José Rodríguez Cámara
Rincón de la Victoria
Viernes, 5 de abril 2024, 00:37
«Iba paseando con mi marido por el paseo marítimo de Torre de Benagalbón, cuando me dijo: '¡Mira, hay luces en el agua!'. Primero, la verdad, pensamos que alguien estaba con una linterna de láser de esas de luz verde. Luego vimos que se iluminaba ... cada ola cuando rompía». Es la narración de Carol Goya que, como otros rinconeros y visitantes al municipio, ha quedado deslumbrada por el espectáculo que han brindado, durante días, las playas de esta parte de la costa oriental. Efectivamente, como ella misma descubrió, no se trataba de un fenómeno artificial: con cada movimiento, el Mediterráneo, de forma natural, brillaba, emitía una luz como de neón, eléctrica. La culpa de esta maravilla la tienen las «noctilucas scintillans», un zooplancton que hace honor a su apodo, ya que tiene el sobrenombre de la «chispa del mar».
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Juan Antonio López, de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo, reconoce que el hecho no es frecuente en las costas malagueñas, como sí lo es en otras zonas del país, como Galicia. El científico apunta que, en Málaga y, en general en la franja costera de Andalucía, es más habitual que las olas se tiñan de rojo o de verde, también por efecto del zooplancton. En todos los casos, el hecho ocurre al registrarse un «bloom», una alta concentración de los organismos que la generan y que, en este caso, ha sido de las «noctilucas».
A juicio de este experto, la explicación sobre este mar azul fluorescente hay que buscarla en las fuertes lluvias y el viento de los pasados días de Semana Santa. Una combinación entre corrientes marinas y un mayor arrastre de material orgánico e inorgánico, procedente de los arroyos, que han experimentado crecidas notables, ha supuesto un auténtico festín para las «noctilucas» que, básicamente, han tenido mucho más alimento de lo habitual y se han reproducido a toda velocidad. Eso sí, igual que han surgido y vivido, desaparecen, ya que su ciclo es corto, tal y como apunta López. Una de las claves para comprender su proliferación también hay que buscarla en los productos que se usan en la agricultura, elementos químicos que son del agrado de estos migroorganismos acuáticos y que, por el arrastre originado por las precipitaciones, han podido disfrutar hasta el empacho. Esto no implica que las «noctilucas», por si mismas, sean tóxicas, aunque, en alguna ocasión, como plantea el científico, sí es posible que se nutran de productos que sí lo son, precisa López.
Con una gran cantidad de «noctilucas» frente a las playas, en definitiva, las enzimas que estos organismos tienen, y que, al reaccionar con el oxígeno generan bioluminiscencia, las olas azules se han repetido en numerosas ocasiones; una «maravilla», explican los testigos, que ha generado multitud de comentarios cara a cara y a través de las redes sociales.
La explicación del experto de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo casa con otro realidad que han dejado las pasadas jornadas, muy lluviosas, como han sido los daños en buena parte del litoral rinconero. En concreto, los destrozos, concretado en pérdida de arena y desperfectos en algunas infraestructuras, han sido más visibles en los dos extremos del término, la Cala del Moral y Torre de Benagalbón y, especialmente, en este último núcleo, donde las «noctilucas scintillans» han sido muy visibles. Habrá que esperar a un nuevo episodio de fuertes lluvias y mala mar para ver si las olas azules vuelven a las playas malagueñas.
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