
El albaceteño Lauren Rosillo llegó a Sedella en 2006 procedente de Frigiliana, donde pasó unas vacaciones en Semana Santa. «Recuerdo lo imponente del paisaje, los ... colores», dice. Enólogo de profesión, decidió instalarse en el pueblo tras descubrir una variedad de uva tinta autóctona, la Romé. «Me enamoré de este sitio», incide.
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Para Rosillo, la plaza junto a la iglesia de la Virgen de la Esperanza «tiene mucho encanto». Cuando se le plantea que proponga un plan, barre para casa: «Dar un paseo por el monte, visitar la bodega, probar los vinos y después comerse un chivo en alguno de los restaurantes«, enumera. »Describir Sedella es muy difícil, transmitir el poderío de esta tierra, de este paisaje, es necesario pisarla«, invita el empresario, quien está »muy agradecido« a la gente del pueblo, especialmente a la familia de Paco Hierrezuelo.
Rosillo adora la gastronomía: «Potaje de hinojos, sopa de tomate, las migas, el chivo, con influencias árabes, usando plantas, como el pan de pobre, las collejas o los hinojos». Lo que menos le gusta es que está muy lejos de su tierra natal. «La crisis nos está afectando mucho por la caída del turismo».
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