Cuando se habla de la Axarquía lo primero en lo que se suele pensar es en los cultivos tropicales, el Parque Natural Sierra Tejeda-Almijara o el embalse de La Viñuela y más recientemente en el puente colgante de El Saltillo. Si hablamos de Nerja, ... lo primero en lo que piensa es en la Cueva y los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Sin embargo, Nerja fue hasta principios del siglo XX el gran polo minero de la Axarquía. De las 308 concesiones otorgadas en la Axarquía, desde 1825 a 1925, la mayoría fueron Nerja (141), aunque también destacó Periana, con 29; Rincón de la Victoria, con 26; Colmenar (25), Canillas de Aceituno (18), Cómpeta (16), Comares (15) y La Viñuela (12). Los demás municipios tuvieron un número insignificante, aunque Cútar (7) tuvo una importante mina de plomo, mientras que la mayoría de las minas de Colmenar o Rincón sólo se quedaron en el papel, de ahí que entonces se les llamara «minas de papel». Curiosamente, Vélez-Málaga, el municipio más extenso de la Axarquía, solo tenía 7 concesiones mineras, con poca productividad. Una excepción fue Cerro Beas, de donde tomó el nombre de Arroyo del Mineral.
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Las minas más numerosas y productivas se encontraban en la sierra de Nerja. De ellas quedan numerosos testimonios, como el lavadero de minera de la Fuente del Esparto y las ruinas de las oficinas de minerales y cuadras de mulos del mismo lugar, el sendero de piedra de los mineros construido por el Barranco de Cazadores para acceder con mulos hasta las minas, las numerosas bocaminas (se han identificado más de un centenar), los restos de los «chozos» o infraviviendas donde dormían los mineros, porque no les daba tiempo regresar a Nerja; y restos de rústicos hornos metalúrgicos (boliches).
El mineral que se lavaba en la Fuente del Esparto se transportaba por gravedad, por cables sostenidos por unas pocas torretas, que llevaban el mineral hasta la playa de Burriana, donde había una fábrica metalúrgica (Fábrica de San Joaquín o de Terol), donde el mineral de plomo se fundía en lingotes que se transportaban a barcazas que los llevaban a barcos extranjeros que estaban fondeados en la bahía de Nerja.
Estos son algunos de los datos que aporta el libro 'Historia de la Minería en la Axarquía' editado por el Gabinete de Estadios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA-Ecologistas en Acción), que tiene como autores a Rafael Yus Ramos (coordinador de GENA-EeA) y Juan Carlos Romero Silva, director del Aula-Museo de Minerales de Málaga. La obra ha contado con la colaboración también de Damián Figueroa, Antonio Guzmán, Juan Franco, Francisco Capilla, Miguel Ángel Torres, Purificación Ruiz, Francisco Montoro y José Enrique Ramírez.
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Se trata de un libro de 527 páginas que desglosa en diversos capítulos la historia de la minería en la Axarquía. Según este estudio, la minería subterránea en la comarca oriental malagueña no aparece en la historia hasta el año 1825, porque previamente estaba prohibida la extracción de minerales. La riqueza de todo el subsuelo español era propiedad de la Corona, como estipulaba la Regalía de Felipe II. Fue Isabel II la que levantó esa regalía y, sin perder sus derechos, abrió la mano para que fuera explotado el subsuelo, con la Ley de Minas de 1825, según señala el coordinador de Gena, Rafael Yus.
Según GENA, en la Axarquía, y especialmente en Nerja (también en Comares, Cútar, Cómpeta, Canillas de Aceituno, etc.) el mineral estrella, «porque es el que tenía más demanda y se pagaba bien, era el de plomo, sea en forma de galena o de cerusita, aunque también eran importantes los de cinc (calamina, blenda), minerales que estaban asociados, es decir, solían aparecer juntos. También se explotaron mucho minerales de hierro (hematites, siderita, etc.) pero al ser mucho más abundantes se pagaban peor, y se los llevaban a las ferrerías de Málaga, como la de Heredia. En la zona de Los Montes abundaban más los minerales de cobre (calcopirita, malaquita, azurita) que ya explotaron en la prehistoria».
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El estudio de Yus y Romero Silva señala que en Periana se explotaron unos minerales más raros que daban manganeso (pirolusita, psilomelana) y en La Viñuela se llegó a explotar un raro mineral de antimonio (estibinita) muy apreciado, «cuyas minas fueron voladas para hacer la cantera para los materiales de la presa de La Viñuela».
Para Yus, la fiebre minera en la Axarquía se fue colapsando desde el final de la I Guerra Mundial, por la competencia de otros países, que empezaron a explotar sus productos a mejor precio, por la falta de inversiones, el encarecimiento del combustible, el pequeño tamaño de las compañías mineras, siempre con problemas de ingresos, deserción de socios... «Esta minería exigía un fuerte capital que permitiera aguantar mientras se encontraba el minera, cosa que no podía permitirse las pequeñas compañías. Lo cierto es que a partir de 1925 apenas hubo concesiones y si las hubo, en su mayor parte no se llegaron a explotar, por lo que se puede afirmar que la minería en nuestra comarca tuvo solo un siglo de duración», afirma Yus.
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