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Pablo Rojo es abogado, pero se considera un auténtico «apasionado» de la historia, especialmente de la local, la más cercana, a su entorno vital, la comarca de la Axarquía. A sus 50 años, en su trayectoria investigadora, este vecino de Frigiliana ha publicado ya trabajos ... que han tenido una gran repercusión social, como 'Cien años de Nerja en fotos' (2005), 'Historia insólita de Nerja' (2012), 'La Cabalgada de Frigiliana' (2012) o 'Las primeras fábricas de la Luz de la Axarquía' (2019).
Con un trabajo sobre la historia de la fábrica de azúcar de caña Frigiliana, el antiguo Ingenio de Nuestra Señora del Carmen, el único de su tipo que sigue en funcionamiento en el sur de Europa, aún por publicar, Rojo ha completado ahora una labor de recopilación e investigación acerca de unas enigmáticas pinturas religiosas que ha ido coleccionado a lo largo de los años. «Las vi en algunas casas del pueblo, me empezaron a interesar, y los vecinos me contaban que eran de sus antepasados», ha explicado sobre las obras elaboradas con la técnicas de la llamada pintura sobre cristal.
Una selección, con una treintena de piezas, de dolorosas y cristos, pueden verse desde este pasado domingo en la céntrica sala de exposiciones municipal de la calle Real, número 80, donde se encontraba hasta hace unos años el Ayuntamiento de Frigiliana. Se trata de obras de formato medio, de 60x50 centímetros, en su mayoría. «Es una mezcla entre pintura y arte decorativo de amplio desarrollo y divulgación en toda Europa a partir del siglo XVIII, fecha en la que llega a España», explica Rojo, quien destaca que ha desaparecido «en prácticamente todo el país». No obstante, según las investigaciones que ha podido realizar, «pervive con gran éxito en algunas zonas de la antigua Yugoslavia y Rumanía».
La inauguración de la muestra contó con una gran afluencia de vecinos y visitantes. Respecto a sus orígenes, Rojo cuenta que la pintura religiosa sobre cristal «tenía un origen conventual, como parece ser el caso, al menos en parte, de la pintura malagueña». «Todos estos bellos trabajos artesanos sobre cristal comparten un claro origen en la iconografía bizantina. Muy similar, en su técnica y temática es la 'pittura su vetro', que se practicaba en Sicilia en el siglo XIX, y que artistas como Francesca Gucciardi, de Palermo, han recuperado en los últimos años», apostilla Rojo.
Según confiesa el comisario de la exposición, que podrá visitarse hasta mediados de junio, en horario de mañana y de tarde, todos los días, «nada he podido encontrar en las fuentes documentales, sobre este tipo de arte popular en la comarca de la Axarquía». «Tan sólo la tradición oral de los mayores de Frigiliana nos ha permitido saber que estos cuadros eran pintados por frailes de los conventos de la provincia, posiblemente de Ronda, Vélez-Málaga, Torrox o Málaga», añade el investigador y abogado de Frigiliana.
Rojo asegura que para los religiosos la venta de estos cuadros «era un modo de obtener unos ingresos para la comunidad». Al parecer, según el investigador, estos religiosos, iban por los pueblos y por los campos con su carga de cuadros a lomos de un jumento, y los intercambiaban, la mayor parte de las veces, por alimentos, patatas, higos, pasas… Pero, «no hay fuentes documentales que apoyen esta teoría», advierte el investigador, para quien «puede ser que algunos de estos cuadros, quizás los más pequeños y humildes, eran trabajos realizados por algunas personas de los pueblos, a modo de exvotos, que eran colocados en casas, ermitas, iglesias y capillas, como promesa ante alguna petición de curación de enfermedad a santos y vírgenes».
Tras años de búsqueda por diferentes medios, subastas y páginas de venta por internet, Rojo ha podido constatar, aunque de modo no sistemático, sino meramente intuitivo, que «casi todas estas pinturas con temática e iconografía similar proceden de la provincia de Málaga». Según detalla, «en otras zonas de España existen otras de tipología similar, aunque presentan claras diferencias en cuanto a la confección de las composiciones y las figuras». «Es difícil saber cuándo se pintaron estos cuadros sobre cristal. Si bien tradicionalmente se han datado en la segunda mitad del siglo XVIII, dado el aspecto ciertamente arcaico que presentan, todo apunta a que se estuvieron elaborando con temática y estilo inamovible, al menos, hasta la segunda mitad del siglo XIX», apunta el investigador de Frigiliana.
Según describe, la pintura se aplicaba en el reverso del cristal, y se iba pintando «de dentro afuera». «Para muchos detalles, como los rayos de luz o los ribetes de los mantos, se utilizaba pan de oro», apostilla. Así, buena parte del dibujo se hacía utilizando plantillas, por lo que muchos de los cuadros son prácticamente idénticos en cuanto a las figuras principales. «Los acabados y la calidad del cuadro en general dependían de la pericia del artista. Se aprecian ostensibles diferencias entre trabajos de temática similar, por lo que se descarta que todos fueran obra de la misma persona», añade.
En cuanto al estilo de estas peculiares obras, se aprecia que las figuras «presentan un acusado hieratismo y bidimensionalidad». Los trazos principales, como óvalos de rostros o manos, están marcados en color negro, para remarcar los contrastes. «Se podría hablar, en cierto modo, de un acusado toque naif en estos trabajos. La temática de las pinturas responde al amplio imaginario barroco de la época, con imágenes individuales como la Santa Faz, Cristo de la Columna, Cristo de la Caña… Pinturas de grupos, como la Sagrada Familia, la Oración en el Huerto, la Piedad», enumera.
Pero, sin duda, la imagen que más se repite, además de la más conseguida y carismática, es la de la Virgen de los Dolores. Según describe Rojo, la dolorosa tiene «la cabeza normalmente girada hacia la derecha, suele representarse una diadema de rayos solares y un manto oscuro cubierto de estrellas, las manos entrelazadas en posición orante, y los siete puñales que representan las siete penas que sufrió». «Curiosamente no aparece en estos cuadros representado el corazón del cual brotan llamas, y que forma parte de la caracterización tradicional de la Virgen de los Dolores. En honor a esta imagen, que forma parte ya de la iconografía de la Semana Santa de Frigiliana, hemos centrado en ella el título de la exposición», avanza.
A su juicio, «ningún pueblo como Frigiliana ha sabido conservar la tradición de estas pinturas, cuyo declive debió de gestarse a finales del siglo XIX con la generalización de la venta de litografías y láminas a color de mejor calidad artística y estilo más moderno». «Muchos de estos cuadros fueron descolgados de las paredes y guardados como cosa anacrónica. Otros muchos se perdieron dada la fragilidad de los soportes. Durante los años de la modernización y del mobiliario funcional, en los sesenta y setenta del siglo XX, otros tantos acabaron con toda seguridad en la basura», considera.
Según Rojo, en la vecina villa de Torrox llegó, en los años previos a la Guerra Civil, un marchante de arte británico que compró la mayoría de estos cuadros, «pudiendo haberse corroborado que existen bastantes de estos en el Reino Unido». En cambio, una parte de estas obras fueron pasando de padres a hijos, «o mejor dicho de madres a hijas, suponiendo no solo un elemento de devoción religiosa, sino también un exvoto de tradición familiar, un recuerdo de los antepasados». La devoción popular que ha existido tradicionalmente en Frigiliana hacia la Virgen de los Dolores, ha hecho que sean precisamente éstas las imágenes que más abundan en la exposición, si bien las que se exhiben son solo una muestra de todas las que se conservan en el pueblo.
Según recuerda Rojo, «en los años sesenta del siglo XX Antonio Navas Acosta, historiador y alcalde que fue de Frigiliana, recopiló parte de estos cuadros, estando muchos de ellos en su colección particular, habiéndolos cedido »gentilmente para esta exposición sus herederos«, apostilla. A partir de los años ochenta del siglo pasado, las cofradías de Semana Santa comenzaron a procesionar algunos de estos cuadros, encastrados en varios estandartes, dotando a las procesiones de Frigiliana de una personalidad más acusada si cabe, añadiéndole una peculiar plástica barroca que se mantiene hasta nuestros días.
Los cuadros para esos desfiles eran prestados por vecinas del pueblo axárquico. A raíz de la rotura de alguno de estas delicadísimas imágenes, cuya reconstrucción es ciertamente difícil una vez quebrados, se decidió encargar unas reproducciones, que fueron realizadas por la artista Pilar García Millán, según describe el investigador De su pincel salieron también unos bellos cuadros que reproducían escenas y personajes de la vida de los moriscos, que también lograron una gran difusión «dada su calidad y belleza».
Rojo, que forma parte de la Asociación Cultura Taha de Frigiliana, ha reunido en esta exposición una parte de estas obras que se han podido recopilar. «El Museo de Artes y Costumbre Populares de Málaga expone una muestra de este tipo de arte pictórico, pero quizá sea la primera exposición monográfica que se hace sobre pintura popular sobre cristal en Málaga», considera el investigador, quien detalla que buen parte de las obras proceden de Frigiliana, aunque también las hay que tienen su origen en Torrox, Alhaurín de la Torre, Ronda, o la capital. «Hemos sido muy prudentes a la hora de datar y catalogar las obras, dada la falta de información. Esperamos que esta exposición sea el principio de algo: la puesta en valor de un arte popular característico, autóctono y genuino de nuestra cultura«, concluye.
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