Ismael Fernández nació en El Borge hace 42 años, aunque desde los once se marchó junto a sus padres a vivir a Torremolinos, donde su progenitor consiguió una licencia de taxista. Licenciado en Periodismo en 2004, Fernández ha vivido en Madrid y la capital malagueña, ... pero desde la pandemia del Covid-19 decidió darle una vuelta de tuerca a su vida y se instaló en su pueblo natal. «Amo vivir en el campo», dice. Conocido mundialmente por el fenómeno viral de la 'burrita Baldomera', este guía turístico en el Museo del Bandolero de El Borge está ultimando su segundo libro infantil, que se titulará 'Te enseñaré a volar', en torno a la historia de un vencejo que él mismo rescató en 2020.
- ¿Quién es Ismael Fernández?
- Después de 20 años de carrera como periodista, la gente me conoce por una burra. En mi presentación no sé lo que pesa más, porque me he dedicado al mundo de la comunicación siempre, ha sido mi pasión, pero llegó un punto de inflexión en el que lo que eran mis 'hobbys', los viajes y el turismo, quise guiarme hacia ahí, que el periodismo fuese mi 'hobby' y que ésa fuese mi profesión. Por eso sigo escribiendo, colaborando con medios de comunicación, pero mi profesión es ahora la de guía turístico, soy técnico de cultura y turismo en el Ayuntamiento de El Borge. Además lo que me ha hecho conocido es el fenómeno viral de la burrita Baldomera, que me ha convertido en escritor infantil.
- ¿Cómo recuerda ese momento viral?
- Esto pasó antes del fenómeno Tik Tok, que lo ha cambiado todo, porque la viralidad ya es algo relativamente fácil, tienes unas claves y puedes 'crearla'. Pero en ese momento no era así. En ningún momento lo busqué. Pasé todo el confinamiento en Málaga capital, en la calle Dos Aceras, que era un barrio fantasma. El primer día que pudimos salir, el 18 de mayo, lo que hice fue venirme a ver a mi burra y a estar en mi campo. Cuando llegué grabé el momento, no era el primer vídeo que subía, lo subí en mi perfil privado, ella hizo ese rebuzno tan especial, y la gente empezó a comentar en mi Facebook. Una compañera periodista fue la que me dijo que lo pusiera público para compartirlo porque le había emocionado. Eso fue una revolución, empezaron a hacerse eco todos los medios. He salido hasta en la revista 'People' y en la televisión de Japón.
- ¿Por qué cree que se produjo ese fenómeno tan viral?
- Fue la primera vez que hubo un fenómeno global en directo con la pandemia. El vídeo muestra algo que no necesita traducción, que es un sentimiento, entre una burra y una persona. Todo el mundo estaba muy sensible, no fue solo lo sensible del vídeo, sino también el momento que estábamos pasando todos. Todo el mundo se sintió identificado, porque no podíamos ver a nuestros seres queridos, por eso llegó a tanta gente.
- ¿Cómo surgió la oportunidad de publicar un libro infantil?
- Como periodista todos hemos querido escribir un libro, pero nunca imaginé que fuera infantil. No tengo hijos y nunca había pensado en este objetivo. Pero me vino dado, y tengo que estar súper agradecido porque la propuesta me llegó gratis, como un regalo. La editorial me llamó y me lo ofreció y así fue como surgió. Las ventas van muy bien, el libro va por la tercera edición, lo acaban de comprar también en Brasil. Llevamos vendidos más de siete mil ejemplares.
- ¿Está preparando un segundo libro?
- Sí, también es una historia real. Aunque he tenido oferta de editoriales, me voy a lanzar a la autoedición, que es una aventura más seria y requiere más trabajo. Pero no lo hago por ganar dinero. Escribir es el 'hobby' más bonito del mundo, pero la mayoría no viven de esto, por eso prefiero hacerlo todo yo, para tener el control total y poder hacer lo que quiera, desde 'cuentacuentos', actividades, traducirlo a los idiomas que quiera...
- ¿De qué va?
- Es una historia real, me ocurrió también en 2020. Andando por Vélez-Málaga me encontré con un pájaro muy raro, que nadie quería ayudar. Lo cogí, preguntando fue como encontré a la asociación SOS Vencejos, que son uno de los animales más especiales que existen. No se posan jamás, vuelan todo el rato, solo para criar, duermen, comen, beben volando. Me contaron cómo era el proceso de criarlos y así aprendí a ser 'papá' de vencejo. El momento cumbre fue cuando me di cuenta de que dejó de comer y que aleteaba mucho. Me dijeron que ya era adolescente y lo que quería era volar. Tenía que enseñarle. Creía que eso le venía instintivamente, pero al que crías tienes que hacerle que fortalezca las alas. Voy a contar esta enseñanza y a hablar de apego y desapego, porque lo das todo por un animal que le tienes que dar de comer, enseñarlo a volar y ahora tienes que decirle adiós y ése es el mensaje que quiero mostrar. Tendemos a sobreproteger a los niños y creo que hay que dejarlos volar. Va a tener un público más amplio, para niños y adultos, y las ilustraciones van a ser de Antonio Alés, de Benajarafe.
- ¿Para cuándo saldrá a la venta?
- Espero que para octubre. La historia está ya hecha y las ilustraciones van por la mitad del libro. Además en octubre es cuando los vencejos se van a África, emigran, y como despedida quiero que sea una forma de enseñar la vida de estos animales.
- Vive rodeado de animales, pero no siempre fue así...
- Sí, tuve un flechazo, fue una mezcla de la pandemia, el fenómeno viral de Baldomera, y todo eso que me hizo pensar y me di cuenta de que la vida se puede acabar mañana y que hay que hacer lo que nos apetezca y punto. He vivido en el extranjero, en Madrid, y siempre he dicho que al final lo que quería era vivir en el campo, rodeado de animales, como de pequeño. Siempre tenía ese recuerdo de la infancia y no quería que se quedara en un recuerdo. De adulto me di cuenta que es lo que me hacía feliz, reconectarme con la infancia, volver al campo. Durante un mes tuve entrevistas a diario por la burrita Baldomera. Tengo unos 40 animales, casi todos recuperados, intento entregarles un poco de mi vida y a cambio recibo mucho amor y esa labor que es tan importante, que las nuevas generaciones se vuelvan a 'renaturalizar', a conectar con la naturaleza.
- ¿Qué planes de futuro tiene?
- Estoy trabajando para ofrecer un aula de naturaleza, con mis animales, para recibir visitas escolares y de gente en general en mi finca rural de El Borge. Un día vino la nieta de un tío mío, y cuando vio la parra con racimos de uvas preguntó ¿eso qué es? Y ahí fue cuando dije, realmente ni en las familias que vienen de pueblos los niños saben identificar de dónde vienen las plantas, los animales... pero es que forman parte de nuestra cultura y tradición. Los burros van a desaparecer, incluso aquí en la zona de la vendimia. Hay un vecino que es el último arriero de El Borge, casi todo el mundo usa ya coches, o orugas mecánicas, para sacar las cajas de las uvas. Quien usa el animal es por amor. En la viña ya no hay relevo, la generación más joven tiene ya unos 40 años.
- ¿Qué ventajas tiene vivir en un pueblo?
- El 99% son ventajas. A diferencia de mi generación, que se fue el 85% de la gente, pero ahora los que tienen 20 ó 30 años saben valorar lo que es vivir aquí y se han quedado. Todo el mundo tiene coche, hay acceso a internet rápido, hay mucha gente que teletrabaja, hay gente que va a Vélez o a Málaga, y saben la facilidad y la calidad de vida de los pueblos. Para mí, con las conexiones, internet y las comunicaciones, todo es positivo. Amo vivir en el campo, rodeado de animales.
- ¿Qué es lo único que no le gusta?
- (Risas) No sé si te lo debo decir... Que los 'haters' no solo existen en internet, también en los pueblos. Están en la calle. Siempre he sido súper pacífico, nunca me ha gustado hablar mal de nadie, y aquí me he encontrado que, seas como seas, vas a tener 'haters' y vas a generar 'haters'.
- ¿Ha influido su condición de homosexual?
- No, en absoluto. El pueblo es verdad que siempre ha sido súper abierto, no sólo El Borge sino también Almáchar. Ese tema ha pasado por sus etapas, pero ahora hay integración total. Me casé aquí, voy con mi marido y todo perfecto, pero lo que genera más 'haters' es cuando has vivido fuera, para cierto tipo de gente soy de fuera. Se lo toman como que vienes a imponer un criterio externo. Es importante que haya referentes homosexuales en pueblos del interior.
- ¿Dónde le gusta ir de vacaciones?
- Este verano he estado en un tipo de vacaciones que no voy a repetir nunca más. Estuve en la costa de Nápoles, me he dado cuenta de que el turismo de masas no lo soporto, en temporada alta no viajo más. En Positano estaba tan saturado de turistas, tantos ríos de gente, que no se podía ni estar. Me fui a una isla pequeña, nada turística, y ése es el tipo de turismo que quiero hacer. En verano un sitio con playa y en invierno algo más cultural. El verano aquí es vacaciones, porque en 20 minutos estoy en Maro, que es un paraíso.
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