Maite Ortigosa, rodeada de libros, en la biblioteca. SUR

Coordinadora de la Red de Bibliotecas de Benalmádena

La Granizada
Maite Ortigosa: «Una biblioteca es la plaza de un pueblo, un lugar donde se convive y pasan cosas»

Esta mente inquieta llegó a Benalmádena casi por casualidad hace más de tres décadas, donde encontró su hogar y el lugar donde desarrollar su carrera profesional

Lorena Cádiz

Benalmádena

Jueves, 22 de agosto 2024, 00:08

Maite Ortigosa Delgado (Loja, Granada, 1969) es una mente inquieta. Llegó a Benalmádena casi por casualidad hace más de tres décadas y allí encontró su hogar y el lugar donde desarrollar su carrera profesional. Diplomada en Biblioteconomía y Documentación, actualmente es la coordinadora de la ... red de bibliotecas del municipio. Firme defensora del acceso público a los libros y al conocimiento en general, ella misma fue una estudiante de beca (de otra forma le hubiera sido imposible formarse). Eso sí, en la aldea de 200 habitantes donde se crió ni había biblioteca, ni había libros, lo que hace que su pasión cobre aún más mérito.

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-¿Qué está leyendo estas vacaciones?

-Yeguas exhaustas, de Bibiana Collado. Es una recomendación del club de lectura de bibliotecarios de España e Iberoamérica en el que estoy. No me dio tiempo a leerlo en su momento y he aprovechado los días de descanso. Es una historia muy actual, una novela muy realista.

-¿Libro electrónico o papel de toda la vida?

-La verdad es que leo en papel por disfrute y relajación. Trabajo siempre delante de una pantalla de ordenador, siempre con documentos virtuales. Necesito tocar papel. Mi mente asocia el disfrute con el papel.

-¿Qué clase de libros recomienda cuando le piden consejo?

-La literatura es muy amplía y muy variada y es difícil la recomendación. Cuando alguien me la pide siempre le pregunto qué ha leído hasta ese momento que que le haya gustado y en base a eso me puedo orientar. En la biblioteca tenemos un listado de lo que más le gusta a la gente, clasificado por estilos y de eso nos nutrimos, de lo que nos trasladan los propios usuarios.

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-De todos los que ha leído hasta ahora, ¿le ha marcado algún libro?

-Juan Salvador Gaviota. Lo leí en mi adolescencia. Entonces yo vivía en una aldea muy pequeña, de 200 habitantes y quería salir de mi pequeño mundo, así que aquel libro me vino como anillo al dedo. Me impactó muchísimo. Yo quería volar y de eso hablaba el libro.

-¿Había biblioteca en su aldea?

-No, no había biblioteca, ni tampoco tenía acceso a los libros. Lo que hacía era releer un libro de lectura del colegio y unos cómics de Mortadelo y Filemón que tenía mi hermano. En mi casa no había libros, mis padres sabían leer, escribir y las cuatro reglas, lo justo, pero sí eran conscientes de lo importante que era para nosotros estar preparados para un futuro mejor.

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-Entonces, ¿cuándo decidió que quería ser bibliotecaria?

-De niña quería ser cantante o maestra, pero fui a hacer el Bachillerato a Loja y allí un primo que ya estaba en la Universidad me lo planteó y me pareció una buena idea, aunque me metí sin saber muy bien ni la carrera que iba a hacer ni el trabajo que iba a tener. Hoy puedo decir que fue una decisión acertada, soy feliz en mi trabajo. He trabajado mucho en bibliotecas públicas y eso es un lujo porque ahí cabe todo: conocimiento, formación, socialización... Es la institución más democrática que existe. Estas haciendo posible que otras personas se acerquen a la información y la cultura.

-¿Qué futuro pronostica para las bibliotecas?

-La biblioteca es una institución que siempre se transforma con la sociedad. Nunca va a desaparecer, no tiene que ver con un formato, somos gestores de información y eso es plenamente necesario. Ahora son sitios más sociales y antes eran más de estudio, silencio, tranquilidad. Ahora tenemos que garantizar que haya un espacio para eso, pero además deben de ser como el salón de una casa, un lugar donde las personas se encuentren y compartan o generen conocimiento, un sitio cómodo donde estar y compartir. Ante la desinformación que estamos sufriendo actualmente, es fundamental una biblioteca para generar una ciudadanía crítica, que además sepa detectar fuentes fidedignas.

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-¿Hay muchos lectores y/o usuarios de la biblioteca en las nuevas generaciones?

-Ese es un debate que siempre está latente. El adolescente se separa siempre de la biblioteca, pero luego vuelve. Las nuevas generaciones leen en nuevos formatos, pero sí que leen. Hay muchas autoras juveniles, clubes de lectura. Es otra manera, otro tipo de lectura, pero sí leen. Lo que detectamos es que no son hábiles en el uso de fuentes de la información, se creen todo, sin saber de dónde viene. Se suponen que deberían de saberlo porque han nacido en la era digital, pero no es así.

-¿Cuál es el truco para conseguir silencio en un espacio por el que pasa cada día tanta cantidad de gente?

-La verdad es que al principio había muchas protestas porque los estudiantes querían silencio absoluto, pero somos una biblioteca pública que presta servicio a todas las edades y usuarios, desde bebés a ancianos y todos tienen que convivir, por eso al final el silencio es relativo. En una biblioteca pasan cosas, es casi la plaza del pueblo, el salón de una casa, por tanto, si el estudiante necesita silencio absoluto hay que tener una sala para garantizarlo, pero también otro espacio donde los demás puedan convivir y un niño pueda hablar o una persona le pueda leer a otra.

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