Han pasado apenas seis años pero en este tiempo Miguel Alba (Miguel Alba, 1960) ha vivido «muy intensamente» lo que comenzó siendo una investigación a partir de una foto de una familia que cuelga de las paredes del Museo de Artes Populares de Benagalbón. Aquella ... instantánea fue la mecha que encendió su curiosidad para bucear en la historia de los más de dos mil malagueños y granadinos que entre 1907 y 1913 emprendieron un viaje sin retorno a las antípodas, hasta las paradisíacas islas de Hawái, con la promesa de encontrar casa y trabajo en las plantaciones de caña de azúcar.
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De ahí han surgido ya dos libros, 'S. S. Heliópolis. La primera emigración de andaluces a Hawái (1907)', publicado en 2016, y 'La Odisea del buque Orteric', en 2021, así como un documental dirigido por el cineasta Eterio Ortega, '1907. Hawai o miseria', estrenado 2017. Pero las historias se han hecho también realidad, de carne y hueso, contactando y conociendo, primero a través de las redes sociales y por teléfono, y luego en persona, a decenas de descendientes de aquellos emigrantes españoles.
De hecho, la pasada semana se celebró en Cáceres el primer Congreso Internacional de Emigrantes Españoles a Hawái y California, al que acudieron 52 descendientes. Hasta la ciudad extremeña se desplazó Alba, junto a 17 descendientes de aquellos malagueños y granadinos que pusieron tierra y mar de por medio en busca de una vida mejor. Sin embargo, el sueño se convirtió en muy poco tiempo en pesadilla y la mayoría se marchó de Hawái, rumbo a California.
«El analfabetismo y la hambruna hacían mella en los cortijos andaluces esquilmados por años de dura sequía, y los 'ganchos', los comerciales que usaban para vender la supuesta prosperidad que les brindaba esta aventura lo tuvieron bastante fácil. Hicieron su agosto», cuenta Alba, quien destaca que sus condiciones de trabajo «eran leoninas, de esclavitud, prácticamente». «Nada de los que les prometieron se cumplió. Muchos de ellos abandonaron como y cuando pudieron la isla y pudieron recalar, con sus míseras pertenencias en San Francisco, lo más lejos que les permitía sus posibilidades económicas», explica el investigador malagueño.
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Según detalla Alba, la urbe californiana era una ciudad «que acababa de ser devastada por el mayor terremoto que ha sufrido en su historia». «Nunca regresaron a España, a Andalucía, a Málaga. Formaron sus familias en California. Actualmente viven allí un millón de sus descendientes», resalta. No en vano, los cálculos de Alba apuntan a que, entre 1907 y 1913, emigraron unos 8.000 españoles a Hawái, de los que 6.000 eran andaluces y unos 600 extremeños. «Para ellos está siendo muy emocionante conocer los lugares de los que partieron sus abuelos o tatarabuelos, ninguno conserva ya los apellidos de sus antepasados ni casi ninguno habla nada de español», advierte Alba.
Entre los descendientes que están de visita en estos días por Málaga están los hermanos Patricia y Steve Steele, que han conocido ya el núcleo de Benagalbón, perteneciente a Rincón de la Victoria, de donde partieron sus antepasados, la familia Ruiz. Además, tienen raíces, por otra rama, en el pueblo zamorano de Fuentesaúco, «porque las primeras generaciones de españoles se casaron mucho», apostilla el investigador malagueño.
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Por su parte, en la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, la norteamericana Kelly Marshall ha conocido a sus primos españoles, los Caraballo, que procedían, a su vez, de Utrera. «En el puerto de Málaga es donde más se emocionan cuando les digo que desde allí partieron los barcos en los que recorrieron 13.000 kilómetros, en unas pésimas condiciones de salubridad, en busca del sueño de una vida mejor», explica el investigador. Los norteamericanos han recorrido también Moclinejo, donde han visitado las bodegas Dimobe. En Rincón de la Victoria se han adentrado en la Cueva del Tesoro, y en Motril, han conocido las últimas grandes plantaciones de caña de azúcar y la fábrica de ron de Montero.
Con anterioridad a este periplo, Alba había establecido ya contacto con otros casos de descendientes, como el de Victoria Milburn, quien después de un año viviendo en Nerja ha conseguido encontrar a sus primos españoles, originarios de la localidad costera más oriental de la provincia y del municipio granadino de Trevélez. «Esto es un no parar, a través de las redes sociales y cada vez más presencialmente, siguen saliendo más casos de descendientes de aquella amarga emigración a Hawái para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar», apostilla.
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