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La ola migratoria en Canarias de este 2023 ha sido la más grande de la historia reciente, con más de 31.000 personas que han llegado en cayuco hasta el archipiélago en lo que va de año, superando así el anterior pico, registrado en 2005 ... y 2006. Esta situación extraordinaria obligó al Gobierno central a activar un plan especial de atención, con traslados masivos hasta la península y su reparto por edificios públicos y privados, como hoteles y residencias.
Entre estos ha estado el hotel Urban Beach de El Morche, en Torrox-Costa, un alojamiento de cuatro estrellas por el que han pasado desde finales del pasado octubre y hasta este pasado martes un total de 385 migrantes africanos, todos ellos varones, en su mayoría procedentes de Senegal, pero también de Marruecos, Argelia o Túnez, entre otros países. La atención para facilitar su integración en España y Europa ha sido realizado por la Cruz Roja.
Según los datos aportados este miércoles a SUR por esta ONG, de las 385 personas acogidas en Torrox, 61 presentaban vulnerabilidades, un menor fue derivado a los servicios de protección de la Junta y 64 han pedido protección internacional por distintos motivos. El grueso del grupo, unos 300, se han ido marchando progresivamente «con sus redes de apoyo», según ha informado a este periódico el coordinador provincial de Cruz Roja, Samuel Linares.
«A diferencia de otros picos de migración, hemos detectado esta vez una mayor dispersión por toda España y no tanta concentración hacia el País Vasco o Cataluña, que eran, a menudo, los lugares de tránsito para ir a otros países», ha apuntado Linares, que lleva en el puesto desde 2009, por lo que ha vivido otros episodios anteriores similares, como el de 2018. «Son personas que vienen jugándose la vida, subiéndose a un cayuco, para buscarse un medio de vida para sí y su familia, es muy difícil que te salga otra cosa más que humanidad», ha reflexionado Linares.
Los migrantes reciben apoyo psicológico y orientación para poder afrontar su nueva vida. En función de cada caso, pueden recibir una orden de expulsión, pero eso no significa que vayan a ser deportados inmediatamente a sus países de origen, ya que no en todos los casos hay convenios de extradición. «Solicitan la acogida humanitaria y otros una protección internacional por algún motivo. Aunque tengan documentación de sus países de origen, están en situación irregular en España y en Europa, y según la legislación de extranjería, para demostrar el arraigo tienen que pasar al menos tres años», ha explicado el coordinador provincial de Cruz Roja.
Esto hace que la inmensa mayoría de los migrantes se vean abocados a trabajar en la economía sumergida, especialmente en la venta ambulante ilegal, en paseos marítimos y mercadillos de la provincia. «Les damos competencias, idiomas, conocimientos sobre sus derechos y obligaciones, pasan por un periodo de adaptación», ha sostenido Linares, quien ha destacado que, a pesar de la polémica generada en los primeros días por unas declaraciones del concejal de Cultura y Tradiciones Populares, Salvador Escudero (PP), la estancia de los 385 migrantes en Torrox ha sido «pacífica, y sin ningún tipo de incidentes». El edil llegó a compararlos con animales y dijo en la radio municipal que «no sabemos si van a robar un coche, es como si te ponen una bomba de relojería».
«Los vecinos saben que vienen buscando una oportunidad de una vida mejor, la mirada ha sido empática, ellos lo último que buscan es tener un conflicto con la sociedad de acogida, tenemos que ver los movimientos migratorios como algo natural al ser humano», ha reflexionado Linares, quien sin querer entrar en valoraciones sobre las polémicas palabras del edil torroxeño, por las que la Fiscalía ha abierto diligencias de investigación penal tras las denuncias de partidos políticos como el PSOE, IU y la ONG Málaga Acoge, ha pedido a los responsables públicos, «locales, autonómicos o estatales, que ayuden a acoger y tratar bien a las personas migrantes, porque es esencial».
«Estas personas viven un periplo muy complicado, no es nada fácil lo que viven, jugándose la vida en una barca de madera a lo largo de más de 2.000 kilómetros en el océano Atlántico, ocho o diez días a la deriva, por mi experiencia en estos años lo que necesitan son miradas de entendimiento, no de odio ni de rechazo», ha considerado Linares, para quien «la sociedad malagueña en general es consciente, solidaria y empática, aunque pueda haber salidas de tono, pero independientemente de la ideología, tenemos que ser capaces de resolver los problemas de estas personas que vienen buscando una vida mejor».
Por su parte, el alcalde de Torrox, Óscar Medina (PP), ha agradecido la labor realizada por Cruz Roja con estas personas migrantes acogidas en el hotel Urban Beach de El Morche y ha destacado «la ausencia absoluta de incidentes» con los vecinos, lamentando una vez más las palabras de su concejal de Cultura y Tradiciones Populares, sobre el que ha recordado que pidió «disculpas sinceras» a las pocas horas de saltar la polémica.
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