
Minuto de silencio por los tres fallecidos en el Club La Costa World
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Unas doscientas personas, entre empleados y clientes, se han reunido en la calle contigua al recinto donde se registró la tragedia el día de NochebuenaPoco a poco, los empleados del Club la Costa World van llegando a una pequeña calle sin salida. Se trata del único punto desde el que se puede ver la piscina de la segunda fase del resort en su totalidad, un rincón que se ha convertido estos días en un ir y venir de periodistas de varios países. A las doce del mediodía dejan de hablar y miran hacia el sur, en dirección al recinto de baño en el que fallecieron un hombre y dos de sus hijos el pasado 24 de diciembre. El minuto de silencio se hace largo hasta que se rompe de forma espontánea entre aplausos que, una vez terminados, sirven para devolver el lugar a la normalidad: hay que volver al trabajo.
La dirección del Club La Costa World ha convocado este mediodía a sus trabajadores para presentar sus respetos a los fallecidos. Es el fin de tres intensos días en los que, tal y como han informado los trabajadores de la empresa a lo largo de la investigación, han tratado de asistir a la familia de todas las formas posible.
Los empleados del complejo vacacional han sufrido de cerca el impacto del suceso, tanto es así que algunos han requerido atención psicológica (al igual que la familia de los fallecidos y varios clientes que presenciaron lo ocurrido). Durante el minuto de silencio, muchos de ellos no han podido contener la emoción y han expresado su dolor junto a sus compañeros. Antes de que se disolviera la concentración, unos empleados han depositado en el suelo tres ramos de flores, uno por cada miembro de la familia.
Entre los asistentes a la concentración también había clientes del resort, que han acudido al ver el movimiento de los empleados hacia la calle sin salida. Entre ellos estaba Pauline, residente en Londres y también de ascendencia africana, que ha explicado a SUR que ella y su madre (nigeriana como los fallecidos) presenciaron lo sucedido desde ese mismo lugar. «Escuchamos a los gritos e intentamos entrar a la piscina, pero no nos dejaron». Desde el callejón, por encima de la verja perimetral –muy cercana a su apartamento de alquiler– observaron «con angustia» las maniobras de reanimación cardiopulmonar. «Fue muy doloroso, vimos cómo la madre no dejaba de rezar, al igual que mi madre, que es muy religiosa».
A la concentración también ha acudido una familia que ha vivido estos días con un dolor más intenso que el resto. El motivo: son un matrimonio nigeriano residente en Londres con tres hijos, dos de ellos de las mismas edades y género que las víctimas. «El día 25 recibimos decenas de llamadas y mensajes, cuando se empezó a conocer la identidad de los fallecidos todo nuestro entorno pensaba que éramos nosotros». Según ha explicado, aterrizaron en Málaga el mismo día que la familia Diye, y tenían pensado regresar también en el mismo momento. «Tantas coincidencias nos han hecho sentir muy tristes», concluye.
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