Ingenieros plantean una red de desaladoras de pequeño tamaño distribuidas por la Axarquía para hacer frente a la sequía

Por tanto, el verano se presenta con un panorama desolador para los productores de subtropicales, que tendrán que sacar adelante sus fincas con la dotación más baja de la historia desde que se puso en marcha el plan Guaro de desarrollo de regadíos a principios de los noventa, 1.500 metros cúbicos por hectárea, la mitad que hace un año. Es la misma proporción en la que han bajado las reservas de la presa, que hace doce meses almacenaba el doble de agua. Los agricultores se quejan de que para que una finca de aguacates pueda subsistir precisa de, al menos, 4.000 metros cúbicos por hectárea al año.

Con este panorama, en los últimos meses se están sucediendo las propuestas para buscar recursos alternativos, en forma de aguas regeneradas o de desaladoras. Tras los proyectos conocidos de dos grandes plantas, planteados por la Universidad de Málaga y la firma Abengoa, a petición del Ayuntamiento de Vélez-Málaga, se ha sumado también el diseñado por dos ingenieros de la capital de la Axarquía, Adolfo Aragüez y su hija Inés, responsables de la firma I+Db Acoustic.

Se trata de una propuesta «muy rompedora» con respecto a las dos anteriores, con el objetivo de que «la solución pueda implantarse de forma rápida, económica y totalmente adaptada a las necesidades de cada usuario». «Las propuestas conocidas son muy ambiciosas, requieren de inversiones costosas, tienen tiempos de tramitación, requieren de expropiaciones y de licitaciones que hacen que se demoren varios años antes de poder empezar a construirlas», sostiene el fundador de la firma, de 63 años.

Sin embargo, el proyecto diseñado junto a su hija, de 30 años, es un sistema «más escalable y distribuido, pensado sobre todo para un uso exclusivamente agrícola en situaciones de emergencia». «Es totalmente innovador, y puede suponer un gran cambio en el ámbito de la agricultura mediterránea, así como favorecer la creación de un tejido industrial local asociado a la fabricación, instalación y mantenimiento de los equipos implicados, usando tecnologías nacionales», destaca Aragüez.

La propuesta se basa en que el agua salobre extraída de la zona litoral a través de sondeos en el entorno de las desembocaduras de los principales ríos, como los arroyos de Rincón de la Victoria, el río de Vélez, el de Algarrobo o el de Torrox, sea bombeada y distribuida hasta las zonas agrícolas o, en su caso, mezclada en los depósitos reguladores con las aguas regeneradas procedentes de las estaciones depuradoras. Este agua se sometería en cada finca a un proceso de desmineralización para conseguir un riego totalmente libre de contaminantes ni metales pesados, «dando, por lo tanto, un valor añadido al producto de la Axarquía», resalta Aragüez.

En cada parcela se dispondría, como medio propio de cada agricultor, comunidad o empresa agrícola, su sistema individual de desalación, «que se adaptaría a sus necesidades y podría estar alimentado por electricidad de red o, en su caso, con el apoyo de un sistema fotovoltaico convencional o flotante en las balsas de cada propietario, con lo que se reduce la evaporación», describe el ingeniero.

El proyecto, que ya ha sido trasladado a la empresa pública Axaragua, encargada de la gestión del agua en alta del embalse y de las cinco depuradoras de Vélez-Málaga, Rincón de la Victoria, Torrox y Algarrobo, recoge que las aguas saladas de rechazo de las desaladoras se canalizarían, con tuberías paralelas con las de impulsión hasta las depuradoras más cercanas y se inyectarían en su emisario submarino. «Este sistema se repetiría para cada cuenca. Se debe dotar de difusores adecuados para evitar que estas salidas no afecten al medio ambiente litoral», advierte.

Asimismo, intercalado en el tubo de aguas de rechazo, los ingenieros proponen disponer de miniturbinas hidráulicas para reducir las presiones en los tramos inferiores y generar así energía para aportar al sistema de bombeo. Además, se podría usar el sistema de bombeo existente en los sondeos para canalizar hasta el embalse de La Viñuela las aguas superficiales de los ríos y arroyos cuando, en periodos de lluvia, existan caudales en estos cauces que se vierten al mar. En este sentido, Aragüez apunta a que puede ser valorable también realizar presas de aguas superficiales en los finales de los ríos para aumentar la capacidad de captación.

A juicio de estos dos ingenieros veleños, la ventaja principal de su propuesta es que se trata de «un sistema escalable y de fácil y rápida implantación», de manera que las instalaciones comunes no requieren de obras importantes ni de expropiaciones, ya que las canalizaciones principales discurrirían por los cauces públicos. «Las inversiones públicas a realizar son sólo una pequeña fracción de las planteadas en otros proyectos, ya que gran parte de las infraestructuras necesarias ya existen, con lo que su ejecución puede ser muy rápida», destaca el ingeniero.

De esta forma, en su propuesta, cada agricultor financiaría su propio sistema de desalación, que puede ser compartido, alquilado o cedido, e incluso en épocas de gran disponibilidad de agua, estas plantas desaladoras podrían ser alquiladas para otras zonas donde sean necesarias. No obstante, a juicio de Aragüez, «se deberían articular incentivos y subvenciones para facilitar estas inversiones». Además, en caso de alguna catástrofe que dañe los sistemas de agua potable, «este parque de desaladoras puede ser vital para el abastecimiento de la población», apostilla.

La propuesta de I+Db Acoustic destaca que el permeado final del agua de riego va a impedir que metales pesados, medicamentos, drogas y otros contaminantes emergentes afecten a las plantaciones o al suelo agrícola, además de que el uso de las aguas salobres en las balsas reguladoras impediría la proliferación de microorganismos. Para Aragüez, el uso de las aguas regeneradas puede implicar riesgos de contaminación del suelo que, si es mezclada previamente con aguas sometidas a un proceso de osmosis, será más reducido.

Para los dos ingenieros veleños, como es lógico, «el agua de mar bombeada es de disponibilidad infinita, jamás faltará este caudal». «Al dividir el efluente salino de rechazo en varios puntos de vertido y al mezclar esta salmuera con el agua de vertido de las depuradoras, su incidencia sobre el medio marino va a ser mínima, ya que la salinidad del efluente es similar a la del mar. La adopción de un sistema de control automático inteligente de la red y de sus válvulas puede hacer compatible este sistema con las tuberías ya existentes«, describe Aragüez.

A juicio de estos dos ingenieros, este sistema, «más descentralizado, va a permitir la existencia de empresas locales que proyecten, instalen y mantengan estas instalaciones y, por lo tanto, redunde en el tejido industrial local». «Esta propuesta puede ser complementada con plantas generadoras individuales fotovoltaicas flotantes en balsas, para reducir la evaporación, o de tipo convencional, de manera que el consumo energético sea mínimo. Estas instalaciones fotovoltaicas son fáciles de realizar por empresas locales, y su periodo de ejecución y legalización es muy reducido«, resalta.