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La crisis abierta en Ciudadanos por la renuncia de su portavoz, Antonio Linde, que dejó su acta por sorpresa el 30 de noviembre, retrasará de nuevo el pleno extraordinario sobre el estado de Torremolinos. Esta sesión, que en teoría debe celebrarse una vez al año según el reglamento municipal acordado a comienzos de legislatura, aún no ha sido convocada. El alcalde, José Ortiz (PSOE), incumple así una de sus propias iniciativas, tras no haber organizado el pleno en 2015, 2016 ni 2017, una situación que pretendía voltear este año. En la última junta de portavoces, sin embargo, el viceportavoz de Ciudadanos, Ignacio Rivas, solicitó que la sesión, prevista este mes, se postergara hasta que la formación naranja aclare su horizonte.
La renuncia de Linde obliga a que tome posesión de su acta el siguiente candidato en la lista con que Ciudadanos concurrió a las elecciones municipales en 2015. La número cinco, a quien corresponde, ya ha comunicado en privado que rechazará esta posibilidad, de modo que la lista correrá hasta el número seis, Benjamín Montero. Se da la circunstancia de que Montero se dio de baja como afiliado hace dos años, aunque esto no influye en el procedimiento, ya que cabe la posibilidad de que tome posesión como edil de la formación naranja y luego pida su traslado al grupo no adscrito, al que ya pertenece Juan Machío, expulsado hace dos años del partido presidido por Albert Rivera después de que facilitase el currículum de un familiar para trabajar en una de las empresa municipales.
Hasta que se despeje la incógnita de si Montero aceptará o no formar parte de Ciudadanos, el grupo cuenta con sólo dos concejales: Rivas y Ángeles Vergara, que encabezó la candidatura en 2015. Aunque los fantasmas sobre una posible moción de censura llevan meses despejados por la proximidad de los comicios locales de mayo, la formación naranja ha perdido su condición de llave de gobierno. La dirección provincial tratará estos días de garantizar que Montero no pase a la bancada no adscrita.
La situación retrasará hasta el próximo año el primer debate sobre el estado de Torremolinos, una sesión extraordinaria donde los grupos municipales abordarán los principales problemas de la localidad, aunque la cercanía de las municipales podría acabar convirtiendo el pleno en un debate electoral. Ortiz incidirá en «la transformación que está viviendo el Ayuntamiento y el cambio de espíritu y la modernización de la ciudad», que detallará mediante ejemplos como la peatonalización del centro, la apertura del diálogo con otras administraciones, el final del litigio con Málaga capital, el desbloqueo del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) tras una década de intentos o la democratización interna del Consistorio, donde esta legislatura han vuelto a tener cabida todos los grupos municipales, antes relegados a sedes minúsculas fuera del Ayuntamiento.
Por el contrario, la falta de limpieza y mantenimiento, el mal estado de algunas infraestructuras sanitarias y educativas, la incapacidad de sacar adelante un proyecto para el edificio municipal de la plaza Picasso y el descalabro presupuestario, con solo unas cuentas anuales aprobadas esta legislatura, las de 2017, ocuparán previsiblemente parte del argumentario de la oposición. El propio Ortiz anunció que celebraría el pleno en noviembre, pero lo retrasó hasta diciembre alegando la necesidad de que no coincidiera con la campaña de las elecciones autonómicas. Ahora vuelve a quedarse sin fecha.
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