A sus 86 años, Delia Gallardo apenas tiene recuerdos de su padre, Celedonio. Antes de cumplir los cinco, nada más terminada la Guerra Civil española, se marchó a Francia «porque le dijeron que iba a ganar mucho dinero, él era un pobre carbonero ... que trabajaba en Rincón de la Victoria», rememoró este en Canillas de Albaida, su pueblo natal. Gallardo fue uno de lo más de 140 malagueños que murieron en los campos de concentración y exterminio nazi.
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«Oficialmente nos dijeron que en la documentación pone que murió de un infarto al corazón, pero vete tú a saber, seguramente le dispararon cuando intentó escapar de aquel infierno», apuntó una de sus tres nietas, Delia, de 47 años. Los descendientes de este canillero se reunieron para inaugurar una escultura, encargada por el Ayuntamiento al artista local Rafael Bravo, en recuerdo de su paisano y de todas las víctimas de las guerras, justo cuando se cumplen 76 años de la liberación de los campos de exterminio nazi.
Celedonio tenía 36 años cuando murió. Sus restos reposan en una fosa común en Bretstein, una pequeña localidad de Austria, que funcionó como un subcampo de l cercano Mauthausen. «Guardad su recuerdo y estremeceos ante los horrores que el ser humano es capaz de infligir al prójimo. Plantad la semilla de un futuro mejor en los corazones de vuestros hijos», señala la placa colocada bajo el busto que recrea a Celedonio, una imagen que no se corresponde exactamente con él, pero que representa «el horror», según el escultor. «La belleza, la simetría y las proporciones están ahí, son la verdad, entre la intolerancia y el horror hay una delgada línea», argumentó Bravo.
Las nietas de Celedonio explicaron que no fue hasta hace apenas una década cuando conocieron el paradero de su abuelo, gracias a una llamada de la investigadora Sandra Checa. «Fue toda una sorpresa, y a la vez, un consuelo y un descanso, porque durante toda nuestra vida habíamos crecido diciéndonos nuestra madre que su padre había muerto en la Segunda Guerra Mundial, pero no sabíamos nada más«, apostilló Delia, quien dijo que le haría »mucha ilusión« poder viajar hasta tierras austriacas para visitar el lugar donde yacen los restos de su abuelo.
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Al acto asistió la delegada de la Junta en Málaga, Patricia Navarro, quien destacó que el acto y la escultura «tienen que servir para que las generaciones venideras aprendan donde no hay que caer». «La línea que separa la barbarie y el horror de la concordia es muy fina», apostilló Navarro, quien defendió la importancia de «los valores democráticos, la concordia y la convivencia».
Por su parte, el alcalde de Canillas de Albaida, Jorge Martín (PP), aseguró que el objetivo de colocar esta escultura en el mirador junto a la ermita de Santa Ana es «no olvidar nuestra historia, para que así sirva para no volverla a repetir».
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