Secciones
Servicios
Destacamos
El edificio del colegio Pablo Ruiz Picasso de Cútar está situado en la parte baja del casco urbano de este pequeño y coqueto pueblo del corazón de la Axarquía, rodeado de montes de pronunciadas pendientes. Hace ya dos cursos que el inmueble enmudeció. Atrás quedaron ... más de cuatro décadas en las que el centro llegó a tener hasta medio centenar de alumnos. Paulatinamente, fue perdiendo estudiantes, hasta que en 2019 se quedó con sólo dos alumnos, lo que llevó a la Junta de Andalucía a ordenar su cierre provisional.
Así continúa, pandemia mediante, en julio de 2021. «Ojalá podamos reabrirlo pronto, han nacido varios niños en estos dos años y esperamos que para el próximo curso o para el siguiente se pueda reabrir», dice Mari Carmen Agüera, concejala de Educación (PP), quien destaca que el municipio, con 615 habitantes empadronados a 1 de enero de 2020, tiene «una gran dispersión demográfica, con hasta siete pedanías».
«Fue una mezcla de todo: las familias que tenían niños en esa edad prefirieron que sus hijos fuesen al colegio de Benamargosa, a siete kilómetros, porque allí tenían amigos», argumenta el alcalde, Francisco Ruiz (PP), en el cargo desde 1999. «Es una pena que se cerrara, pero tenemos el compromiso de la Junta de que, si vuelve a haber al menos tres alumnos, se reabre«, desvela el regidor.
Noticia Relacionada
A las puertas del centro, Alejandra Ruiz, de diez años, y los hermanos Lucía, de ocho, y Diego Lozano, también de diez, recuerdan que cuando acudían al centro «no teníamos que madrugar tanto». «Ahora nos tenemos que levantar a las ocho de la mañana y no volvemos hasta las tres, el autobús da muchas vueltas, porque pasa por las distintas pedanías de Cútar«, sostiene Alejandra. Su madre, Gema Lozano, admite que al acudir al colegio público de Benamargosa »tienen a sus amigos allí y en el centro cuentan con mejores recursos«.
Según explica el regidor cutareño, hasta el año 2019, cuando cerró, la media de alumnos en el centro fue de entre ocho y diez cada curso durante una década. Ahora hay medio centenar de niños en edad escolar en Cútar, que acuden a colegios de pueblos próximos, como el mencionado de Benamargosa o el de la pedanía de Los Romanes, que pertenece a La Viñuela, a 11 kilómetros.
En Cútar sí cuentan con un médico dos días a la semana. Francisco Mérida, de 60 años, lleva una década pasando consulta entre este consultorio y el de la vecina Comares, a 17 kilómetros. «Es un trabajo muy bonito, no me quiero ir de aquí hasta que me jubile», admite este galeno, que tiene como ayudante a Francesco Milia, de 29 años, en su cuarto año del MIR. «Es una relación mucho más cercana con la gente, te llaman de 'don', pero luego te hablan de 'tú', es divertido», comenta.
Tras quince meses de pandemia, Mérida sostiene que los vecinos de Cútar y Comares «se han sentido más seguros» en los pueblos que en otros sitios. De hecho, según cuenta, fueron muchos los que se «refugiaron» allí durante el primer confinamiento decretado en marzo de 2020. «La gente parece que se siente aquí más segura, más protegida, aunque es cierto que ha habido otros pueblos cercanos, como Almáchar y El Borge, en los que ha habido varios picos de casos, añade.
En el casco urbano de Cútar únicamente hay una tienda de alimentación. La regenta Melodi Fernández, vecina de El Borge, de 32 años, desde hace seis. «Abro de 8.30 a 12.00 horas, con la pandemia me ha ido muy bien, sobre todo con el primer confinamiento, tuve muchísimos pedidos», dice. La empresaria también está al frente del único bar del pueblo, en la plaza junto al Ayuntamiento, que abre sólo durante los fines de semana. «La cosa está muy tranquila, echamos de menos a los turistas, sobre todo a los 'guiris', que aunque casi no comían, sí bebían mucho», admite.
La farmacia es el otro referente en un pueblo tan pequeño. José Antonio Colino, natural de Andújar (Jaén), lleva siete años «casi sin moverme de Cútar», reconoce este farmacéutico, que llegó en 2014. «Tengo un código no escrito con los vecinos, si mi coche está aparcado en la puerta es que estoy aquí y entonces pueden llamarme para las urgencias con receta», confiesa este jienense, que se ha adaptado «perfectamente» a la vida en Cútar. «Es un pueblo muy pintoresco, muy tranquilo, con unos paisajes espectaculares, cada vez que mando fotos a los amigos alucinan», cuenta Colino.
A falta de conocer los nuevos datos del padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE), el alcalde estima que la población «se ha mantenido estable a pesar de la pandemia». «La falta de oportunidades laborales de los jóvenes hace que se marchen del pueblo«, sostiene Francisco Ruiz.
Entre los proyectos inmediatos para mejorar las infraestructuras y la oferta turística, el regidor cutareño señala la construcción de una piscina pública, con un coste de 250.000 euros, financiados por la Diputación, que estará lista en unas semanas y la apertura del centro de interpretación del monfí, donde se expondrá una copia del Corán hallado en las obras de una casa en 2003.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.