
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En 1966 los avatares de una ajetreada vida llevaron a Julian Jacobson a buscar refugio en la Costa del Sol. Neoyorquino de nacimiento y periodista ... de profesión, había ejercido tanto en Estados Unidos como en París y había formado parte de las redacciones del New York Times y del Herald Tribune. Parte de su historia ha trascendido a través de los vecinos de Fuengirola que lo conocieron a lo largo del cuarto de siglo que residió en el municipio. Y parte gracias a las entrevistas que en aquellos años le hizo algún medio de comunicación.
Se sabe que a Julian le gustaba demasiado el juego y la buena vida. Que una mala racha lo hizo tener que abandonar Francia y que primero recaló en Mallorca y de allí llegó a Fuengirola. También que consiguió un lote de libros a buen precio y que alquiló un local en la calle España, número 11, donde se puso a vender libros de segunda mano, la inmensa mayoría de ellos en inglés. A mediados de los sesenta aquel negocio era cuánto menos una excentricidad para los vecinos de Fuengirola, poco o nada acostumbrados a negocios de ese tipo.
Javier Martín Molina era un niño cuando Jacobson abrió la Librería Julian o más bien Julian's Books. Entonces tenía nueve años y contemplaba con una mezcla de admiración y asombro el negocio que aquel americano había montado en el local de su padre. No podía imaginar que años más tarde, a la muerte del americano en 1991, sería él quien tomara las riendas de la librería de segunda mano. Para aquel entonces Javier era Licenciado en Geografía e Historia y trabajaba en el registro de la propiedad empalmando contratos precarios, mientras que la librería había ido poco a poco convirtiéndose en un lugar de obligada visita para los amantes de los libros de numerosas procedencias.
«Tuve que dar clases de inglés, recuperé el francés que había estudiado, leyendo libros y escuchando la radio, e incluso me aprendí el alfabeto cirílico ruso para no ir a ciegas cuando vendía un libro», cuenta ahora Javier, que explica con orgullo que su librería vende ejemplares de segunda mano en once idiomas distintos. Lo que no sabe es a cuántos libros da cobijo Julian's Books. Se agolpan apilados por todos los rincones de un local que aparenta ser estrecho por la cantidad de libros que lo llenan. Son miles, varios miles, seguro.
Algunos han llegado hasta allí porque las limpiadoras o los trabajadores de los hoteles de la costa se los encuentran después de que los turistas se hayan ido y saben que Javier siempre los recoge. Otros se los llevan los propios visitantes, que después de estar un tiempo en la zona vuelven a su país, pero no quieren llevar tanto peso. También de donaciones de difuntos. «Hace unos meses recibimos muchas cajas procedentes de un cliente nuestro que había fallecido». Con calma y paciencia en las estanterías de esta librería se pueden encontrar auténticas joyas en casi cualquier idioma y a un precio que casi es simbólico.
La pena es que la Librería Julian dice adiós después de 58 y con ella Fuengirola despide también a un pedazo de su historia. Javier ya tiene 67 años, tiene la salud delicada y lleva meses pasando dificultades para pagar las facturas porque el negocio no es rentable. Aún así, él hubiera seguido tirando si no fuera porque una inspección al local lo puso contra las cuerdas. «Me dijeron que el local no cumple las condiciones y que tengo que hacer una obra que ni puedo financiar, ni quiero hacer a mis 67 años», explica. «Mi vida son los libros, pero no tanto como para que me cuesten la salud».
Este sábado 29 de abril será la última vez que la Librería Julian abra sus puertas al público. De momento Javier asegura que no quiere pensar en cuál va a ser el futuro de todos los libros que colman las estanterías, ni tampoco del local. «Todo esto está siendo doloroso para mi y quiero ir con calma», reconoce.
Desde hace días no para de entrar y salir gente del negocio, algunos en busca de los saldos de última hora y otros simplemente para despedirse de Javier. Clientes de toda la vida, algunos de ellos, hijos o nietos de antiguos clientes de esta librería Todos quieren decir adiós en persona a Javier y de alguna manera honrar la memoria de Julian y de todas las miles de historias que aún encierran las cuatro paredes de este local.
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