Álvaro Soria (Málaga, 1993) tiene solo 29 años, pero pese a su juventud acumula un currículum tan brillante como apabullante. Ingeniero aeroespacial, trabaja en la Agencia Espacial Europea (ESA), en Múnich. Atiende a SUR para hablar sobre la conquista del espacio.
–A veces sí que me siento así. En los bares no se habla de la exploración del espacio. Lo cual es muy triste. Creo que es algo que a todo el mundo le podría resultar interesante.
–¿Nos asusta lo complejo?
–No creo que sea eso. Quizá el problema está en la comunicación. Hay que aproximar lo relacionado con el espacio al público general.
–¿Vendría bien un nuevo Carl Sagan?
–Desde luego. Neil de Grasse está desempeñando un poco este papel. Está intentando hacer lo mismo que hacía Sagan. Pero el problema principal es que el espacio no sea algo común para el particular. No lo es en España y tampoco en Europa. En Estados Unidos, en cambio, sí lo es. Lo que realmente falta es que el sector sea más grande en el país para que se hable de él. De la misma forma que en la televisión se habla de los bancos o de la bolsa.
–Con 29 años ya trabaja en la Agencia Espacial Europea. ¿Cómo se llega hasta ahí?
–A priori, como a cualquier otro trabajo. Solo que los requisitos cambian. Los estudios normalmente suelen estar relacionados con ingenierías o ciencias. Hay mucho esfuerzo detrás, obviamente. Hablamos de un sector muy competitivo. Y también hay que tener un poco de suerte. Los procesos de selección suelen durar varios meses.
–¿Qué piensa cuando mira a la Luna?
–Pienso que es una pena que la carrera espacial se haya iniciado en el siglo XX solo por razones políticas. Y que luego no se haya continuado por motivos científicos. A la vez, también pienso que estamos en un momento dulce para la exploración lunar.
Recursos
«No se gasta dinero en el espacio, se invierte. Es una inversión que genera beneficio económico para la sociedad»
Capital privado
«Creo que es el paso natural. Es deseable que un sector industrial pase a ser sostenible económicamente»
–¿A cuántos días de viaje se encuentra la Luna?
–A unos tres días. A nivel técnico no es difícil llegar a la Luna. Hay misiones infinitamente más difíciles. Pero es más arriesgado por el afán de llevar a personas, Eso lo vuelve todo más delicado.
–¿El hombre pisará la Luna otra vez?
–Yo creo que sí. Otra cosa es que sea en 2025, como está previsto en la misión Artemisa 3.
–¿Por qué gastar ingentes cantidades en la exploración de otros planetas con los problemas que tenemos aquí?
–La pregunta está mal planteada. No se está gastando dinero, se está invirtiendo. Esa es la gran diferencia. El dinero público que se invierte es como la semilla que germina y genera luego un beneficio económico para la sociedad. Tampoco son ingentes cantidades. La gente, realmente, no sabe lo que es mucho dinero y lo que es poco. No le podemos poner un precio a avances tecnológicos que dentro de diez años, a lo mejor, van a curar enfermedades que ahora son incurables.
–Del gran salto anunciado por Neil Armstrong para la astronáutica tripulada no ha quedado gran cosa. ¿Qué ha pasado en los últimos 50 años?
–¿En qué sentido. ¿A nivel tecnológico, a nivel de sociedad o a nivel de avance? Es que cambia.
–La euforia que había entonces en la sociedad ahora no existe. Eso parece innegable.
–Hay que saber entender el contexto en el que pasan las cosas. La televisión, para empezar, apenas llevaba diez años. Tecnológicamente, ir a la Luna en los años 60 equivale a ir a Marte en nuestra época. Yo estoy seguro de que si hubiese una misión tripulada a Marte todo el mundo estaría frente a la tele. La Luna ya es algo que se superó en 1969. Ir y volver ya no es un reto, sabemos que los podemos hacer. El reto es hacerlo de una forma barata.
–¿Qué papel tiene Europa en la exploración espacial?
–En Europa la exploración espacial se mira con la lupa económica. La idea es hacerla de forma sostenible. Y esa palabra es muy importante en la exploración espacial moderna. Hay que explorar, pero también hay que garantizar que esa inversión, a corto y medio plazo, tenga retorno. Eso provoca, a veces, que la ESA vaya un poco a remolque de lo que haga la NASA.
–¿Y España? ¿Qué lugar ocupa?
–España es un país en el sector aeroespacial, que dentro de los grandes jugadores de Europa, es el más pequeño. Los grandes son Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. No es casualidad que las economías estén relacionadas con el sector aeroespacial. Pero España está ahí...
–¿La guerra entre Rusia e Ucrania está salpicando de alguna manera la exploración espacial?
–Las sanciones que se han impuesto han afectado muchísimo a ambos lados. La misión ExoMars, por ejemplo, que iba a lanzarse este año, se ha cancelado. En concreto, el acuerdo que se tenía con la agencia espacial rusa.
–¿Cómo valora la entrada en la carrera por explorar el espacio de entidades privadas, como SpaceX o Virgin?
–Yo creo que es el paso natural. Al igual que ocurrió con la aviación hace cien años. Es deseable que un sector industrial pase a ser sostenible económicamente en esa sociedad capitalista.
–Vive en Múnich. ¿Tiene asumido que toda su carrera profesional se va a desarrollar en el extranjero?
–A lo mejor peco del hecho de que ya llevo mucho tiempo viviendo fuera. Cuanto más tiempo pasa uno fuera de España, dentro de Europa, menos se siente que se está fuera de casa.
–¿Pero se ve alguna vez de vuelta para trabajar aquí?
–Yo creo que España está empezando a darse cuenta de que hay que moverse para poder participar en el sector espacial. Málaga está dando pasos en la buena dirección para crear un ecosistema relacionado con el sector aeroespacial. Con una masa crítica suficiente para que uno diga que a lo mejor sí que sería posible quedarse aquí si uno no quisiera irse fuera.
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