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cristina pinto
Domingo, 25 de abril 2021, 22:10
Su abuelo compró la bodega y, en principio, el vino que se hacía era para la familia y los conocidos. Pero desde el año 93 es cuando el nombre de Bodegas Almijara empieza a hacerse un hueco en el mundo del vino malagueño, regional y ... nacional. María Socorro Ávila, de 46 años, es una competeña de pura raza: «Mis abuelos, mis padres... Todos somos de aquí, de Cómpeta» apunta.
Desde muy pequeña, estas bodegas han sido su casa y ella lleva unos veinte años trabajando ahí. «Estudié Derecho en Málaga, pero luego volví y comencé a dedicarme a esto. Ahora estoy muy orgullosa de este trabajo», reconoce María Socorro. Ella y su hermana están a la cabeza ahora de las bodegas aunque asegura que su padre, Pepe Ávila, a pesar de estar jubilado con 81 años, «está todos los días en la bodega y es el que más sabe».
Cómpeta es uno de esos pueblos andaluces que, entre un entresijo de calles y balcones llenos de flores, los viñedos y la tradición artesanal son protagonistas en él. «Aquí es todo muy manual y la vendimia es muy dura porque el terreno es muy pendiente. Son muchas horas en los meses de agosto y septiembre, cuando hace más calor», asegura la propietaria.
Ahora, la producción del vino moscatel de Cómpeta es clave en el pueblo y en toda la provincia de Málaga, tanto que incluso las Bodegas Almijara se han convertido en un lugar de visitas para ver cómo es el proceso de elaboración: «Los últimos años estamos recibiendo muchas visitas, está empezando a ser muy famoso fuera de aquí», confiesa María Socorro.
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