Todos los martes, miércoles y jueves se abren las puertas del salón de la escuela de hostelería La Fonda de Benalmádena. Esos tres días se ... sirve a la hora de las comidas un menú con maridaje que han elaborado los alumnos de cocina de la escuela y que sirven los alumnos de sala. Es tal el volumen de reservas que reciben que tuvieron que cambiar el sistema por el que se organizaban. En un primer momento abrían el calendario de reservas de todo el año, pero el mismo día que lo hacían se caía la web de tanta gente entrando a la vez, así que decidieron gestionarlas de dos en dos meses.
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El salón de la escuela tiene cabida para 30 comensales diarios y «el 80 por ciento de la gente que viene es repetidora». «Es nuestro mejor termómetro», reconoce con satisfacción la delegada de Empleo de la Junta de Andalucía, Carmen Sánchez Sierra, quien defiende la calidad de ese menú por los productos utilizados, pero sobre todo por el esfuerzo que hay detrás por parte de los alumnos y de sus profesores. También ayuda el precio: 27 euros por un primero, un segundo y un postre con un maridaje de vinos, la mayoría de la provincia de Málaga o de Andalucía. Y todo eso se remata con el entorno: la escuela de hostelería está ubicada en un precioso edificio en el casco histórico de Benalmádena Pueblo, que fue diseñado por César Manrique.
La Fonda es una escuela pública que depende del Servicio Andaluz de Empleo (SAE), que gestiona once escuelas en toda Andalucía, seis de las cuales son de hostelería (tres de ellas en la provincia de Málaga). Este año cumple tres de décadas de vida formando a profesionales en un sector que precisamente «está muy necesitado» de trabajadores cualificados. Por eso, en cuanto los alumnos terminan su formación «nos los quitan de las manos», dice Miguel Ferrer, jefe de estudios de la escuela benalmadense.
En estos momentos la escuela recibe y forma, a lo largo de un año, a 25 alumnos por cada uno de los dos cursos que imparte. Por un lado, cocina, y por otro, servicios de restaurante. Al terminar el curso los alumnos reciben un certificado de profesionalidad, o lo que es lo mismo una garantía de contar con determinadas competencias y habilidades.
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La formación tanto en cocina como en sala ha evolucionado mucho en estos años y cada vez son más las materias complementarias que cursan los alumnos, que elevan así su nivel profesional. Por ejemplo, todos reciben formación en inglés, en informática, en marketing... así como en otro tipo de materias que puedan resultar de interés en su profesión, como el conocimiento de los vinos o el corte de jamón.
«Tenemos un cien por cien de inserción laboral, quien no encuentra trabajo es por decisión propia, porque quiera seguir estudiando o marcharse al extranjero un tiempo», continúa explicando la delegada. Aún así, desde hace unos años es complicado cubrir las plazas de formación en sala. «En Cocina siempre hay mucha demanda, programas como Masterchef han ayudado mucho, pero en sala hay una crisis de vocación importante», apunta Sánchez., quien dice comprender las dificultades de conciliación laboral y familiar que ofrece una profesión así, pero asegura que los tiempos están cambiando y la mentalidad de los empresarios también. «Son muchos los empresarios de hostelería que ya están ofreciendo una jornada continua, por no hablar del convenio de hostelería de Málaga, que es uno de los mejores de España», asegura.
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En estos momentos el plazo de inscripción para el próximo curso en ambas formaciones está abierto. Hasta ahora uno de los requisitos para poder acceder a una plaza era tener el título de ESO, pero en el caso del curso de sala ese requisito se ha eliminado con la intención de llegar a un mayor número de interesados. «Queremos ofrecer también esta oportunidad a personas que se salieron del sistema educativo, darles la posibilidad de que puedan volver a conectarse», afirma la delegada de Empleo.
Hugo Álvarez Lobato es uno de los alumnos que cursa este año sala en La Fonda. Tiene las ideas claras a pesar de su juventud y su objetivo no es un acceso inmediato al mercado laboral sino una formación integral. Quiere hacer el curso de sala, para después acceder al de Cocina, y rematar con conocimientos de coctelería y vinos. «En el futuro me gustaría abrir mi propio restaurante y quiero estar familiarizado con todo para poder sacarlo adelante», asegura.
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Zaida Alcaide es alumna de Cocina y de momento sus objetivos son más sencillos. «Me apunté porque me gusta mucho cocinar, lo he heredado de mis padres y de mi abuela. Quería aprender por mi misma, no caer en la comida precocinada y hacer cosas sanas y ricas», explica.
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