La Casa Rudofsky, la desconocida vivienda declarada BIC en Frigiliana

La Casa, construida en 1970 y que ha sido objeto de varias modificaciones sustanciales posteriormente, fue declarada en enero de 2011 como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de monumento por la Junta de Andalucía, después de que un grupo de arquitectos recogieran firmas para conseguir esta protección, coordinados por el Centro José Guerrero, con sede en Granada. El expediente administrativo se había iniciado en el verano de 2009.

Tras unos años en un estado de semiabandono, después de que la viuda de Rudofsky se la vendiera a un matrimonio austriaco, el inmueble fue objeto de diversas reformas sustanciales. Los nuevos dueños iniciaron una serie de modificaciones, que fueron paralizadas inicialmente por la Junta de Andalucía, que llegó incluso a sancionar a los propietarios, aunque finalmente autorizó la renovación de la instalación eléctrica y de los ventanales. Sin embargo, el inmueble ha sido objeto de más modificaciones, como el vallado perimetral, que no estaba en el año 2011, tal y como ha podido constatar SUR.

La singularidad del inmueble, situado en la zona de Los Cortijos de San Rafael, hoy día totalmente rodeado de enormes chalets y mansiones, reside en el respeto absoluto al paisaje rural y a sus alrededores, para lo que se conservó tanto la topografía abrupta como la vegetación original, que se insertaron en el paisaje con un mimetismo total. El inmueble, situado en la parte baja de los montes de Frigiliana, cerca de Nerja y a tres kilómetros de la costa, sintetiza las teorías de su autor sobre la sensibilidad hacia el entorno, la austeridad de medios y la recuperación contemporánea de la arquitectura vernácula.

Así los pinos, algarrobos y encinas se mezclaban originalmente con las columnas del porche, en una armonía muy particular. Se renunció de esta manera a los movimientos de tierras para manipular las cotas naturales o al diseño de jardines, tal y como, por otro lado, se ha hecho de manera habitual en el 'desbarajuste' urbanístico axárquico especialmente en los últimos veinte años, y se limitó la intervención a senderos realizados con material cerámico artesanal.

La Casa refleja los objetivos de Rudofsky en el sentido de aprovechar el espacio al aire libre sin renunciar a la privacidad, para lo que el autor difuminó los límites de las estancias interiores e interpretó las zonas no construidas como expansiones naturales de la casa. El conjunto se completa con un patio configurado como una habitación más, que resume y simboliza las ideas rudofskianas sobre el carácter sagrado de la esfera privada. En líneas generales, el interior del inmueble destaca por la sabia interpretación contemporánea y universalista de las claves locales y de la tradición de la vivienda mediterránea que busca la belleza en los vacíos que dejan los excesos innecesarios.

Rudofsky fue arquitecto, crítico y escritor, con libros como 'Architecture without architects', además de coordinador de exposiciones en el MOMA de Nueva York, diseñador de ropa, fotógrafo, artista plástico y profesor de varias universidades de prestigio. En sus obras, centradas en la escala pequeña de lo doméstico, prevalece siempre la salvaguarda de la intimidad frente a lo colectivo, y la lectura de la vivienda como universo propio y contenedor simbólico de la construcción de la identidad personal.

Por su parte, el alcalde de Frigiliana, Alejandro Herrero (PSOE), ha asegurado a SUR que, en cumplimiento de la normativa andaluza sobre los BIC, están tratando de que los dueños permitan las visitas a la Casa Rudofsky, al menos, cuatro días al mes. «Estamos en contacto con los propietarios, a través de la Delegación de Cultura, y hay una buena disposición por su parte, esperamos llegar a un acuerdo en los próximos meses y que este enclave pueda ser un reclamo turístico más para Frigiliana y para todos los interesados en conocer esta obra de este prestigioso arquitecto», ha apostillado.

Por su parte, el periodista Antonio Pomet, en el bog del Centro José Guerrero, cuenta en un blog que en 2005, "Lisa Guerrero nos advirtió por primera vez del peligro que corría la casa que Berta y Bernard Rudofsky construyeron en Frigiliana durante los años setenta". "Este fue el primer contacto que tuvo el Centro Guerrero con el arquitecto austriaco y que nos permitiría descubrir que Bernard Rudofsky, también diseñador de ropa y mobiliario, investigador, fotógrafo, editor, profesor y comisario de exposiciones, había construido, a escasos kilómetros de la casa que la familia Guerrero tenía también en Frigiliana, su residencia de verano, La Casa, considerada como su testimonio vital y filosófico y que constituye su única construcción en nuestro país", ha resaltado.

Sin embargo, a juicio de Pomet, "quizá habría que definir a Bernard Rudofsky como alguien que se situaba más allá de esas disciplinas". "Más bien era un ideólogo de la habitabilidad, un pensador que estudiaba la naturaleza humana a través de esas disciplinas para darle un sentido más consecuente al modo en que el hombre se relacionaba con el medio", ha expresado. "Para Rudofsky no había una línea que separara la escultura, la arquitectura o el paisajismo: la integración, la armonía, eran premisas ineludibles para proyectar una casa en un espacio, como lo eran también para diseñar un zapato para un pie, o una silla para una postura", ha apostillado.

Según este periodista, "su obra se puede entender como un amplio y heterogéneo ensayo sobre cómo vivir en el mundo". "A él lo podríamos considerar un hombre renacentista del siglo XX y, como crítico implacable de una sociedad que ha sobredimensionado el yo para pervertir el legado ilustrado, un filósofo político y moral en el mejor de los sentidos", ha expresado.

Según recuerda Pomet, el esfuerzo del Centro José Guerrero para proteger 'La Casa' "sirvió asimismo para entender que estábamos ante un artista poliédrico, un intelectual al margen de la cultura dominante que desplegaba una fértil creatividad guiada por la más fina de las agudezas y la más constructiva de las mordacidades". "Sus trabajos en los diferentes campos que cultivó tenían una premisa común: señalar los errores de algunos de los caminos que la historia del diseño y la arquitectura había tomado en nombre de una supuesta modernidad y proponer para ellos alternativas verdaderamente modernas que a menudo se basaban en el sencillo y humilde gesto de mirar un poco más atrás en el tiempo", ha argumentado.

Ante el descubrimiento de un trabajo tan heterodoxo como inteligente, el Centro Guerrero organizó en octubre de 2013 un seminario sobre Rudofsky en el que participaron algunos de los mejores conocedores de su obra en el mundo, y en mayo de 2014, una exposición de fotografías, dibujos, publicaciones y proyectos que dieron cuenta de sus aportaciones éticas y estéticas a la forma de vida contemporánea.

Hace una década el centro granadino editó el libro 'Bernard Rudofsky. Desobediencia crítica a la modernidad', "un verdadero artefacto en papel, cincuenta años después de que viera la luz su libro más significativo, 'Arquitectura sin arquitectos' (1964), para recoger las aportaciones de los especialistas invitados al seminario, mostrar una selección de las obras expuestas y convertirse en un homenaje a Rudofsky, a su mujer Berta y a Lisa Guerrero, sin la que el legado de este insumiso filósofo de la modernidad quizá nos habría pasado desapercibida", ha finalizado.