La Playa se llena de ambiente cada miércoles con la fiesta Mamajuana.

Dime por qué chiringuito andas y te diré quién eres

Mucho se ha escrito sobre la zona de fiesta de Los Álamos, pero no tanto sobre quienes acuden allí a pasarlo bien, sin importar el día de la semana ni lo que haya que hacer a la mañana siguiente

isabel bellido

Domingo, 9 de agosto 2015, 23:35

Ya puede ser lunes, martes, miércoles o jueves. En Los Álamos no hace falta que sea fiesta de guardar para encontrarte con trupes de chavalitas que sobre las nueve y media de la noche invaden el Cercanías, apartándose el pelo de sus maqueados y pegajosos, culpa del gloss labios. A sus pies, las bolsas de plástico que desvelan sutilmente los artículos necesarios para llevar a cabo una práctica ya asumida por cualquier joven sin dinero suficiente como para emborracharse a base de copas de bar: el botellón, que también tiene lugar aunque clandestinamente en Los Álamos, ya sea en la playa o en la zona de aparcamientos frente a los chiringuitos. Por la hora y la edad que deben tener ambas tempranas, entrar en el Café del Sol está muy probablemente entre los planes de estas chicas, y no precisamente por ser una discoteca light. Desde la misma puerta del club comienza una imponente cola que abarca incluso las entradas de otros chiringuitos vecinos y que se forma desde horas muy tempranas, especialmente los miércoles, cuando se celebra la fiesta Muac, probablemente la más popular de todas. Como todo en la vida, existe una razón: las chicas que entren antes de las doce y media lo hacen gratis y con una consumición de regalo, aunque bien es cierto que la cola continúa siendo larguísima pasadas las horas. Muy cerca del Café del Sol (O Sol Beach Club) se encuentran Maracas, Kokun y La Playa, los otros tres pesos pesados de las noches estivales torremolinenses. A las puertas de éste último, el avezado relaciones públicas de la noche malagueña Manuel Cuadros vestido con una bonita camisa abrochada hasta casi la nuez defiende su propuesta: la fiesta Mamajuana, que tiene lugar allí cada miércoles y que está enfocada a un público más adulto. Justo al lado, el Kokun espera su hora punta más tardía y a lo lejos los adolescentes dejan paso al target más adulto del Maracas.

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La misma música

Pero a lo largo del paseo marítimo suena la misma música, que no es otra que el reggaeton, los éxitos comerciales y una dosis de electrónica. Sin embargo, tanto de día como de noche, parece haber diferencias entre los asiduos a la playa de Los Álamos. Alejados de los tradicionales espetos y las hamacas de los viejos colchones de flores están estos últimos chiringuitos de la playa de Los Álamos, que atraen también a un público distinto a los señores y señoras de sillita y fiambrera. En Kokun, por ejemplo, abundan las personas «deportistas» de una edad media comprendida «entre los 30 y los 35 años», según David Sánchez, responsable del turno de día. Se trata de gente «que más que alcohol toma bebidas con zumos naturales y que le gusta el culto al cuerpo». «Miran tanto la copa que se toman como la crema que se ponen, les gusta mucho cuidarse», explica Sánchez, que además añade que no suelen invitar a que las chicas entren gratis.

Allí están José María Domínguez, Cristian Mateo y Eduardo Serrano, unos parroquianos de los clubs de Los Álamos desde su fundación. Ellos aseguran no estar obsesionados con su imagen, aunque sí que les reconforta estar en forma. Prefieren Kokun a los demás chiringuitos de la zona porque «tira más a la electrónica y no hay tanto pachangueo», por lo que atrae a gente más adulta, según Serrano. Y eso que admiten que en sus casas suena electrolatino más que cualquier otro estilo de música. Aunque para ellos no hay nada mejor que el pescaíto frito, se han arriesgado a pedir una ensalada allí, con fondo techno. «Estaba leyendo la descripción de una ensalada y estoy intentando imaginar qué me van a traer», confiesa Serrano entre risas. Finalmente, le traen el bol, que lo corona una rosa roja. Les hago una foto. Ellos me piden que les saque otra con su móvil.

Clientela más madura

Otro que se caracteriza por abarcar una clientela más madura es el Maracas, aunque cierto es que allí el arco es más amplio, pues los veinteañeros no dudan en acudir, por ejemplo, a su fiesta de la espuma, que se celebra dos domingos al mes. Allí ponen «música de todo tipo», según su encargado Daniel Marín («house, actual, pachanga de todo») y también tienen toda clase de ofertas, algunas especiales para mujeres. En sus hamacas, los clientes toman el sol por 4,50 euros al día, aunque hay quien puede permitirse pagar 30 por una cama balinesa. El Café del Sol justo al lado tiene precios similares, verbigracia 5 euros la hamaca. Marta Sánchez y sus amigos vienen desde Granada a pasar el día recostados en ellas. Tienen entre 20 y 24 años, compaginan trabajo y estudios desde Bachillerato a superiores y afirman que les gusta «el pachangueo y el reggaeton», justo lo que suele sonar en las noches de ése chiringuito. Aunque nadie se queja del buen ambiente del Sol Beach Club, sí que hay quien advierte la presencia de «mujombres», «vicerversos» o «tronistas», como son llamados aquellos y aquellas que, por su apariencia y actitud, se asemejan a los participantes del polémico programa Mujeres, hombres y viceversa, de Telecinco. Lucía Jiménez, por ejemplo, opina que «en Málaga gusta mucho el postureo» y que «la gente pasa todo el año en el gimnasio para posturearse en verano».

Por eso mismo quizás hay quien prefiere el chiringuito La Playa, que en gran parte gracias a las fiestas de Les Castizos atrae por tradición a un público más alternativo, aunque por Instagram sabemos que el postureo no entiende de géneros musicales ni estilos de vestimenta. Sin ir más lejos, en La Playa también tiran de música comercial, pero quienes acuden allí tanto de día como de noche encuentran factores diferenciadores. «Aquí el ambiente es más normal, hay menos postureo», dice Juan Cortés, un cliente habitual que cree que el tope de edad anda por los treinta, aunque admite que la música allí «es prácticamente la misma» que en los chiringuitos de la competencia. Al final va a ser que el reggaeton es universal y no entiende de músculos o de pobladas barbas recortadas con Daddy Yankee de fondo.

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