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Miguel Gámez
Domingo, 16 de octubre 2016, 12:41
Lupe González está en tratamiento psicológico desde que su hija Lara falleció, con solo 18 días de vida, el 20 de octubre de 2015, en el Hospital Materno Infantil de Málaga a causa de la tosferina. La pequeña fue incinerada el 22 de octubre, cumpleaños del padre, Antonio García. Ambos llevaban dos años buscando ser padres y habían estado reclamando a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, durante el embarazo, una vacuna contra la tosferina, que nunca llegó. El Ministerio de Sanidad había recomendado a las comunidades autónomas donde no se vacunaba a las embarazadas (entre ellas, Andalucía) que desde junio se les aplicase la vacuna para evitar el riesgo a los bebés. Aunque la Junta anunció que se suministrarían desde enero de 2016, finalmente adelantó la fecha al 30 de noviembre de 2015. «Fue tras la denuncia a la Fiscalía de Málaga cuando, casualmente, aparecieron dosis», explica el abogado del matrimonio mijeño, Rafael Prieto, que les lleva el caso de forma desinteresada. Cinco semanas después de la muerte, ya se aplicaban las vacunas a las embarazadas en Andalucía.
Un año después de aquel trágico día, tras haber recibido una notificación de la Fiscalía de Málaga, que niega que hubiera negligencia, han puesto a la Junta de Andalucía una reclamación patrimonial administrativa por la que piden indemnización de 200.000 euros «por culpa y negligencia derivada de la actuación descuidada de la Junta de Andalucía». Pero Antonio y Lupe no quieren dinero, sino donarlo a la Fundación Vicente Ferrer, de ayuda y apadrinamiento a niños. De hecho, ellos ya han apadrinado a uno, por recomendación de la tía de Antonio, Isabel Martín, que trabaja con él en una carnicería y que fue un apoyo esencial en los momentos tan difíciles que pasó, sin dejar de trabajar, tras el fatal desenlace.
«El dinero no nos va a devolver a nuestra hija. Queremos que la muerte de Lara no quede en el olvido, que siga habiendo vacunas para las embarazadas. Fue un golpe muy duro. Teníamos muchas ganas de ser padres. La tuvimos en nuestra casa durante algunos días», comenta Antonio con la voz entrecortada, mientras Lupe vuelve a emocionarse otra vez. El caso de Lara no fue el primero, pero fue tras la denuncia cuando aparecieron otros a la luz pública. Incluso el Defensor del Paciente se hizo eco de la denuncia ante la Fiscalía de Málaga.
Cuatro días en la UCI
«El viernes 16 llevamos a Lara al Materno, porque dejó de cogerme el pecho», explica Lupe. «Al principio el médico pensó que era una bronquiolitis, pero empeoraba poco y las pulsaciones eran desorbitadas. Le hicieron una prueba por si era tosferina ese mismo viernes, el sábado empeoró, entró en la UCI y hubo que intubarla, y el lunes nos confirmaron que era tosferina. Solo pesaba 2,6 kilos. La tosferina ataca a las vías respiratorias», señala Antonio. Silencio. Resulta muy duro recordar ese momento.
Lara murió el martes al mediodía. Ambos padres aseguran: «El equipo médico se volcó con nuestra hija. Siempre había junto a ella un mínimo de cuatro personas: un pediatra, dos cirujanos y una enfermera».
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