Cómo fomentar el empleo en la España vaciada
¿Es posible que revertir la despoblación de las zonas rurales donde se concentra tan solo el 10% de los españoles? Iniciativas como montar una radio local, una empresa para llevar internet a pequeños municipios, abrir apartamentos rurales, decidir ejercer la medicina en el pueblo, dejar la gran ciudad para vivir en contacto con la naturaleza o fomentar el emprendimiento entre los jóvenes son la verdadera esperanza de esa España aquejada por la despoblación


El 90% de los españoles, es decir más de 42 millones de personas, viven en 1.500 municipios que ocupan solo el 30% del país. El 10% restante, algo más de 4,6 millones de habitantes, se extiende por casi el 70% del territorio con una densidad media de 14 habitantes por kilómetro cuadrado. Este demoledor dato del Instituto Nacional de Estadística (INE) da buena cuenta de que la despoblación rural se ha convertido en un auténtico problema de Estado que cada vez tiene un hueco mayor, por derecho propio, en la agenda pública.
La radiografía de la España vaciada la ejemplican a la perfección Soria y Madrid. La primera es la provincia más afectada por la despoblación rural. Ha sufrido una reducción de su número de habitantes de más del 23% desde el inicio de la democracia, mientras que Madrid ha crecido un 73%. Un contraste que deja claro que la migración a las grandes zonas urbanas es la tendencia predominante en un éxodo constante en busca de mayores oportunidades académicas y laborales. “Vivimos en unas coordenadas, incluso en el mundo rural, que son urbanas. Se da mucha importancia a lo que se hace en la ciudad: el materialismo, el individualismo o la diversidad, mientras que el gusto por lo comunitario, la reputación familiar o el ritmo natural se valora menos. Lo urbano es más atractivo en España y en Japón”, reflexiona Luis Antonio Sáez, director de la Cátedra de Despoblación de la Universidad de Zaragoza, la primera de estas características creada en 2017.
El 80% del país sufre la despoblación rural y casi el 50% está en estado crítico
El 80% del país sufre la despoblación rural y casi el 50% está en estado crítico. En concreto, son 14 las provincias que más sufren los estragos de la España vaciada. Soria, Ávila, Salamanca, Cuenca y Teruel encabezan esta lista, con más de 90% de sus municipios en grave riesgo de extinción. Por comunidades, Castilla y León está entre las más afectadas por la despoblación: casi el 88% de sus municipios tenían en 2018 menos población que en 1998. Tras ella, le siguen Asturias, Extremadura, Aragón, Galicia y Castilla-La Mancha. Un dato más: en lo que llevamos de siglo, según datos del padrón municipal, 5.032 municipios han perdido población, y de ellos, casi 4.000 tienen menos de 1.000 habitantes. Desde 2011, más de 6.500 municipios, el 80%, están perdiendo población. Si nos centramos en los pequeños municipios, las pérdidas afectan al 90% de los menores de 1.000 habitantes, según datos ofrecidos por la Comisión para la Evolución Demográfica en España. “La despoblación es el síntoma de una grave enfermedad que se llama desigualdad. La desigualdad que sufre el mundo rural y de montaña frente a las ciudades. Garantizar la igualdad de oportunidades significa que los derechos de todos los ciudadanos sean iguales en todo el territorio, sin importar el lugar en el que residan", ha asegurado la comisionada Isaura Leal.
La falta de servicios y recursos básicos, tales como sanidad, educación, transporte o acceso a las nuevas tecnologías, son los principales problemas a los que se enfrenta la España vacía, pero muy al contrario, afirma Luis Antonio Sáez, la calidad de vida es mucho mejor que la de los grandes núcleos urbanos. “Hay que dejar los discursos lacrimógenos”, responde categórico. “Vamos a seguir perdiendo población. Vivimos en unas sociedades avanzadas longevas, el mayor número de centenarios está en el interior de España y es lo que toca. Lo que hay que hacer es cambiar radicalmente el paradigma. No es mala la despoblación, lo que tenemos es que reorganizarnos, abrir la mentalidad para que haya una parte de la población que aprenda que ciertas cosas también tienen valor, que no todo es el centro comercial o consumir y que hay otras sociedad en las que, si abres una parte de tu sensibilidad personal, puedes disfrutar, y que cada uno elija si es feliz en el centro comercial, en medio de un bosque o en los dos sitios”.
Pero, ¿cómo se solucionan la despoblación que está vaciando las zonas rurales de España? “Con asfalto y cemento no. Se soluciona con talento y compromiso, con intangibles. Con inteligencia y creatividad. Tener un estadio de fútbol no hace buenos futbolistas sino tener buenos entrenadores. Por supuesto, hay que gastar en asfalto y cemento, pero más aún en ideas y motivación, en generar tejido social”, responde el profesor.
Son esas ideas en forma de emprendimiento la gran esperanza de las zonas rurales, ya sean a título individual o fomentadas por instituciones, empresas y asociaciones. Es el caso, por ejemplo, de la Gira Jóvenes de Coca-Cola, que en esta edición mira a la España rural para fomentar el empleo y la vida en las zonas más despobladas. Bajo el lema Impulsa el Cambio y junto a la empresa de desarrollo rural Alma Natura, jóvenes de entre 16 y 23 años de 15 institutos de Educación Secundaria de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha se beneficiarán de la formación y motivación necesaria para convertirse en impulsores de la transformación rural de su entorno. “Desde Alma Natura llevamos casi 23 años de actividad y la mayor parte de nuestro trabajo ha sido con jóvenes. Es muy curioso porque los jóvenes se quieren quedar en su pueblo, pero, de alguna forma, se ven impulsados a salir de ellos por lo que le dicen sus padres de que para triunfar hay que ir a la ciudad. Ellos quieren romper con ese sistema de creencias de que el éxito no está en el mundo rural. Es una generación muchas ideas que no teme emprender, lo ven como una alternativa y una forma de cambiar el sistema de teletrabajo para quedarse en sus pueblos. Es una generación muy concienciada en el valor del pueblo”, explica Conce Macías, directora de Proyectos de Alma Natural.
Esta entidad también colabora en la Gira Mujeres de Coca-Cola. En sus cuatro años, ha impactado acompañado a más de 10.000 mujeres de municipios de todo el país a empoderarse a nivel personal y profesional y a emprender. “Es un gran revulsivo para que identifiquen qué oportunidades tienen en sus territorios y se les dota de las herramientas necesarias para desarrollar esa idea de negocio con un modelo viable”, cuenta. Cada edición, tres proyectos reciben una mentoría anual y un capital semilla de 3.000 euros para poner en marcha sus negocios. Ana María Lus, con su proyecto ‘Alpacana’ de elaboración de artesanía sostenible con lana de alpacas; Natalia Romero, con ‘Celebra tu árbol’, una plataforma de siembra de árboles; y Margalida Castells, con ‘Souvenir Edicions’, una editorial especializada en libros ilustrados sobre gastronomía para niños, son las ganadoras de la tercera edición.
Como ellas, personas como Virginia LaHoz, médico de familia que tenía muy claro que debía ejercer su profesión en el mundo rural; Santiago Lamora, creador de Rubaguifi para que internet de calidad llegue a cualquier municipio por despoblado y remoto que sea; o Pepe Zurita y Miguel Nocete, fundadores de una cadena de radio en un pequeño pueblo de zamorano, son los verdaderos impulsores del mundo rural. “La visibilización de proyectos inspiradores es muy importante para que mujeres, jóvenes y emprendedores se quieran quedar en los pueblos y estén orgullosos, porque el sentimiento de orgullo es muy importante para que los pueblos permanezcan”, reflexiona Conce Macías.
De hecho, agrega, la primera barrera que hay que derribar para luchar contra la despoblación es la psicosocial. “Se ha desarrollado la idea de que una comunidad rural que es un sitio de recreo para la gente de la ciudad, y en los del pueblo nos lo hemos creído. El mundo del emprendimiento, mujeres y jóvenes comparten esa limitación psicológica de que en el pueblo no se puede triunfar. Ese estereotipo es importante romperlo. Nosotros en un pueblo de 900 habitantes, Arroyo Molinos de León (Huelva), uno de los grandes propósitos, además de fijar la población, es inspirar y hacer ver que se puede cambiar el mundo desde un sitio muy pequeño. Queremos ser precursores de ese movimiento de inspiración, motivación y resilencia de que este modelo funciona e impacta de forma muy positiva en el mundo rural”, afirma Macías.
Otros ejemplos que luchan por revitalizar la España vaciada son iniciativas como Ruraltivity, una plataforma de fomento del autoempleo en el mundo rural que ha puesto en marcha la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR). En su primera edición ya han impulsado 122 proyectos, en su mayoría creados por mujeres de más de 45 años. “Hay gente que quiere volver al pueblo porque las ciudades le resultan incómodas, hay demasiada gente y estrés y prefieren vivir en contacto con la naturaleza, alejados de las prisas y el consumismo. Hay otras personas que buscan empleo, aunque es algo de lo que adolece el medio rural, y también hay quienes buscan un alquiler más barato y una vida más sostenible económicamente”, explica Juan Manuel Polentino, gerente de la Confederación de Centros de Desarrollo Rural (COCEDER). El pasado mes de marzo pusieron en marcha la plataforma Volver al Pueblo, algo así como un Idealista rural donde ofrecen opciones laborales, viviendas, tierras y negocios en zonas afectadas por la despoblación para que aquellos que estén interesados en desarrollar su proyecto de vida en áreas rurales puedan acceder a esa información y tener asesoramiento personalizado en caso de decidirse a “volver al pueblo”. Más de mil familias han mostrado su interés y seis, entre ellas la de María Aparicio, ya han vuelto porque, como decía Miguel Delibes, “la cultura se crea en los pueblos y se destruye en las ciudades”.

VIRGINIA
LAHOZ
Médico de familia rural
La Hoz de la Vieja, Teruel
(85 habitantes en 2018 frente a 139 en 1998, INE)
Confiesa Virginia Lahoz (41 años) que vivió “forzada” durante 25 años en Zaragoza. Ella lo que en realidad quería era volver al pueblo de su padre. Estudió Fisioterapia y Medicina, pero “tenía claro que quería irme al pueblo. Por eso elegí un hospital comarcal para formarme y, desde entonces, sigo aquí”. En 2013 se instaló definitivamente en la pequeña localidad turolense de La Hoz de la Vieja (85 habitantes, según datos del padrón del INE, aunque confiesa que viven unas 50 personas), donde hoy vive junto a su pareja y sus dos hijas de 4 años y 10 meses. Ejerce como médico de familia en Alcorisa, un municipio de 3.276 habitantes que está a 50 km de su pueblo y en cuyo centro de salud cuatro médicos dan cobertura a ocho pueblos de la comarca.
“El primer problema de la medicina rural es que se llena con gente que no quiere estar en zonas rurales”
“El primer problema de la medicina rural es que se llena con gente que no quiere estar en zonas rurales. Y eso, a la hora de la atención, es un problema. Están obcecados en llevar médicos pero no quieren ir no sé si por la distancia o por el tipo de trabajo, porque aquí estamos mucho más expuestos, hay menos compañeros y medios. Hay gente que no quiere estar 45 minutos solo hasta que llegue una UVI”, reflexiona sobre la situación de su profesión en la España más despoblada. Y eso que, agrega, su pueblo goza de buenas comunicaciones con Teruel, Zaragoza y Calamocha.
“Te tiene que gustar, pero la vida en el pueblo es maravillosa”, dice categórica. “El día a día es como cualquier otro. Nuestro hobby es el deporte y eso lo puedes trasladar a cualquier sitio. Aquí lo que tienes es calidad de vida, por ejemplo en algo tan tonto como aparcar. Cuando voy a Zaragoza, me muero. Además, te conoce todo el mundo y hay una convivencia muy estrecha”, narra. Preguntada por la despoblación, defiende que no es nada nuevo. “Ahora está en boga, pero viene de lejos. Mi padre se tuvo que ir del pueblo a finales de los cincuenta porque no tenía oportunidades. Fue en esa época cuando se decidió qué comunidades autónomas salían adelante y cuáles se quedaban paradas, como Teruel”, explica para reclamar la ansiada autovía vital para el desarrollo de la provincia. “El hecho de que haya menos gente no tiene que ser una excusa para darnos un trato discriminatorio y menos medios. Pagamos los mismos impuestos y por eso no tengo que tener menos recursos básicos”, zanja.

SANTIAGO
LAMORA
Creador de Ribaguifi
Villanova, Huesca
(159 habitantes en 2018 frente a 80 en 1998, INE)
“Nuestro pueblo, nuestro internet”. Esta podría ser la mejor definición de Ribaguifi, un proyecto impulsado por Santiago Lamora (32 años) que lleva internet de calidad a las zonas rurales implicando a los vecinos, que son quienes autogestionan y financian esta conexión colectiva. Este joven estudió Ingeniería Informática en Barcelona, vive en Jaca y es de Villanova, un municipio de 159 habitantes del Valle de Benasque. “Cuando volví de la gran ciudad a las montañas vi que el acceso a internet era (y es) terrible: se cortaba, iba despacio y no te podías fiar. Empecé a trabajar remotamente y era muy difícil”, explica. Por eso, decidió darle una perspectiva social a su formación y crear Ribaguifi en 2013. Sos, un pequeño pueblo del Pirineo con medio centenar de habitantes, fue su “primera prueba piloto”. “No había alternativa para internet en aquel entonces. Lo que había era del siglo XX. Así que hicimos la bonita tarea de poner de acuerdo a siete u ocho vecinos, que estuvieron dispuestos a costear la inversión de la infraestructura necesaria para tener internet de calidad”, cuenta. ”Internet es como carreteras y los pueblos, pequeños senderos poco transitables. Lo que hacemos es mejorar esos senderos y convertirlos en carreteras que lleguen hasta la autopista de la información”, ejemplifica.
“Cuando volví de la gran ciudad a las montañas vi que el acceso a internet era (y es) terrible”
Por unos 500 euros por casa se puede acceder a tecnología inalámbrica y entre 1.500 y 2.000 euros cuesta hacer llegar la fibra óptica, la opción más común en localidades con tejido empresarial. Después de Sos, el modelo se extendió, e incluso se implicaron algunos ayuntamientos, a Ramastué (15 habitantes), Eresué (25 habitantes), Villanova y Artieda (73 habitantes), donde incluso se celebró un referéndum vecinal para mejorar la conexión. Ahora están trabajando en Mianos (32 habitantes). “Ahora mismo, en Aragón, no es rentable. No hay suficiente masa crítica”, explica sobre este proyecto. Por eso, su empresa tecnológica también se decida al desarrollo de software y la creación de webs y apps de servicios. “Las principales carencias que hemos visto es que los servicios están descuidados porque se han dejado en manos de empresas privadas, cuyo criterio es la rentabilidad económica. La zona rural siempre es la última porque con un euro de inversión tienes menos rendimiento que en una ciudad. Además, suele haber poca formación técnica. Por eso, además de la infraestructura, nosotros queremos que este proyecto tenga continuidad y lo acompañamos con formación a los vecinos. Hay que empoderar a las personas para que sepan que pueden hacerlo ellos mismos”, asegura.

MARÍA
APARICIO
Educadora social. Quiere montar una pastelería
Infiesto, Principado de Asturias
(2.418 habitantes en 2018 frente a 2.683 habitantes en 2008)
El pasado 25 de agosto María Aparicio, su pareja y su hijo de cinco años dieron un cambio radical a su vida. Ella, educadora social nacida en Alcalá de Henares, y él, pastelero de un pequeño pueblo del Piamonte italiano, habían vivido en el barcelonés barrio de Gracia y los dos últimos años en la Riviera Maya (México), pero decidieron que necesitaban volver a las raíces, a lo local. La respuesta fue Cardes, una aldea junto al municipio asturiano de Infiesto, a donde han llegado gracias a la plataforma Volver al Pueblo de COCEDER.
“Queríamos vivir en un pueblo de una forma más natural y tranquila”
“Queríamos vivir en un pueblo de una forma más natural y tranquila. Buscamos opciones en todo Asturias siempre buscando un lugar con acceso a servicios: pediatra, colegio, farmacia, mercado”, cuenta por teléfono. María está de excendencia y su marido tiene trabajo como pastelero en la zona, pero ya están mirando locales y haciendo un plan de negocio para cumplir su sueño: abrir su propia pastelería. “Estamos súper contentos. Vivimos en una casita unifamiliar con jardín, tenemos vacas, gallinas y cerdos a 10 metros. Es todo muy rural, la verdad”, cuenta entre risas. “Para el niño es genial. Podríamos quedarnos aquí hasta que termine el bachillerato y vivir un largo tiempo”, dice.
Reconoce que lo que más se echa de menos es la oferta cultural y de ocio y que el transporte es uno de los inconvenientes de la vida en el pueblo porque hay que moverse en coche prácticamente para todo aunque, al ser la capital del concejo, su pueblo está bien comunicado con Gijón y Oviedo. A cambio tienen naturaleza en todo su esplendor y en la puerta de casa. “Eso es lo mejor: el aire puro, los animales. Asturias es naturaleza pura”, confiesa. Y el alquiler, claro. “Teníamos un piso en Gracia por el que pagábamos 700 euros en 2017. Ahora es imposible. Cuando volvíamos de México a empezar de cero teníamos claro que el precio de la vida era algo muy importante”, agrega sobre esta nueva vida que le hace sonreír.

MARINA
HERRANZ
Dueña de los apartamentos rurales La Ínsula
Castilnuevo, Guadalajara
(9 habitantes en 2018 frente a 13 habitantes en 2008)
El municipio de Castilnuevo suma tan solo nueve habitantes en el último padrón de población. Aunque, en realidad, normalmente viven allí Marina Herranz (50 años), su marido, que es el alcalde, y su hijo de 25 años. Este pueblo guadalajereño, explica, era “una finca de unos señores” en los que vivían hasta 60 familias dedicadas, principalmente, a la agricultura. “Con la llegada de la maquinaria se fue mucha gente y ahora quedan cuatro agricultores para todo el término. La gente se fue a Molina de Aragón sobre todo”, explica.
“La despoblación es algo que llevamos sufriendo desde hace tiempo, pero si no hay empresas ni trabajo es normal”
Ella compró una de las casas y en 2005 abrió los apartamentos rurales La Ínsula, donde suele vivir con su familia aunque también pasan tiempo en otra casa a dos kilómetros. “Durante el año, solo vivimos nosotros aquí”, relata. ¿Y cómo es la vida? “Muy tranquila. Se levanta uno, hace las faenas, bajo a los apartamentos, voy a Molina a comprar, que está a seis kilómetros...”.
“La despoblación es algo que llevamos sufriendo desde hace tiempo, pero si no hay empresas ni trabajo es normal. Por eso, yo monté los apartamentos porque no había opciones. Hay que dar más ayudas a los pueblos”, reivindica. Cuenta que en verano, otoño y primavera no está mal la ocupación de su alojamiento rural pero que el invierno es mucho peor. ” Es cierto que pasa más gente con la ruta del Cid y se ve algo de movimiento los fines de semana. De ver el pueblo vacío a ver cinco o seis coches… cambia mucho”, confiesa.

PEPE
ZURITA
Cofundador de Radio Samir
Samir de los Caños, Zamora
(180 habitantes en 2018 frente a 208 habitantes en 2008)
Entusiasmo es la mejor palabra que define la iniciativa de Pepe Zurita y Miguel Nocete, dos amigos catalanes de 55 y 70 años, el primero pensionista y el segundo jubilado, que llevan seis años dinamizando el pequeño municipio zaragozano de Samir de los Caños, ubicado en la comarca de Aliste (uno de los territorios más despoblados de la provincia) y cerca de la frontera con Portugal, a través de las ondas de radio. En concreto, de las de Radio Samir (104,7 FM), una cadena que emite programación en noviembre, mayo y durante 24 horas en las fiestas del pueblo de agosto.
“Intentamos dar una nota de aliento para ver si de alguna manera, aunque sea mínima, se puede alentar a la gente a que no se vaya de los pueblos”
La historia de esta radio altruista está ligada a la mujer de Miguel, que es de Samir, y a la amistad de estos dos amigos que han estado ligados profesionalmente a la radio. “En 2014 nos fuimos, montamos una antena e hicimos una emisión de prueba. Fue genial. Tuvo una gran aceptación. Al año siguiente montamos el local en un pajar, convertido en cochera, de un amigo del pueblo, donde hicimos tres ediciones emitiendo en verano. En noviembre y mayo vamos a hacer pruebas y hacer reparaciones. Ahora, por ejemplo, vamos a reparar el repetidor”, cuenta Zurita por teléfono. Afirma que llevan desembolsados más de 8.000 euros y que ya cuentan con un estudio y control nuevo que han instalado en una casa de alquiler. Además, el Ayuntamiento les ha cedido una caseta de bombeo de agua para instalar un repetidor. Por sus micrófonos pasan personalidades de la zona y del mundo de la cultura y, lo más importante, los vecinos de Samir de los Caños están tan implicados en su radio que le están enseñado el oficio. También han creado la asociación cultural Radio Samir, que suma por el momento 20 socios.
“Radio Samir forma parte de Samir y ellos, y a mis oídos ha llegado, están orgullosos”, relata Pepe, quien, además, cree que es un proyecto puede ayudar a dinamizar localidades que sufren la despoblación. “Intentamos dar una nota de aliento para ver si de alguna manera, aunque sea mínima, se puede alentar a la gente a que no se vaya de los pueblos. Cada día se están yendo más abuelos y hay menos juventud y negocios. Nosotros reivindicamos, a través de las ondas, la música y la radio, que la gente esté más en los pueblos comparado con el ruido infernal que sufrimos todos los días en las grandes ciudades. En Samir se está en la gloria. No entiendo por qué la gente se va da allí”, subraya.
Coca-Cola, con los jóvenes del mundo rural
Los menores de 25 años fueron los grandes damnificados de la crisis económica. De hecho, los datos de la EPA del tercer trimestre dejan claro que la tasa de paro juvenil (entre 16 y 24 años) asciende a 525.000 empleados y con una tasa del 31,68%. Con la idea de apoyar a las nuevas generaciones y luchar contra la despoblación, la Gira Jóvenes de Coca-Cola centra su mirada en esta octava edición en los jóvenes de la España rural para que estudiantes de entre 16 y 23 años que estén cursando el primer año de Formación Profesional adquieran las habilidades y la motivación necesaria para convertirse en agentes de cambio en sus municipios. "Nuestro objetivo es que se conviertan en agentes de cambio positivo y contribuyan al desarrollo económico y social de su entorno", en palabras de la directora de Responsabilidad Corporativa de Coca-Cola Iberia, Ana Gascón.
Un total de 15 institutos de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha participarán en esta edición de la Gira Jóvenes Impulsa el Cambio, que se lleva a cabo junto a Alma Natura. Los jóvenes recibirán un itinerario formativo para que identifiquen su talento y con orientación laboral. En una segunda fase, se les inspirará para convertirse en esos agentes de cambio y que desarrollen soluciones y ver si tienen un impacto positivo en sus comunidades. Un total de siete centros pasarán a la última fase, un campus donde seguirán investigando para llevar a la práctica estas ideas de cambio social. Además, la Gira Jóvenes de Coca-Cola Construye tu pasión sigue trabajando, junto a una decena de entidades sociales, en la inserción laboral de chicos y chicas en situación de especial dificultad. Desde que comenzó el proyecto en 2012, 4.646 jóvenes han participado en esta iniciativa de Coca-Cola y desde 2015 se han brindado 677 experiencias laborales y más de 307.500 horas de formación. Según los datos de la marca, el 89% de los participantes ha mejorado su empleabilidad, el 76% ha vuelto a estudiar y un 27% ha encontrado trabajo.