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Hay menos movimiento del habitual en el acceso a Totalán. El cruce entre la localidad y el vecino Olías ha estado envuelto en una actividad frenética a lo largo de casi dos semanas: vehículos policiales, periodistas y curiosos iban y venían las veinticuatro horas del ... día, pero ya se han ido. Ahora quedan los que estaban cuando Julen se precipitó por el pozo, esos 700 habitantes que detuvieron su rutina durante trece días con sus trece largas madrugadas para ponerse a disposición de la búsqueda. No hay niños en el parque, la plaza que ha servido de centro de prensa, junto a la emblemática rotonda del Camaleón, está vacía. «Cómo nos vamos a sentir, esto no tiene nombre».
Dos mujeres recuperan el aliento en uno de los bancos del Paseo de la Salud, pero no quieren recordar esos días que probablemente nunca olviden. «Ya no va a ser lo mismo». La localidad ha demostrado ser un ejemplo de solidaridad y compromiso con el prójimo dando lo mejor del ser humano en un momento de adversidad inédita del que tardará en reponerse.
La tranquilidad que suele mecer las calles de Totalán ha regresado para quedarse. En la terraza del bar Arriba y Abajo hay mesas libres por primera vez en días. Las camareras organizan las cajas de botellas vacías mientras que Antonio, que ha cerrado todas las noches mucho más tarde de lo habitual, dice sentirse cansado. No quiere (prácticamente no puede) hablar del desenlace. Con los ojos vidriosos sirve café a varias familias que siguen la última hora en el televisor: «De verdad que no queremos ni mencionar el tema, vamos a tardar mucho en superar esto» se limitan a decir los comensales.
Pero más allá del dolor, en el corazón del Totalán queda la entrega de un pueblo por ayudar, como fuese. Desde el primer día de búsqueda los 700 vecinos de la localidad hicieron suya la historia de Julen con de diferentes maneras pero a una sola voz.
La primera oferta llegó de la mano de la propietaria de la vivienda que da al cruce con Olías, Yolanda Alcaide. En la primera noche de búsqueda, Yolanda puso el patio de su casa, con servicio y una zona techada, a disposición de los medios de comunicación que aguardaban al desenlace de la búsqueda, además de a los efectivos de la Guardia Civil que custodiaban el cruce. Con el paso de los días su jardín y la parte baja del domicilio se convirtieron en el puesto de mando del operativo: reuniones técnicas, aparcamientos para los vehículos policiales y el centro de todas las miradas. La casa de Yolanda ya ha regresado a la normalidad, al igual que la de Ángela Alcaide, en la que se alojaron los padres de Julen. Ella prefiere no hablar (ya dijo a SUR en su momento que preferían escapar de cualquier protagonismo), pero su hija Ángela intercede: «Estamos tristes, aunque sepamos que hemos ayudado, han sido días duros».
La Asociación de Mujeres de Totalán ha sido un pilar de la conexión entre el municipio y la búsqueda de Julen a base de croquetas, bocadillos y puchero preparado con cariño para los más de 300 trabajadores que movían la montaña sin descanso (y también para las decenas de periodistas que pasaban las noches a la espera de noticias). La presidenta del colectivo, Mari Carmen Castillo, explica que a todas les recorrió un sentimiento de vacío cuando recibieron la noticia del desenlace, muchas durante la madrugada otras al amanecer y asomarse a la prensa como todos los días de espera. «Fuimos juntas al minuto de silencio que se convocó en el Ayuntamiento; estamos tristes y muy apenadas». Castillo asegura que Totalán es un pueblo especial, cargado de «hermanamiento». «Aquí el problema del vecino es tu problema, y Julen es un vecino más». Considera que la localidad es «una gran familia» que después de este suceso ha estrechado sus lazos.
Empieza a hacerse de noche. Desde la terraza del Arriba y Abajo se ve el mar y la costa de África; empiezan a llegar más familias, esta vez con varios niños:«Tenemos que seguir adelante, va a ser difícil para todos, pero es lo que hay», comentan. Todavía quedan los conos que advierten de posibles desprendimientos junto a la montaña en la que se realizó la búsqueda y otras señales que recuerdan la transformación del pueblo y sus 700 vecinos. A todos ellos les habría gustado un final diferente para Julen.
Los alumnos del CEIP Virgen del Rosario han seguido muy de cerca la búsqueda de Julen. En los primeros días de rescate, en los que los movimientos de tierra y la maquinaria pesada se colaban por las ventanas de las aulas, los responsables del centro comenzaron a trabajar por que el proceso fuese lo más natural posible. Ahora, tras el desenlace, los docentes realizarán una serie de actividades y evaluaciones con las que facilitar que los 36 alumnos del centro asimilen el suceso que tanto les ha marcado.
Según explica a SUR el director del centro, Víctor Villalba, «por suerte o por desgracia» la segunda semana de búsqueda, los estudiantes habían «normalizado» el episodio, a diferencia de los primeros días. «A partir de ahora el trabajo se va a centrar en cómo lo han asimilado y procesado». Las maestras ofrecerán la posibilidad de cualquier tema en las asambleas abiertas, y en función de cómo los niños vayan respondiendo determinarán cómo será el trabajo de los próximos días.
El principal objetivo es lo que el director del centro determina como «conclusión emocional», es decir, que los alumnos puedan seguir adelante tras aceptar que, «aunque ha sido un episodio muy concreto, mediático y llamativo, las cosas malas forman parte de la vida». Se van a llevar a cabo actividades y trabajos que desembocarán, probablemente, en un acto final que quedará «en la estricta intimidad del centro». «Queremos que lleguen a una conclusión íntima, a un aprendizaje».
Durante los primeros días de trabajos, los alumnos «se quedaban callados» al escuchar los movimientos de tierra.Muchos de ellos hicieron dibujos motu proprio y sacaron el tema con sus profesores. A partir de ahora trabajarán en cerrar la herida.
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