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Pasó la Nochevieja en la casa de su amiga Ashley, en la urbanización Calypso de Mijas-costa, para ayudarla a cuidar de su hermano pequeño. Al día siguiente, Año Nuevo, visitaron el zoco de Calahonda y regresaron a la casa de Ashley. A las 22.00 horas, Amy Fitzpatrick se despidió de su amiga y se fue andando a su domicilio, situado en la urbanización Riviera del Sol, un recorrido de un par de kilómetros por un camino asfaltado (a excepción de 50 metros de terrizo), aunque poco transitado. Nadie ha vuelto a verla desde entonces. Y ya ha pasado una década.
La menor irlandesa, que entonces tenía 15 años, se esfumó en el trayecto sin dejar rastro alguno. La Guardia Civil, que inspeccionó la ruta que debía haber seguido, no encontró vestigios que evidenciaran un secuestro, como pensaba la madre. Los agentes nunca descartaron esa hipótesis, aunque inicialmente dieron más credibilidad a la teoría de una fuga voluntaria, ya que al parecer Amy quería volver con su padre, que se había quedado en Irlanda tras la ruptura del matrimonio. La joven convivía en Mijas con su hermano, su madre y la nueva pareja de esta, David Mahon.
En estos años, la familia ha impulsado varias campañas y homenajes para que la desaparición de Amy no cayera en el olvido. En 2010, la madre y su compañero sentimental llegaron a ofrecer un millón de euros como recompensa a la persona que aportara una pista clara e inequívoca que condujera al hallazgo de la joven. Al año siguiente, crearon otra campaña bajo el lema ‘Amy’s Day’ que les llevó a recorrer distintos municipios de Málaga los días 1 de cada mes para recordar el caso.
En enero de 2012, la pareja se mudó a Irlanda, donde residía el hijo de Audrey, Dean, que se trasladó allí un año después de la desaparición de su hermana. El destino le reservaba otro duro varapalo a la familia Fitzpatrick. Apenas año y medio después, en mayo de 2013, Dean murió apuñalado en el transcurso de una discusión con su padrastro en Coolock, una barriada al norte de Dublín, cerca del apartamento donde se instaló la familia al regresar a Irlanda. El joven tenía 23 años.
Dave Mahon fue acusado de matar a su hijastro. En el juicio, al que acudió del brazo de Audrey, la madre de Dean y Amy, se declaró inocente y achacó el suceso a un accidente o un posible suicidio, llegando a afirmar que fue el joven quien se clavó el cuchillo. El jurado no lo encontró culpable de asesinato, pero sí de homicidio imprudente. En junio de 2016 fue condenado a siete años de cárcel. Mahon apeló la sentencia, pero su recurso ha sido rechazado.
Al cumplirse el décimo aniversario de la desaparición de Amy, su padre biológico, Cristopher Fitzpatrick ha roto su silencio y ha hecho declaraciones a la prensa inglesa, donde asegura que «Navidad y Año Nuevo nunca volverán a ser lo mismo [...] Nada será igual desde que David Mahon entró en la vida de mis hijos». Cristopher Fitzpatrick suplicó a quien tenga una pista, y que por algún motivo no la haya revelado hasta ahora, que la aporte: «Solo queremos encontrar a Amy. Sabemos dónde está Dean, pero traer a Amy a casa sería genial».
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