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Un buen día su amigo Pedro Fernández, un entusiasta prescriptor de Carratraca y del interior de Málaga, lo convenció para hacer una ruta de senderismo por la escarpada sierra de Alcaparaín. Desde lo alto, Pelle Lundborg vio una gran finca con muchos olivos que parecía abandonada.
Ahí empieza la historia del sueco que cambió el estrés de una multinacional de los videojuegos por la vida en el campo en un pueblo de Málaga. Pelle decidió comprar esa finca a los pies de la sierra, frente a Carratraca, para empezar una nueva etapa.
Atrás quedaba su época más dura, la de la tensión y el desasosiego que le generó el éxito profesional que le llevó a fundar años antes Nordic Games. Esta compañía, junto a otras dos empresas, creó, entre otros grandes éxitos, 'We Sing', el famoso juego de karaoke que tanto ha entretenido a millones de usuarios en el planeta.
Aquella compañía se fusionó con otra para crear Embracer Group, de la que hoy Pelle sólo es accionista. Eso sí, gracias a sus réditos disfruta hoy de cierta comodidad económica. Así, hoy vive en La Cala de Mijas, pero está continuamente supervisando sus tierras en Carratraca.
Tras dos décadas trabajando en el competitivo sector de los videojuegos, este sueco, inquieto y afable, decidió comenzar una nueva era vital en las antípodas de lo que había vivido hasta entonces. De una empresa que cotiza en bolsa y tiene cuatro mil empleados en todo el mundo, 'El sueco', como es conocido en Carratraca, se mudó en cuerpo y alma al mundo rural.
Además del estrés, Pelle quería olvidar una enfermedad que lo había dejado dos años prácticamente fuera de juego. Aunque él siempre dice que se puso «malito», no fue fácil lidiar con una patología que le afectó en lo físico y en lo psicológico. «Hubo una época que me pegaba tirado en el sofá horas y horas viendo series de Netflix nada más», recuerda.
Para quemar esa apatía apareció la chispa del campo. Bastó el desafío de un olivar descuidado para obtener una 'vida extra' en Carratraca.
Pelle ha creado allí Finca Solmark, con dieciséis hectáreas de superficie, con vocación de crecer. Allí los grandes protagonistas son aquellos olivos maltrechos que atisbó junto a su amigo Pedro desde la cumbre de la sierra de Alcaparaín. Estos árboles hoy se han recuperado para producir aceite de oliva virgen extra de calidad. Junto a ellos tiene aguacates de todo tipo. Aún le queda por plantar la variedad 'Reed', que le permitirá tener estos subtropicales hasta en verano. Así no le faltarán aguacates durante todo el año.
A ello hay que unir una casa rural, por la que han pasado ya muchos huéspedes suecos. Porque Pelle ha cambiado de vida, pero sigue siendo una persona con muchos contactos dentro y fuera de su país.
Eso sí, Finca Solmark, como ha sido bautizada tanto el alojamiento como la explotación agrícola, no entiende de nacionalidades. Aunque allí ondean, a la par, las banderas española y sueca, está abierta a todos aquellos que quieran vivir una inmersión en el auténtico mundo rural.
El nombre de Solmark no es casual. Significa 'tierra de sol'. «Así se llamaba la zona donde yo me criaba en Suecia, cerca de Linköping», aclara.
De su infancia guarda grandes recuerdos. Su madre, apasionada de la micología, le transmitió de alguna forma su fervor por la naturaleza. Su padre, un reputado traductor, su facilidad para los idiomas. Ambos, sus ansias de aprender.
Yen esa formación continua, Pelle ya sabe incluso lo que es hacer su propio aceite de oliva virgen extra ecológico -de la variedad marteña-, que decidió bautizar con un vocablo que homenajea al ilustre pasado de la tierra que lo acoge: 'Mainake'.
Ese 'oro líquido' de Finca Solmark se elabora para ser comercializado sobre todo en Suecia, donde el zumo de las aceitunas es todavía hoy un producto exótico, casi desconocido. «Un sueco apenas consume un litro por año; aún nos queda mucho por enseñarles», explica el lado andaluz que tiene Pelle.
Los suecos no suelen comulgar mucho con el picor y el amargor, ambos atributos positivos del aceite de oliva de cosecha temprana. Por eso, este empresario sueco, a pesar de que manda a molturar las olivas en noviembre, no envasa las botellas al menos hasta abril.
Pelle Lundborg ha conseguido también encender una chispa entre sus convecinos carratraqueños. Amuchos de sus vecinos ha empezado a hacerles otra gama de aceites. Y en su entorno inmediato muchos le emulan en otros aspectos. Comienzan a verse brotes verdes de un inesperado renacimiento agrícola y rural.
Tan sólo cinco sillas de Ikea hay en la casa rural de Finca Solmark. El resto son muebles artesanales hechos por carpinteros de Carratraca. Y así ocurre con el resto de todo lo que se ha hecho en estos últimos años en las tierra de Pelle, 'El sueco'.
Todo lo que reluce en su propiedad ha sido posible por su particular filosofía de 'kilómetro cero'. Este empresario escandinavo ha apostado desde el principio por proveerse de materia prima y capital humano de Carratraca o del entorno más inmediato. «¿Para qué buscarlo fuera si aquí se hace bien y además se consigue generar riquezas en el propio pueblo?», se pregunta retóricamente.
Pelle se ha convertido incluso en un buen consejero para buscar restaurante en la zona. Sus clientes y muchos de sus contactos le preguntan dónde pueden comer. Y él, según el número de personas y sus gustos, les aconseja desde la Venta El Cruce (Ardales), a los restaurantes El Trillo y El Martillo o la mítica Fonda Pepa, entre otros muchos establecimientos que guarda en su memoria.
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