitaba Benalmádena y por el que tanto clamaba Bolín para dar voz a esta ciudad. Sin duda, el proyecto que cambió nuestra forma de ver y entender Benalmádena.
Fueron largos años de espera, contiendas en los despachos y mucha actividad legal y política, pero también fueron años de intenso trabajo por parte de los encargados del proyecto y de los operarios de la obra: hubo que estudiar y analizar el fondo marino, 'ganarle terreno' al mar, cimentar los espigones, colocar tetrápodos que exigieron 30.000 metros cúbicos de hormigón para su fabricación, millones de toneladas de rocas durante largos días y largas noches. Un sobreesfuerzo que hoy, 50 años después, podemos decir que, pese a todo, mereció la pena para poder disfrutar de la que ha sido dos veces galardonada como la Mejor Marina del mundo.
Toda la historia del Puerto, así como una gran recopilación de fotografías de archivos locales, se han plasmado, con motivo del 50 aniversario, en el libro 'El proyecto que cambió Benalmádena', impulsado por el Ayuntamiento local y redactado por José Manuel Bielsa. Una memoria gráfica que no saldrá a la venta y que sólo podrá consultarse a modo educativo e histórico.
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