La juventud se reivindica en carnaval entre barrenderos, malagueñas y cuarteteros

La noche arranca con un romancero infantil que deja con la boca abierta a todos los espectadores. En esta modalidad histórica y recuperada, el pequeño Álvaro Díaz, con apenas ocho años, toma en solitario el escenario para parodiar ser el nieto del Dios Momo. Explica que el año pasado se quedó con ganas de más (fue el pregonero infantil) y dice que su abuelo le ha mandado al carnaval para poner orden en la fiesta. El niño, que desde el primer momento cautiva a todo el teatro, canta que es muy pelota y que por eso su madre le perdona todo lo que hace y cuenta que tiene un vecino muy cara dura porque aparca en zona de minusválido con un papelito fotocopiado. Como no podía ser de otra forma, recibe una atronadora ovación al finalizar.

Personajes mágicos y coloridos que aparecen en la cabeza para ayudar a descansar a quienes no pueden dormir. La comparsa está formada mayoritariamente por voces femeninas y cantan bonito y con sentimiento. Los pasodobles son para hablar de la custodia compartida desde el punto de vista de una madre que ahora es ella la que espera a su hija en la ventana y para recordar todos los tipo de besos que existen, aunque ninguno como el que hay que darle a una madre. «Anda y corre, la besas por Dios antes de que ya sea tarde», cantan.

¡Qué bien se pasa cuando una murga te hace de reír! El grupo del Susi vuelve al concurso con un tipo de barrenderos con muy mala pipa. No disfrutan de ninguna fiesta porque en todas les toca currar y proponen tirar escobas y recogedores después del romero de la Esperanza. Cantan una letra muy crítica contra la concejala Teresa Porras, a la que llaman «rata» y le acusan de solo preocuparse de que esté limpia la calle Larios. Sus cuplés son para hablar de un primo que tienen muy manitas y lo torpe que es su hijo a la hora de sacarse el carné de conducir. «El estribillo es una porquería». Y, sin duda, el más pegadizo de lo que llevamos de concurso, que no es poco.

Los cuarteteros cordobeses forman parte de una operación secreta cuya misión es salvar al mundo del gaditavirus, un virus que convierte en gaditanos a los carnavaleros normales. Para ello, a bordo de una nave espacial, descongelan a dos soldados, uno americano y otro japonés, y traen de la Tierra a un boyscout. Cuplés sobre la muerte de la reina de Inglaterra y para decir que se quieren mudar a un planeta más cercano para ahorrar gastos. La parodia continúa con una visita al laboratorio para conocer cómo está la situación.

La comparsa juvenil ha reivindicado el poder de la juventud con un magistral cuento. Las componentes de la segunda agrupación a concurso en esta modalidad, formada sobre todo por chicas, se presentan como contadoras de cuentos y van relatando todas las historias que han escuchado en sus viajes. de las cosas que han escuchado viajando. La agrupación intercala pasodobles y cuplés y demuestra muchas ganas sobre las tablas. Asegura que no hay mayor premio para ellos que cantar sus acordes. «Los niños ya están aquí de nuevo solo por ti», afirman. El segundo pasodoble es para presumir de valores y de familia. «Es mi religión y por ellos aquí muero yo».

Otra agrupación con mayoría de mujeres que se presentan como lo que son: artistas y malagueñas «por la gracia de Dios y porque así me parió mi madre». Tienen buenas voces y una gran tanda de pasodobles punzantes. Con La Coracha a sus espaldas y apuntadas por varias cámaras, cuentan la historia de una niña que le pide al juez que autorice la custodia compartida porque quiere pasar más tiempo con su padre; en el segundo critican los egos de los carnavaleros punteros, a los que sólo les interesa «fardar de premio» y no ayudan a crecer a las agrupaciones nuevas que le piden consejo y apoyo. En el popurrí relatan lo que es ser artista y dedican una preciosa cuarteta a Marisol, ahora sólo Pepa Flores.

La murga de Rute, que siempre presenta ideas originales en el concurso de Málaga, acude en esta ocasión metida en la piel de turistas ingleses que cantan borrachos desde la terraza de un hotel de Torremolinos. Piden que les acojamos bien o se irán a Portugal, donde valoran más su dinero. Comienzan sus diferentes letras con acento guiri, lo que le da un punto mayor de dificultad a la actuación. En sus cuplés relatan su uso del lenguaje inclusivo, ya que ellos siempre usan la 'ehhhhh' en los bares para llamar al camarero; y cuentan el caso de una amiga muy capillita que tuvo un percance con un stripper.