Mariló V. Oyonarte es profesora de piano en excedencia. Granadina de nacimiento, fue 'girl scout' y durante años recorrió el parque nacional de Sierra Nevada. Hace apenas una década, empujada por dos amigos senderistas, Carlos Luengo y Manuel Rodríguez, conoció el parque natural de las ... Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. A principios del mes pasado fue nombrada por la Junta presidenta de la Junta Rectora de este espacio, de más de 40.000 hectáreas, que comparten las provincias de Granada y Málaga.
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–¿Qué es la Junta Rectora?
–Es un órgano consultivo, dependiente de la Consejería de Desarrollo Sostenible, que es la que rige la gestión de este espacio natural protegido desde 1999. La directora del parque es, desde hace un año, Mariana Orti Moris, una funcionaria de Málaga con muchísimas ganas de trabajar, que le está poniendo mucha ilusión. En la Junta Rectora están representadas las administraciones, organizaciones, asociaciones... todo el que tenga algo que ver con el espacio natural. Desde hace un año ha estado bastante parada, por la pandemia. El mandato del anterior presidente, José Benavente, estaba caducado. En este mes tenemos previsto celebrar una primera reunión, que se hará de forma telemática.
–¿Qué supone este nombramiento para usted?
–Es un honor, estoy súper emocionada. Es una alegría, un orgullo inmenso, y supone un reconocimiento, porque aunque sólo llevo diez años recorriendo la sierra, le tengo mucho apego y amor. Voy todos los fines de semana y este año que estoy de excedencia en mi trabajo, varias veces a la semana.
–¿Cuáles son los principales retos que afronta el espacio?
–El principal es saber conjugar adecuadamente la conservación y el desarrollo sostenible de este espacio, que comparten los municipios granadinos de Alhama de Granada, Arenas del Rey, Játar, Jayena y Otívar, junto a los malagueños de Alcaucín, Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Cómpeta, Frigiliana, Nerja, Salares y Sedella. La Axarquía es más floreciente, más dinámica, porque está más próxima al mar y es una zona mucho más turística. El entorno de Alhama es también bellísimo, hay mucha más agua. En todos los casos son pueblos con características diferentes, pero tienen en común que la inmensa mayoría de ellos están perdiendo población. Tenemos que promocionarlos y apoyarlos. Ya no hay pastores, caleros, arrieros ni resineros. La sierra lleva más de 30 años abandonada y voy a luchar por volver a ponerla en valor, pero conservándola. Tenemos que preservar la biología, la fauna y la flora, pero a la vez apoyar a los pueblos, promocionar el desarrollo sostenible.
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–¿Cuáles son los mayores atractivos de este parque natural?
–Son muchísimos. Hay más de 40.000 hectáreas, de paisajes increíbles. Lo más espectacular son las vistas del horizonte. Es un espacio muy agreste, con una enorme masa boscosa. Es una isla verde entre el mar Mediterráneo y el poniente granadino. Pero más que estos valores medioambientales, creo que lo que más destaca es su etnografía, los pueblos y las gentes que lo conforman. Durante siglos hubo miles de senderos y caminos que comunicaban las dos provincias, lo que provocó continuos intercambios culturales, de conocimiento, amores... es una idiosincrasia muy particular, que he tratado de reflejar y rescatar en mis reportajes y artículos, que llevo publicando apenas seis años.
–¿Cómo es posible conjugar la promoción y la conservación?
–Creo que lo más importante es concienciar e involucrar a la población en la importancia de este espacio, de sus valores, entonces van a ayudar mucho más. Amar es conservar y conocer es sumar. La gente se tiene que concienciar de que no se puede dejar basura en los senderos, hay que mantener los caminos para que no se pierdan. Tenemos que promocionar el parque como un espacio de desarrollo sostenible para sus pueblos y sus gentes, para que no caigan en el olvido. La gente tiene que seguir viviendo en la sierra. Para ello, hay que promover cursos, actividades medioambientales, plantaciones y reforestaciones, especialmente entre los más pequeños, entre la población más joven.
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–¿Qué piensan hacer para acabar con conductas incívicas como las de los motoristas que recorren el parque o la caza furtiva?
–Tenemos que hacer que se cumplan las normativas, pero evidentemente es imposible conseguirlo con tan solo 14 guardas forestales para todo el parque natural, porque son más de 40.000 hectáreas. Hay que involucrar a la gente, apoyar a la dirección y escuchar a los alcaldes de toda la zona. Queremos poner en marcha una gran red de voluntariado, contando para ello con las principales asociaciones de senderistas del entorno. Es un proyecto que creo muy interesante y oportuno para contribuir a esa concienciación, a poner en valor y a respetar todo el entorno.
–¿Cómo le está afectando la crisis del Covid al parque natural?
–Principalmente se ha notado en que ha descendido muchísimo el número de senderistas y de excursionistas. Esto puede ser bueno a primera vista, porque sirve para que el espacio respire y se evite que haya tanta presión sobre zonas muy masificadas como el río Chíllar, en Nerja. Pero por otro lado está haciendo que muchísimos senderos se estén cerrando por la vegetación, están desapareciendo. Tenemos que potenciar un plan de mantenimiento de los senderos, más allá incluso de los 15 que están señalizados y son los oficiales. El fuego es uno de los mayores peligros para el parque y tenemos que evitar, por todos los medios, que haya un gran incendio.
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