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Teuvo Raimo Hakulinen y su esposa Varpu Hakulinen llegaron a España y en concreto a Fuengirola, allá por 1967. Ambos eran finlandeses y en su ... país de origen ella era propietaria de una farmacia y él de un taxi. Un buen día decidieron que era el momento de cambiar sus vidas y se embarcaron en una aventura, que sin duda las cambió. La de ellos y la de otros muchos finlandeses de su generación y de otras posteriores. No en vano ellos fueron quienes comenzaron a levantar el barrio que hoy en día se conoce como Los Pacos y en el que vive buena parte de la comunidad finlandesa que habita en este municipio.
Una comunidad, que por otra parte, es la más extensa que existe fuera de los países nórdicos. Es decir, en ningún lugar del mundo, fuera de los países nórdicos, residen tantos finlandeses como los que viven en Fuengirola. En total, en estos momentos hay 4.843 vecinos de origen finlandés censados en el municipio, lo que los convierte en la comunidad extranjera más numerosa.
La historia de Teuvo y Varpu Hakulinen da para contar muchas pequeñas historias e incluso curiosidades. Una de ellas tiene que ver con el nombre del barrio de Los Pacos. Fueron ellos quienes decidieron el nombre que hoy en día se mantiene en uno de los barrios más cotizados en la ciudad costasoleña. Pero, ¿por qué Los Pacos?
Salvador Canales tiene hoy 74 años. Nació y ha residido toda su vida en Mijas, localidad que limita geográficamente con Fuengirola. En 1971 empezó a trabajar a las órdenes del matrimonio finlandés y fueron ellos mismos quienes le contaron la historia: «Acababan de llegar a Fuengirola cuando decidieron alquilar unos caballos para hacer una ruta. Así recalaron en el establo de Paco, que estaba cerca de la actual plaza de toros de Fuengirola. Fue el propio Paco quien les hizo de guía en esa ruta y quien los llevó a dar un paseo por unos terrenos en los que solo había campo, nada construido. Durante la ruta se toparon con un hombre que sacaba agua de una noria y aquello les pareció de lo más curioso», explica Salvador.
Después de aquella ruta, el matrimonio empezó a tener claro que aquellos terrenos podrían ser una buena opción para invertir, que en definitiva era lo que ellos iban buscando cuando vendieron todo en su país. «Paco, el de los caballos, era herrero, pero también era tratante. En Fuengirola lo conocía todo el mundo, siempre iba con sus caballos de un sitio para otro y mucha gente lo llamaba cuando quería hacer algún tipo de operación, él hacía las veces de intermediario», continúa Salvador Canales.
El caso es que el matrimonio finlandés acabó recurriendo a él para cerrar un acuerdo con el señor de la noria, propietario de los terrenos. Lo cerraron y tomaron mucha confianza con Paco, que les ayudó en muchas de sus gestiones. Tal fue el papel de Paco, que cuando empezaron a construir en lo que hasta entonces había sido campo, llamaron a la urbanización Los Pacos y con ese nombre se quedó.
A partir de aquí la historia empieza a parecerse a la historia general de la Costa del Sol. Aquellos terrenos no eran residenciales en aquel momento, pero el matrimonio habló con las autoridades competentes y consiguieron que les aprobaran su proyecto. Construyeron apartamentos y donde estaba la famosa noria levantaron una piscina. Todos esos apartamentos se los vendían a finlandeses, a los que les ofrecían además un negocio redondo para todas las partes.
Los interesados compraban el apartamento para más tarde llegar a un acuerdo con el matrimonio Hakulinen, que se lo gestionaba. En concreto, los alquilaba por semanas y les daba un porcentaje de beneficios a los propietarios y el resto para ellos.
«En el año 70 estaba trabajando en un rent a car cuando me dijeron que estaban buscando a alguien para traer y llevar a personas. Así fue como empecé a trabajar para ellos. Los finlandeses interesados en comprar o en alquilar se alojaban en el Hotel Bellavista de Torremolinos, íbamos allí a por ellos, los traíamos a la sauna y allí se les daba una charla y se les ofrecía la posibilidad de cerrar un acuerdo», cuenta Salvador, que durante muchos años hizo las veces de chófer y de administrativo para la empresa que levantó el matrimonio.
«Era una especie de chico para todo», explica el mismo, en una empresa que en sus mejores momentos llegó a tener 120 empleados. El sueño de los Hakulinen acabó convirtiéndose en un imperio, ya que por un lado funcionaban alquilando lo ya construido y vendido y por otro seguían construyendo nuevas promociones.
Así estuvieron hasta el año 90. «Pacosol fue lo último que construyeron antes de liquidar la empresa», explica Salvador. A esas alturas, ellos se habían hecho mayores, las normativas ya habían cambiado y además «tuvieron problemas con una agencia de viajes que montaron en su país para traer desde allí a los clientes». Ese negocio no les fue bien y entre unas cosas y otras decidieron que era el momento de retirarse.
Hoy en día lo que ellos construyeron es «solo el diez por ciento de lo que hay construido en Los Pacos». Tras ellos llegaron muchos más promotores, algunos de ellos también finlandeses, que también vendieron a sus compatriotas. De ahí que buena parte de la comunidad finlandesa de Fuengirola resida en esta zona.
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