Fue a mediados del pasado siglo XX cuando el progreso enterró literalmente parte de la historia de Benalmádena. Las obras de construcción de la carretera ... de la Costa, es decir, la nacional 340 sacaron a la luz, a la altura de Torremuelle, en Benalmádena, una villa romana que hoy se conoce como Villa de Torremuelle o Villa Mauritania. Hasta hoy han llegado las noticias de sus dimensiones y del valor de algunos de los elementos que la componían y que fueron documentados entonces, en paralelo a las obras. Pero poco más.
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«Hace ya muchos años que todas esas estructuras se perdieron, quedando enterradas bajo la propia carretera o destruidas con la ampliación de esta vía y las construcciones aledañas», explica Itziar Merino, arqueóloga municipal y directora del Centro de Exposiciones de Benalmádena.
Por ejemplo, se sabe que en esa villa hubo numerosos edificios, porque se encontraron los restos, «algunos con estructuras muy potentes, con la base formada por sillares». Junto a ellos se hallaron otras estructuras relacionadas con la industria del momento, basada en el aprovechamiento de recursos marinos.
«En 1951, Juan Temboury, delegado entonces de Excavaciones de la ciudad de Málaga y delegado provincial de Bellas Artes habló de una estructura abovedada que quedó colgada junto a la carretera, relacionándola con un depósito de agua, de la que desgraciadamente sólo conservamos las fotografías», explica Merino, quien asegura que ese mismo año, en un terreno entre la carretera y la playa se localizó un mosaico de teselas blancas, negras y rojas, que se fechó en el siglo III d. C. y que debió de ser la decoración de la parte más lujosa de esta villa marítima.
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Ese mosaico es de lo poco que hoy se puede contemplar y disfrutar. «Durante los primeros años tras su descubrimiento, estuvo a la intemperie a unos metros de la propia carretera, hasta que el dueño de los terrenos lo cedió a la Real Academia de las Bellas Artes de San Telmo. En 1957 lo retiraron de la zona, lo restauraron y lo instalaron en el Palacio de los Condes de Buenavista en Málaga; y en la actualidad está en el Museo Provincial», detalla la arqueóloga.
Durante décadas no hubo más noticias de la Villa de Torremuelle hasta que en 2004 se localizaron nuevos restos de la parte industrial. «Se descubrió todo un complejo industrial de salsas y conservas de pescado formada por 19 piletas, alineadas en batería y con un largo total de 50 metros», explica Merino.
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Estas estructuras fueron encontradas junto a la vaguada del arroyo Lagar, que les proporcionaba el agua dulce necesaria para la fábrica de salazones. Todo apunta a que esa zona estuvo en uso durante el siglo I y II d. C. y que contaba «con una pequeña ensenada que debió funcionar como embarcadero y que es posible que estuviera relacionada con el transporte de productos elaborados en la villa, como el garum y otros derivados de la pesca».
En ese momento ya sí se aplicó una «correcta metodología arqueológica» al hallazgo, lo que permitió conocer al detalle las ánforas encontradas, pero sobre todo puso de relieve otro descubrimiento cuando menos curioso: los restos de pescado de la última carga de fabricación que se hizo en esas salazones. Un análisis que permitió elaborar lo que la arqueóloga define como «la receta del garum de Torremuelle». Y es que según el estudio faunístico realizado a esas muestras de pescado, se ha llegado a la conclusión de que los peces usados de manera predominante eran el jurel (53,45%) y la sardina (43,96%), una mínima proporción de congrio (1,72%) y menos de 1% de merluza. «Eso nos indica que la pesca se realizaba de manera no selectiva y que las piletas debieron estar activas durante todo el año».
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Conocedores de esta historia, el Ayuntamiento de Benalmádena ha decidido ahora recuperar y poner en valor esta zona, que durante mucho tiempo estuvo cubierta de maleza y olvidada.
Primero se ha llevado a cabo su limpieza, se ha vallado para garantizar la seguridad en la zona y ahora se ha adjudicado la redacción de un proyecto para su puesta en valor. Todo ello con el objetivo de «restaurar las estructuras romanas, y realizar una serie de recorridos mediante pasarelas en las que el visitante pueda conocer la historia de esta villa romana que ocupó parte de la costa de Benalmádena hace 2000 años».
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