En muy pocos metros, Salares ofrece al viajero un recorrido laberíntico de paredes encaladas que sólo se puede hacer a pie por lo angosto de sus calles.
Hay un recorrido lleno de historia que puede empezar perfectamente en la conocida como Casa Torreón. Hoy es ... una vivienda, pero se presupone que hace siglos fue una de las torres defensivas con las que contó la alquería árabe.
Hay que verlo por fuera, pero también entrar y asomarse a su ventana sin hojas, desde la que se conecta rápidamente con uno de los principales símbolos de este pueblo, el alminar de la iglesia de Santa Ana. Éste se erige no sólo como la construcción más alta del casco urbano sino también como la más colorida, con un tono rojizo que destaca sobre la blancura impoluta del resto de la villa.
Éste es, junto al del pueblo vecino de Árchez, uno de los minaretes andalusíes mejor conservados de la provincia de Málaga. Hoy hace las veces de torre campanario de la antes citada parroquia de Santa Ana, que, a su vez, fue levantada sobre el mismo solar que albergó a una mezquita. Del templo árabe no sólo queda como vestigio el alminar. En un aledaño de la iglesia, hay un patio en el que se adivinan otros restos del edificio islámico.
Tras ver el patio que alberga esas reminiscencias andalusíes, el camino desciende por unas escaleras que desembocan a la calle Puente. Ésta, como su propio nombre deja intuir, lleva hasta la construcción medieval que hoy sirve para salvar el río Salares. Se trata de un puente que debe su aspecto a la época medieval, aunque durante mucho tiempo se le ha conocido como el puente romano.
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