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Lourdes Zoraida Fernández Martín (Málaga, 1981) vive en una nube desde que hace unos días recibió un correo electrónico donde le comunicaban oficialmente que había sido galardonada en la sexta edición de los Global Teacher Award 2023 como una de las mejores profesoras del mundo ... por su extraordinaria metodología docente. «Disfrutaba del domingo en el campo con la familia cuando lo vi. Tuve que leerlo varias veces para creerlo», recuerda. Desde entonces sólo un círculo muy cercano conocía la noticia, entre ellos los cinco compañeros que avalaron su proyecto educativo y su currículum cuando decidió presentarse a estos premios, aunque «con pocas esperanzas» de ganarlo. El pasado año quedó finalista en los Premios Educa Abanca, un certamen nacional que reconoce la buena praxis de los profesionales de la educación, pero son los alumnos quienes proponen a los candidatos.
Conocidos como los Nobel de la Educación, los competitivos Global Teacher Award han contado con 19.000 participantes de 69 países este año. De ellos, solo 500 premiados, tres de ellos españoles de distintos niveles educativos, según ha podido saber la malagueña por la organización. Este reconocimiento lo concede AKS Education Award, una plataforma educativa india que premia a los profesionales de la enseñanza más relevantes por su contribución al oficio. El diploma y la estatuilla que recibirá se le entregará en una gala los próximos días 4 y 5 de noviembre en Nueva Delhi, «aunque no sé si económicamente me puedo permitir ese viaje», confiesa.
Fernández no oculta que este reconocimiento es la «bomba». Pero su alegría va más allá y oculta una satisfacción mayor, porque avala años de trabajo, con proyectos educativos innovadores, con una metodología que rompía esquemas y que en muchas ocasiones fue «cuestionada», como admite ella misma. «Esto me ha servido para reafirmarme en lo que hago y tener el convencimiento de que iba por el buen camino, de que no me estaba equivocando», explica.
De padres docentes, esta malagueña lleva la enseñanza en la venas. «He mamado la profesión, he admirado la labor de mis padres siempre y he sido muy feliz con el cariño que les mostraban antiguos alumnos cuando se los cruzaban en la calle».
Dice que desde muy jovencita disfrutaba con los niños y por eso no tuvo dudas en elegir qué estudiar. Hizo el grado de Magisterio de Educación Física en la Universidad de Málaga y nada más acabar se preparó unas oposiciones. En septiembre de 2005 ya estaba frente a los pupitres enseñando. Desde entonces no ha dejado de formarse: tiene un Máster Universitario en neuropsicología aplicada a la educación, otro en liderazgo y dirección de centros educativos y actualmente se prepara la tesis doctoral.
Lo suyo ha sido siempre innovar en la enseñanza y que el aprendizaje trascendiese los muros del aula. Su proyectos educativos son trasversales, educan en valores e implica a toda la comunidad, tanto educativa como vecinal. Ella destaca tres de los que ha presentado. Todos ellos empiezan con una trabajo previo de investigación y preparación del alumnado, como el realizado en la academia de Berni Rodríguez. «Allí entrenaron, convivieron y se divirtieron con otros jóvenes con capacidades diferentes, pero antes de eso estuvieron semanas investigando sobre el deporte adaptado, moviéndose con muletas y sillas de ruedas, también con los ojos y los oídos tapados para que conocieran mínimamente la dificultad que implica. Solo así podían saber qué es la empatía».
A este proyecto siguió otro similar en el Club de fútbol supercampeones del Málaga y, también, cuando entrevistaron al futbolista ciego Antonio Gaitán.
A estos sumó otra actividad para que sus alumnos conocieran de primera mano los instrumentos musicales. «Muchos de ellos están en la banda del pueblo, así que un día se trajeron sus instrumentos y explicaron al resto cómo funcionaban. En ese proceso de documentación uno de ellos advirtió que había pocas mujeres directoras, así que decidí implicar a la directora de la Banda de Música de Torrox. Su 'chiquibanda' y los alumnos de Primaria que practican flauta acabaron tocando juntos el himno el día de Andalucía para toda la localidad».
Por último, Fernández quiso que sus estudiantes contactasen con mujeres mayores de Torrox para que conocieran de primera mano costumbres populares. «Aprendieron a hacer croché, roscos típicos, juegos populares, bailes antiguos y a elaborar flores de papel que se usan de ornamento en las carrozas de las distintas romerías».
Con sus pies en la tierra, ahora lo único que le pide a la vida es tener la salud suficiente para continuar disfrutando muchos años de la docencia. «Soy feliz enseñando», zanja.
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