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La contaminación atmosférica y el cambio climático están modificando sustancialmente las formas de movilidad urbana. Los vehículos eléctricos ganan cada día más terreno y las ciudades apuestan cada vez más por fomentar el uso de la bicicleta. Los patinetes eléctricos son otra de las novedades ... que han irrumpido con fuerza en las grandes urbes de nuestro país, entre ellas la capital malagueña. En este contexto, las bicicletas eléctricas llevan ya también varios años ganando cada vez más adeptos.
Ante este panorama, el alemán Joachim Aldfinger, de 54 años y afincado en Nerja desde 2001, ha conseguido abrirse un hueco con un vehículo revolucionario, con un diseño de lo más atrevido. Después de casi seis años de trabajos, ha conseguido lanzar al mercado, junto a un socio francés, Didier Helmstetter, los cinco primeros prototipos del Messerschmitt KR 25-E, un vehículo 100% ecológico, que combina los pedales con una batería eléctrica, con una autonomía de hasta 180 kilómetros.
El vehículo ha sido íntegramente fabricado en la localidad del Balcón de Europa y está hecho con fibra de carbono y aluminio. Hace unas semanas acudió a su país natal para participar en su presentación oficial con motivo de una feria sobre movilidad sostenible. El diseño está inspirado en los míticos coches de tres ruedas diseñados por el fabricante alemán Messerschmitt. Esta empresa, desaparecida en 1968, fue una de las compañías aeronáuticas más importantes del mundo, conocida sobre todo por sus aviones de caza producidos durante la Segunda Guerra Mundial, en especial el 'Bf 109' y el 'Me 262'. El vehículo diseñado por Aldfinger utiliza un motor eléctrico de 36 voltios y 250 vatios, para aumentar la potencia de pedaleo del ciclista, lo que permite alcanzar una velocidad máxima de hasta 25 kilómetros por hora. De esta forma, puede circular por cualquier vía en la que esté permitido el uso de bicicletas y otros vehículos híbridos. «Nuestra idea es que se pueda comercializar tanto en grandes ciudades como en zonas rurales, para desplazamientos pequeños», sostiene Aldfinger, quien explica que el precio de mercado ronda los 12.500 euros.
Para su lanzamiento han contado con la ayuda del diseñador Marcus von der Wehl. El Messerschmitt KR 25-E es un monoplaza que pesa 85 kilos y puede soportar hasta 120 kilos. Cuenta con una tracción delantera y una dirección trasera controlada por un volante. Así, según explica Aldfinger, dispone de una batería de litio de 36 voltios, que proporciona energía eléctrica, aunque se puede agregar una segunda unidad para aumentar su autonomía hasta los 180 kilómetros.
Entre otras características destacadas, el vehículo cuenta con suspensión delantera y trasera, frenos de disco hidráulicos, una pantalla de control LED, un sistema de iluminación LED completo con indicadores de giro, una transmisión Shimano de ocho velocidades con marcha atrás, ruedas de carbono compuesto, una bocina eléctrica, un baúl de carga y un asiento de cubo acolchado.
Paralelamente, están trabajando en un modelo de mayores prestaciones, 100% eléctrico. «Estamos negociando la opción de poder construirlo en las antiguas instalaciones de Santana Motor en Linares, en Jaén», desvela Aldfinger, quien se considera una persona «100% comprometida con el medioambiente y la sostenibilidad». De este compromiso social, este alemán, enamorado de Nerja, se ha implicado en un curioso proyecto social, la única embajada en España de Westarctica, una micronación imaginaria situada en la Antártida.
El exmilitar norteamericano Travis McHenry lo fundó en 2001 y desde 2014 reconvirtió su proyecto en una ONG con el objetivo de promover la conservación de la Antártida, el respeto medioambiental y la lucha contra el cambio climático. «Conocí el proyecto a través de unos amigos alemanes y me entusiasmó. Creo que ha llegado el momento de tomar partido y todos los ciudadanos tenemos que concienciarnos de la importancia de luchar contra el cambio climático, que está acabando con la biodiversidad y está poniendo en peligro el futuro de la humanidad», sostiene Aldfinger, quien tiene un cartel con el logotipo del país antártico imaginario a las puertas de su casa, en la localidad más oriental de la provincia.
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