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Juan José Téllez, en la sede del Centro Andaluz de las Letras.
Juan José Téllez: «Es absurdo que los niños se disfracen en Halloween y no en carnaval»

Juan José Téllez: «Es absurdo que los niños se disfracen en Halloween y no en carnaval»

El poeta y articulista de SUR afirma que no hay tantas diferencias entre el sombrero cordobés, la bata de cola y la máscara de carnaval

Juan Soto

Viernes, 23 de enero 2015, 01:44

Es periodista, poeta, ensayista y director del Centro Andaluz de las Letras (CAL). Pero carnavalero por encima de todas las cosas. «He crecido entre coplas», afirma sin tapujos. Juan José Téllez, que hoy pronunciará la conferencia inaugural del Carnaval de Málaga (20.00 horas en el Museo Picasso, organizado por el Aula de Cultura de SUR), considera que las fiestas en honor de Don Carnal son fundamentales porque «la alegría no es pecado» y defiende las celebraciones de Málaga y Córdoba como las que más rápidamente han crecido.

Usted ha crecido entre carnavales, pero hasta hace relativamente poco tiempo, en Málaga se pensaba que el carnaval no era cultura...

El carnaval existe antes que las conferencias y que muchas modalidades de lo que hoy se considera cultura burguesa. No solo está metida en la masa de la sangre de quienes hemos participado de la fiesta desde niños, sino en la memoria colectiva del Mediterráneo. Sería inexplicable el mundo clásico sin las saturnales; el mundo medieval sin don Carnal y doña Cuaresma; el mundo de la carrera de Indias sin la existencia de la banca genovesa... El carnaval tiene tanto de cultura como pueden tener otro tipo de manifestaciones. El carnaval es literatura oral.

Por lo que veo, usted no se esconde para decir que es carnavalero.

En absoluto. Como tampoco lo hizo nunca por mostrar su gusto por el carnaval Pablo Picasso, o autores que llevan el carnaval a su obra como Fernando Quiñones, o cineastas como Rafael Gilda. El carnaval forma parte de la iconografía plástica, de la tradición novelesca, de la poesía, de la literatura. Es más, entre el cuarteto Don Juan Tenorio y los que fueron al velatorio, del año 1974, y los trabalenguas de Rafael Alberti apenas hay diferencias. Sólo una: que los autores del cuarteto eran prácticamente analfabetos y Alberti no lo era. Lo único que le falta a nuestro carnaval es una gran novela. Es la asignatura que aún tenemos pendiente.

¿Con qué se queda del carnaval?

Con la calle. Con la capacidad de desinhibirse y la voluntad de ser libres durante unos días. Durante un tiempo significaba ser libre respecto a la Iglesia católica o el poder político. Hoy el carnaval nos invita a liberarnos de nosotros mismos y a dejar la máscara de todos los días y coger una más semejante a nuestra personalidad real.

El Carnaval de Málaga cumple 35 años desde su recuperación moderna. ¿Cómo ha sido su evolución?

En cada lugar de Andalucía se ha recuperado de una forma diferente. En Cádiz fue relativamente fácil porque la gente forzó para que volviera antes incluso de la democracia. Algo parecido ocurrió en Isla Cristina, en Huelva, en donde también se consiguió mantener la tradición. En la región ha habido dos casos sorprendentes de recuperación del carnaval y de extensión de la fiesta: Córdoba y de Málaga; en ambos casos muy influidos por las agrupaciones carnavalescas y con el concurso como aliciente fundamental. Pero sigo diciendo que es importante recuperar el carnaval en la calle, que es donde se ha avanzado menos. No hay que llegar al macrobotellón en el que se ha convertido el Carnaval de Cádiz, pero sí le hace falta inmiscuirse un poco más en las calles y llegar a todos los puntos del mapa urbano.

Aquí cuesta disfrazarse. ¿Hace falta que los malagueños pierdan un poco la vergüenza?

A lo mejor tendríamos que cambiarlo para que coincida con Halloween, porque parece que no existe ningún problema para que los niños se disfracen en esa fecha y sí para que lo hagan en carnaval. Me parece absolutamente absurdo, somos capaces de asumir una cultura que viene de Estados Unidos y no nuestra propia memoria festiva, que nos reúne con las saturnales romanas y el mundo griego. A lo mejor no es que no haya ganas de desinhibirse, sino una falta de memoria colectiva. En cualquier caso, eso no sólo tiene que ver con la ganas de disfrazarse, sino que debe venir estimulado por quienes formamos parte del carnaval y por las administraciones que quieran fomentar esta cultura popular. Hay que recordar que, al contrario de lo que se pensaba en otra época, no es pecado la alegría.

¿Existe alguna relación entre el carnaval andaluz y los que se celebran en otros países?

Existe una clara influencia en el Carnaval de Montevideo, aunque allí surgió de forma casual. Lo que se conoce como el Carnaval de los Negros surgió a principios del siglo XX, cuando llegó una compañía de zarzuela y se arruinó hasta el punto de que no tenían dinero para volver a casa. En esa empresa había varios gaditanos y decidieron salir a la calle a cantar murgas carnavalescas. No sólo sacaron dinero para volver a España sino que dos de ellos retornaron para montar sus propias murgas. Aunque el origen es el mismo, han crecido de forma diferente. En el caso de otros carnavales como La Habana o algunos mexicanos o de Santo Domingo, o los de Brasil, son tradiciones distintas.

Con música

¿Qué nos puede avanzar de su conferencia?

Voy a hacer un viaje por la copla. En Andalucía existe una maravillosa manera de utilizar el octosílabo que nos conduce desde la tonadilla del XVIII al flamenco, a la llamada copla del carnaval, a los verdiales o a la nueva canción. Voy a intentar demostrar las similitudes entre todos ellos. A lo largo de los años ha sido frecuente que muchos artistas flamencos participaran en agrupaciones carnavalescas y viceversa. La Niña de los Peines fue la primera en incorporar letras y modos carnavalescos al acerbo del flamenco. Y hablamos de Pastora Pavón, que ha sido una de las grandes. No hay tantas diferencias entre el sombrero cordobés, la bata de cola y el antifaz. Me acompañarán dos de los integrantes del grupo La Canalla, que lleva varios años intentando aproximar dos mundos tan aparentemente distintos como el jazz y la copla.

Cuéntenos cómo ha sido su experiencia con el carnaval.

He sido letrista del coro de Algeciras y de varias murgas ilegales en Cádiz. A mi no me gustan los concursos; creo que el carnaval no tiene que ver con esas reglas fijas, aunque entiendo que para muchas agrupaciones es una forma de supervivencia y permite entrar en algunos circuitos. Es legítimo hacerlo porque es el único ingreso que muchas personas tienen a lo largo del año. A mi me gusta el carnaval de calle y las agrupaciones callejeras. He escrito para grupos de Algeciras y Cádiz. He participado en varios pregones, participé con Niña Pastori hace dos años, he sido miembros del jurado de Algeciras... He hecho lo que he podido, pero de lo que más orgulloso estoy es de haberme divertido durante media vida en cada mes de febrero.

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