Desde el primer momento las consecuencias para la Costa del Sol fueron relevantes. Si bien las cifras de viajeros no se vieron especialmente resentidas, sí lo hicieron las de residentes. La gran bajada comenzó en 2013 por el aumento de los costes de vida en España, y se prolongaron por el 'Brexit' hasta 2019, momento en el que se dio un pequeño respiro en este descenso sin frenos durante casi siete años.
Según los datos que hizo públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unas semanas, a 1 de enero de 2020 el número de británicos había crecido en más de 2.000 (rozando los 50.000 en total), lo que confirma un evidente cambio de tendencia que se habría acentuado a final de año. Fuentes como Brexpats in Spain (la principal asociación de ciudadanos de Reino Unido en Andalucía) sostienen que en diciembre de 2020 hubo un «aluvión» de compatriotas que a última hora decidieron que querían seguir en la Unión. Para acogerse a unos requisitos más accesibles solo tenían una condición: aterrizar en España y comenzar la tramitación de la residencia antes del 31 de diciembre.
Aunque esta percepción de Brexpats in Spain deberá ser confirmada en los próximos meses con los datos oficiales del Gobierno, otras administraciones como el Ayuntamiento de Mijas (donde están empadronados el 25 por ciento de los británicos de la provincia) tienen la misma sensación a tenor de los últimos datos obtenidos, de los que se desprende un aumento de casi el 10 por ciento de ciudadanos de ese país.
Tal como sostienen todas estas fuentes, la mayoría de estos británicos ya tenían una segunda residencia en la Costa del Sol, aunque no todos. Algunos han decidido ahora comprar aquí su casa para jubilarse dentro de la zona Schengen, eligiendo la provincia de Málaga como el mejor escenario de todos los posibles.
Hasta aquí, las buenas noticias. Aunque este cambio de tendencia rompe por completo las predicciones de los más pesimistas, aún queda trabajo por delante para consolidar a la Costa del Sol como un destino perfecto para el mundo pos 'Brexit'. Tal como señalan ya las voces más relevantes de la comunidad británica, la principal medida pasa por una posible modificación o ampliación de los visados que extiende España para los ciudadanos de Reino Unido.
Tras hacerse oficial la salida de la Unión este 1 de enero, para venir a España los británicos tienen que pedir un visado como turista que dura un máximo de tres meses, aunque tengan una vivienda en propiedad. Para no incurrir en una situación irregular, pasadas esas doce semanas deben regresar a Reino Unido y esperar otros 180 días para entrar de nuevo en nuestro país. Esto choca frontalmente con aquellos británicos que pasan habitualmente seis meses en cada país huyendo del frío invernal y del excesivo calor del verano. Estas llamadas 'golondrinas' se encuentran ahora con la imposibilidad de permanecer esos 180 días seguidos en su propio domicilio.
Francia y Portugal
Ante esta situación, la portavoz de Brexpats in Spain, Anne Hernández, avisaba hace unos días de que ya hay países como Francia y Portugal que están estudiando ampliar estos visados para que los británicos pasen más tiempo en el extranjero sin necesidad de pedir un permiso de residencia. En el caso del país luso, la competencia por cercanía y precios podría ser un problema para la Costa del Sol. «Muchos ciudadanos de Reino Unido que han mantenido su casa aquí tras el 'Brexit' –o incluso que la hayan comprado ahora– podrían cambiar de opinión, venderlas y cambiar de destino, eso sí, muy a su pesar», puntualiza Hernández.
Aunque el Gobierno central de momento no se ha pronunciado, esta extensión de visado no es tan sencilla. De momento, España tendría que asumir que haya ciudadanos de otros países que vivan aquí durante medio año sin pagar impuestos. A ello habría que analizar qué ocurre con la sanidad pública para aquellos que sí tienen derecho, como las personas jubiladas. En realidad, esta negativa a pedir la residencia oficial en España no es nueva, aunque tras su salida de la Unión Europea sí ha pasado a convertirse en un problema. Ello explicaría, por ejemplo, el aumento de los empadronamientos durante 2020.
Este, a día de hoy, es el principal problema, pero no el único. La población británica residente en la Costa pero sin acceso a la sanidad pública no sabe aún cuándo podrán acceder a la vacuna sin tener que regresar a Reino Unido, una pregunta que de momento ninguna administración ha querido responder.
Mientras estos asuntos forman parte del corto plazo, la comunidad británica en Málaga comienza a preparar una nueva campaña para conseguir que España acceda en un futuro a que se pueda disfrutar las dos nacionalidades, algo que Reino Unido ve con buenos, pero que al Ejecutivo no terminar de gustarle.