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Hubertus Hohenlohe, marca de la casa

Hubertus Hohenlohe, marca de la casa

Hubertus ha vuelto al Marbella Club porque dice que es ahí donde están parte de sus raíces y por la admiración y el cariño que siente hacia la obra de su padre

ROSA VILLACASTÍN

Lunes, 25 de agosto 2014, 01:34

La invitación para asistir al cumpleaños de Simona Gandolfi me la hizo el propio Hubertus Hohenlohe-Fustemberg, su pareja desde hace 20 años, vía correo electrónico. Una fiesta que se celebró en El Patio del mítico Marbella Club, donde al llegar y ver a Gunilla Von Bismarck, Luis Ortiz, Junot, Carmen Cervera, Teño Hohenlohe, Marina Fernández de Córdoba, el duque de Arión, Ignacio Casas, Carmen Lomana, y Beatriz de Orleáns, pensé: ¡Dios!, el tiempo se ha quedado prendido de una época que nos ha dejado recuerdos imborrables y que alguien debería rescatar para llevar al cine y evitar así que la desmemoria de algunos de sus protagonistas borre lo que queda de unos años donde todos y cada uno de los que la vivieron tenían personalidad propia. Tanta que su forma de vida deslumbró a la gente más sofisticada y bohemia de Europa y de América.

Quedan para contarlo algunos descendientes de aquellos personajes, como el propio Hubertus de Hohenlohe, que ha puesto marco a fotos familiares en las que aparecen el Príncipe Alfonso de Hohenlohe sosteniendo en brazos a sus dos hijos pequeños Cristophe, ya desaparecido, y Hubertus, que según me comentó, ha vuelto al Marbella Club porque dice que es ahí donde están parte de sus raíces y por el cariño y la admiración que siente hacia la obra de su padre. Un hombre al que admira profundamente por más que su relación no siempre fuera idílica.

Prueba de esa admiración es la rehabilitación que ha llevado a cabo en 'La Casa del Príncipe', donde vive, y donde Alfonso pasó los últimos años de su vida, así como la que ha hecho en el 'Cortijo de las monjas', en Ronda, donde junto a su madre Ira y Simona, su novia, pasa largas temporadas y donde organiza fiestas a las que solo acuden los amigos más íntimos de la Princesa y su hijo.

Hubertus, que es una mezcla de sus padres pero en versión moderna como le gusta decir, ha heredado de los Hohenlohe-Fustemberg-Agnelli la vena de empresario, de emprendedor, de hombre inquieto al que nada asusta más que el conformismo, que alguien pueda considerarle un pobre niño rico, cuando siempre ha sabido sacarse las castañas del fuego. ¿Cómo?, se estará usted preguntando. Pues siendo como es un esquiador de reconocido prestigio, que ha participado representando a México en varios juegos olímpicos, cantante, compositor, al que le gusta captar con su vieja Leica, (que es el equivalente al Rolls de la fotografía) instantes de una vida que él convierte después en espejos maravillosos, que son los que redecoran su vida.

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