¿Es el pulpo el invertebrado más inteligente?
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Identifican a los empleados de los acuarios, engañan a sus depredadores, construyen refugios y son capaces de resolver problemas prácticos de cierta dificultadSecciones
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Identifican a los empleados de los acuarios, engañan a sus depredadores, construyen refugios y son capaces de resolver problemas prácticos de cierta dificultadmauricio-josé schwarz
Viernes, 26 de noviembre 2021
¿Qué tiene sangre azul, nueve cerebros, ocho brazos, tres corazones, pico, veneno, capacidad de cambiar de color y suele ser un platillo apreciadísimo con aceite de oliva, sal gruesa y pimentón?
Cuando pensamos en la inteligencia, solemos fijarnos en animales parecidos a nosotros, los grandes primates, ampliamente estudiados, como los chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes. Somos conscientes de que existen otros mamíferos con gran inteligencia, como el delfín, y algunos podrían mencionar al elefante, el cerdo, las ardillas y los cuervos. Pero lo que tienen todos estos animales en común es que son vertebrados, es decir, animales con una columna vertebral.
Los invertebrados no suelen considerarse contendientes especiales en el campeonato de inteligencia, y menos aún los moluscos, como el caracol de jardín, las almejas y otros parientes suyos con concha. La excepción son los cefalópodos y, en particular, los coleoideos, es decir, los pulpos, sepias y calamares. Que son los que tienen sangre azul, nueve cerebros, etcétera.
Los mejores representantes de la inteligencia invertebrada son los pulpos, varias de cuyas más de 300 especies presentes en los mares de todo el mundo han sido estudiadas en laboratorios con resultados sorprendentes.
Se dice, aunque es imposible confirmarlo, que si los pulpos se pudieran equiparar a los humanos tendrían un cociente intelectual de 140, que entre los humanos se considera ya un genio o cuasi genio. Algo que no sería fácil imaginar al mirar a los ojos de este ser profundamente distinto de nosotros en tantos aspectos.
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Pero primero es necesario saber a qué nos referimos cuando hablamos de inteligencia. Para los científicos, la inteligencia es una serie de habilidades cognitivas; es decir, el mecanismo mediante el cual la información del entorno se percibe, procesa, transforma, recuerda y reutiliza para tomar decisiones y actuar, generando nuevos comportamientos según la situación en vez de depender de una caja de herramientas limitada.
Y de todo ello dan muestras ampliamente los extraños animales de ocho manos. Un ejemplo: las sepias pueden ahuyentar a los depredadores usando su capacidad de mimetismo para simular dos grandes ojos en su cuerpo y dar la apariencia de ser grandes peces. Es el truco que usan peces, mariposas y orugas con ocelos u ojos falsos. Pero la sepia solo hace esto si el depredador que ha detectado es uno de los que dependen de la vista para encontrar a su presa. Si el depredador es de los que se guía por el olfato, la sepia prefiere huir. Tiene la información de qué depredadores huirán ante su falsa imagen de ojos y cuáles no lo harán.
Los grandes acuarios que albergan pulpos suelen además tener historias de cómo estos animales escapan de sus tanques por la noche e incluso pueden atacar tanques vecinos para alimentarse, dado que la mayoría de los cefalópodos son eficaces depredadores, o bien satisfacer su curiosidad con algún objeto llamativo. En 2009, un pulpo consiguió inundar el acuario del muelle de Santa Mónica en California después de salir de su tanque por la noche y desmontar una válvula de reciclaje de agua, dirigiéndola para lanzar 750 litros de agua de mar al piso del acuario durante 10 horas.
Los pulpos parecen ser conscientes de que están en un lugar determinado, en cautividad -algo que no es probable que se dé en la mayoría de los habitantes de un acuario-, y tienden a escapar buscando volver al mar. Esa conciencia de estar en un lugar determinado se añade a una hazaña realmente importante de la inteligencia: la capacidad de identificar a individuos de otra especie, concretamente de la humana. Y decidir, al parecer -aunque se debe ser cuidadoso con estas interpretaciones-, que alguno en concreto le resulta antipático. En experimentos donde un cuidador les da de comer y otro los importuna con un palo, se ha visto que los pulpos diferencian claramente a ambos aunque traigan uniformes idénticos, y se comportan distinto con ellos.
No fue hasta fines del siglo XX y principios de este cuando algunos científicos empezaron a proponer la idea de que los pulpos desplegaban una inteligencia notable. En noviembre de 2001 los investigadores Jennifer Mather y Roland C. Anderson publicaron algunos estudios en los que observaron las distintas formas de abrir dos tipos de almejas y uno de mejillón. Los estudiosos empezaron a cambiar las condiciones, reforzando con metal o resinas impenetrables algunas conchas. Dicen que los pulpos «estaban adaptando de modo inteligente la técnica de penetración a la especie de almeja que se les presentaba y la situación en que se encontraban». También pudieron determinar que algunos pulpos -no todos- eran capaces de 'jugar' lanzando chorros de agua a una botella de plástico flotante durante un largo lapso de tiempo, como si fuera por diversión.
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Los investigadores también pudieron determinar que los pulpos tienen personalidades diferenciadas, es decir, que reaccionan de manera distinta y coherente ante ciertos estímulos, y pueden mostrar una actitud activa, reactiva o de evitación ante el estímulo. También muestran su inteligencia a utilizar herramientas, haciendo acopio de cocos partidos por la mitad para construirse refugios. Para ello, limpian las mitades con chorros de agua y luego las tienen que abrazar y caminar sobre las puntas de sus tentáculos en un despliegue de habilidad hasta llegar al lugar de construcción.
Quizá el mayor misterio al se enfrentan los investigadores hoy es cómo se desarrolla esa inteligencia en animales que viven de media solo dos años, y qué beneficios les representa la inversión que evolutivamente han hecho en su complejo sistema nervioso.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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