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Al oficial de la Policía Local de Mijas, Ramón Cádiz, aún no se le olvida una noche de trabajo, hace ya muchos años, cuando unos ... vecinos llamaron a la comisaría advirtiendo de que la alarma de un coche aparcado en su calle no paraba de sonar, con el estruendo correspondiente en mitad del silencio de la madrugada. Los policías se acercaron hasta el lugar y la sorpresa se la llevaron cuando en su interior descubrieron al ladrón robando, sin darse por aludido a pesar del escándalo. Al verlos, eso sí, puso las manos en el volante. Los policías sorprendidos lo arrestaron y a los pocos minutos se enteraron de lo ocurrido: el caco era sordo, necesitaba usar sonotone, y precisamente esa noche se le había olvidado en su casa. La alarma del coche sonaba y sonaba y él no se enteraba.
Es solo una anécdota más de las cientos que ha vivido este policía que acaba de jubilarse después de 37 años en la Policía Local de Mijas. Entró al cuerpo en el año 1987 y desde entonces y hasta este año 2025, que ha llegado el momento de retirarse, ha vivido de todo: experiencias que le han sacado más de una sonrisa y otras duras y difíciles de olvidar.
A lo largo de su trayectoria Ramón ha pasado por diferentes departamentos y los últimos años ha estado en sala, donde se reciben las llamadas de los ciudadanos. Ha pisado mucha calle, pero también ha atendido muchas llamadas, y como él mismo reconoce, ese trabajo también es clave y es importante hacerlo lo mejor posible.
«En la sala puede haber muchos problemas: una persona extranjera que no es capaz de expresarse bien en un idioma que no es el suyo, una llamada que se corta, una persona nerviosa que no puede explicarse. El 60% de la resolución de un caso depende del policía que ha cogido el teléfono y de todos los datos que haya podido recopilar», asegura.
El caso es que Ramón Cádiz, que es licenciado en Historia y tiene ya dos novelas históricas escritas, decidió despedirse de la Policía de Mijas a lo grande y recoger en un libro las llamadas más interesantes, curiosas, duras o rocambolescas que han recibido en ese cuerpo en los años en los que él ha estado en activo. Él ha recordado las ocurridas durante sus turnos y sus compañeros han ayudado aportando las suyas y en total ha recogido 152 llamadas en un libro titulado 'Policía Local de Mijas, dígame'.
Entre las divertidas está la del ladrón y su sonotone y también el caso de un vecino que llamó porque oía gritos de mujer cerca de su vivienda y pensó que se trataba de un caso de violencia de género. Cuando los agentes llegaron a su casa tuvieron que salir a la terraza del vecino para averiguar de donde procedían los gritos. Consiguieron encontrar la vivienda en cuestión y cuando llamaron a la puerta salió un hombre asegurando que su mujer estaba perfectamente. Los policías reclamaron poder ver a la mujer, que al poco salió «con una sonrisa de oreja a oreja y explicando que era su aniversario y estaban celebrando», cuenta el policía, quien asegura que ««como esas hay muchas».
'Corre, corre que se muere' es el título que el escritor le ha dado a uno de los capítulos del libro y en él narra algunas de las experiencias más duras que han vivido en el cuerpo. Entre ellas recuerda la llamada de una señora, que vivía sola en una casa en un diseminado de Mijas, prácticamente en mitad del campo. A la mujer la habían operado de varices y en mitad de la noche empezó a desangrarse. Llamó a la Policía dando algunas indicaciones de donde estaba su casa, pero no era fácil de encontrar. «Los compañeros le pidieron que dejara la puerta abierta de la casa y la luz de fuera encendida porque no sabíamos si íbamos a llegar al tiempo. Salimos corriendo y no dábamos con la casa. En sala seguían hablando con ella, pero cada vez notaban que estaba más débil. Fue una madrugada de vértigo, pero al final conseguimos dar con la casa y llegar a tiempo para salvarla».
'Policía Local, dígame' se presentará el 9 de mayo, a las 18.30 horas en Casa de la Cultura de Las Lagunas. Está autoeditado y se vende a 12 euros, de los que dos euros serán para Cáritas y el resto para cubrir los gastos de impresión.
El Covid dio para mucho. Fueron días muy complicados, pero también dejó grandes anécdotas. Ramón Cádiz dedica un capítulo entero a las llamadas más curiosas que recibieron durante esa época. De entre todas ellas recuerda el aviso de un vecino que llamó porque desde su casa estaba viendo a un hombre chupando los columpios de un parque infantil. El vecino pensaba que su intención era contagiar a los niños de Covid.
Cuando llegaron los policías hasta el parque, efectivamente estaba chupando los columpios, pero no era lo que parecía. «Nos dijo que era pintor y que antes de pintar tenía que comprobar la rugosidad de la madera y que por eso la chupaba». El caso es los agentes hicieron varias llamadas y comprobaron que efectivamente era pintor y tenía el encargo de pintar aquella zona, aunque nunca antes ni después han vuelto a ver a un pintor que tenga que chupar antes de pintar.
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