«Hago un llamamiento de solidaridad a todas las personas...». Así comienza el mensaje que ha hecho público Analía, la hija de Mario Sauco, un vecino de Fuengirola de 65 años que falleció el pasado lunes después de pasar 10 días en coma en la UCI del Hospital Carlos Haya, donde ingresó con una fractura en la base del cráneo tras recibir un puñetazo en medio de la calle. La familia ha iniciado una campaña a través de redes sociales para tratar de localizar al supuesto agresor, del que un testigo tomó una foto borrosa que se ha convertido en la principal pista para la policía en su investigación.
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Los hechos sucedieron sobre las 23.40 horas del pasado día 4 en la calle Víctor de la Serna, a escasos 100 metros del domicilio de la víctima, que residía desde hace casi 20 años –era natural de Argentina– en el barrio fuengiroleño de Los Boliches junto a su esposa y a una de sus hijas. Según le han contado algunos testigos a la familia y también a la policía, el presunto agresor, un hombre de mediana edad y de complexión fuerte que vestía una camiseta de color rojo, venía siguiendo a Mario por la calle e increpándolo, «pero no sabemos el motivo ni qué le decía», explica Analía.
Al parecer, y siempre según esta versión de los hechos, Mario empezó a cruzar la calle por un paso de peatones y, al girarse para ver al individuo, recibió un puñetazo en la cara que le hizo caer desplomado y golpearse nuevamente la cabeza contra el suelo. «El individuo se acercó a mi padre para intentar incorporarlo, pero ya no se levantó más», cuenta su hija, la menor de tres hermanas.
Justo en ese instante, un testigo fotografió con su teléfono móvil al agresor, que reaccionó emprendiendo la huida inmediatamente. Aunque la imagen no es nítida, parece ser que no es alguien conocido en la zona de Los Boliches ni en Fuengirola, donde el mensaje de la familia de Mario Sauco ha corrido como la pólvora sobre todo a través de Facebook. Sospechan que pudiera ser alguien que estuviera de paso, posiblemente un turista. La policía busca imágenes de alguna cámara de seguridad dentro del recorrido que hicieron para tratar de identificarlo.
Analía asegura que su padre estuvo esa noche con un amigo, al que dejó sobre las diez de la noche en un cumpleaños. El sitio donde ambos se separaron está a solo 10 minutos del lugar donde fue agredido, por lo que no saben qué hizo en esa hora y media. La familia se enteró de lo ocurrido a la mañana siguiente, cuando recibió una llamada desde Carlos Haya donde les informaban de que Mario estaba allí ingresado. «Mi padre era un ser bondadoso, con un corazón buenísimo que daba la vida por nosotros y adoraba a sus cuatro nietos. Solo queremos que este individuo dé la cara y no sea un cobarde que huyó sin más, que sepamos por qué ha hecho algo así», concluye Analía.
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