Una de las pancartas que se mostraron en las protestas de hace un cuarto de siglo. EDUARDO BOMBARELLI

'Sí al azadón, no al hormigón': 25 años de la protesta que llevó a los colonos de Maro a encerrarse en la Cueva de Nerja

Tres de los protagonistas de aquellas jornadas reviven sus recuerdos 25 años después de una movilización que no consiguió el objetivo de que los arrendatarios históricos accedieran a la propiedad del suelo, en manos de Larios, que proyecta su reclasificación para construir 680 casas, un campo de golf y hoteles

Lunes, 13 de diciembre 2021, 00:31

'Sí al azadón, no al hormigón'. 'Sin la tierra no hay futuro'. 'Justicia con los colonos de Larios'. Éstas eran tres de las frases que podían leerse en las numerosas pancartas que se sacaron a las calles de Nerja y Maro en los fríos ... y lluviosos días que transcurrieron entre el 13 y el 23 de diciembre de 1996, cuando la localidad costera más oriental de la provincia fue escenario de una auténtica 'revuelta campesina'. La protagonizaron los llamados colonos de Maro, familias que habían cultivado las tierras, propiedad del marqués de Larios, durante cinco siglos, y que temían perder sus derechos, reclamando acceder a la titularidad del suelo que labraban.

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Un cuarto de siglo después, SUR echa la vista atrás y conversa con tres de los protagonistas de aquellos días: la que entonces era alcaldesa pedánea de Maro y lo vuelve a ser en la actualidad, Nuchi Moreno; el gerente de la cooperativa agrícola local, Pepe Moreno, y el periodista y fotógrafo local Eduardo Bombarelli. El tiempo ha pasado, las cosas han cambiado mucho, pero en el fondo sigue latiendo el debate sobre la propiedad de la tierra para los agricultores y su posible reclasificación urbanística.

Entre medias se ha cruzado el reciente incendio que ha afectado a parte de estos suelos, calcinando 34 de las 250 hectáreas que tienen las vegas de Maro y Tetuán. «Esto se veía venir, las tierras no pueden estar como están, hay muchos arrendatarios que no las trabajan, o son agrícolas o son residenciales», argumenta Nuchi Moreno, quien en el debate sobre si se debe autorizar la recalificación de los suelos para permitir el proyecto de construcción de 680 viviendas, un campo de golf y hoteles de lujo, no se moja y dice que «depende».

«Si el proyecto va a mejorar la situación de la zona, ¿quién soy yo para decir no a que se amplíe la actividad económica y que Maro no quede paralizada?», sostiene Moreno, quien considera que «hay espacio para todo». La alcaldesa pedánea asegura que su opinión la comparten «muchos vecinos, o por lo menos eso me dicen». «No se puede permitir que se sigan subarrendando las parcelas, que muchas estén ocupadas por gente que no las cultiva», afirma Nuchi Moreno, de 57 años.

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Cuando se produjo el encierro en la gruta nerjeña, que obligó a su clausura temporal, ella tenía 32 años. «Recuerdo la desesperación de la gente, los agricultores son un gremio pacífico, a nadie le gustaba tener que encerrarse en una cueva, pero era la única forma de que nos escucharan», explica. ¿Y se les oyó? «No fue fácil demostrar que las tierras se habían estado cultivando desde antes de agosto de 1942, había que hacerlo con documentos fehacientes», recuerda.

El resultado de aquel encierro fue que Larios indemnizó a la inmensa mayoría de los colonos por las mejoras que habían hecho en las tierras, renegociando nuevos contratos, con una duración máxima de un año. Pepe Moreno, que entonces tenía 35 años, fue uno de los que estuvo los diez días encerrado en la cavidad. «Aquello se fue de las manos, al principio íbamos a ser 10 ó 15, pero al final se metieron más de 50 personas», recuerda el gerente de la cooperativa mareña, que agrupa a unos 70 socios y que factura alrededor de un millón de euros al año.

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«Una auténtica burrada»

«¿Si sigue vigente el lema de 'Sí al azadón, no al hormigón'? Pues claro que sí», contesta convencido. «Me parece una auténtica burrada lo que quieren hacer, cambiarle el uso a una tierra que lleva siendo agrícola cinco siglos», asegura Pepe Moreno, quien cree que las intenciones de Larios «son especular con el turismo». «Fecha de caducidad, por supuesto que le veo a todo esto, a mis dos hijos qué les voy a dejar, ¿los dos mil metros cuadrados que tengo ahora?, con eso no se vive», se lamenta.

A su juicio, la situación de la vega de Maro «es un desastre, por la degradación por culpa de Larios, del Ayuntamiento y de los arrendatarios». «Me da mucha pena, y ahora con el incendio más todavía», apostilla. El gerente de Coamar considera que «la solución es apostar por una agricultura sostenible». «Unos y otros se echan la pelota, permitiendo caravanas y chabolas, entre otras barbaridades», protesta en alusión al propietario y al Ayuntamiento. Moreno señala que en El Playazo, la otra gran zona virgen sin construir en Nerja, al oeste del término municipal, «está pasando algo parecido, están especulando y degradándolo, pero allí son muchos más propietarios».

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Por su parte, Bombarelli recuerda aquellas días «con mucho frío y nervios». Entonces, con 26 años, y recién licenciado en Periodismo, «fui consciente de que aquello que estaba pasando era histórico, era una guerra, un conflicto por la propiedad de la tierra, que 25 años después sigue sin solucionarse», apunta. Para él, con la pandemia, «no hay que apostar por modelos turísticos caducos como los campos de golf, sino diversificar y no poner todos los huevos en la misma cesta», afirma. «Nerja ya tuvo su campo de golf y acabaron construyendo viviendas y un Mercadona, tenemos el campo de Baviera en Vélez-Málaga a apenas 20 minutos», argumenta Bombarelli.

Arriba, aspecto de una de las zonas afectadas por el reciente fuego en Maro; abajo, a la izquierda, manifestación en apoyo de los colonos, con todos los partidos políticos de aquel momento, y a la derecha, la Guardia Civil, rompiendo la puerta de acceso a la gruta. E. CABEZAS / EDUARDO BOMBARELLI
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