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Nerja presume de estar situada en una ubicación privilegiada, a los pies de la imponente Sierra Almijara, con sus cimas de más de 1.800 metros de altitud sobre el nivel del mar y a apenas 20 kilómetros en línea recta de la playa, como ... la Navachica. Sus imponentes acantilados de Maro-Cerro Gordo y otras montañas icónicas, como el Pico del Cielo, de 1.508 metros de altitud y a apenas seis kilómetros de la orilla del mar, convierten a la localidad costera más oriental de provincia en un enclave con una orografía única en toda la península.
Este relieve escarpado también tiene su reflejo en su geología. En el suelo nerjeño hay un tipo de roca muy peculiar, la llamada almendrilla. Es lo que los locales han conocido siempre como el 'tablazo', una roca muy dura y conformada por otras rocas, a modo de argamasa natural. Puede verse, por ejemplo, en los acantilados que jalonan la costa del casco urbano, en el paseo de los Carabineros, cerrado desde 2002 y reabierto parcialmente en los últimos años con algunos tramos.
Además, hay diversos elementos arquitectónicos que han empleado esta tipo de roca y que pueden contemplarse en el municipio. El doctor en Historia Francisco Capilla, vecino de la localidad axárquica, ha repasado en un reciente trabajo de investigación las edificaciones en las que aún puede contemplarse esta piedra almendrilla, a la que define como «un conglomerado calcáreo compuesto por cantos de mármol de distintos tamaños cementados con arcilla roja, dando lugar a un tipo de roca a la que el geógrafo francés René Lhénaff denominó 'brecha mortadela' por su parecido con ese embutido».
En concreto, estas brechas se formaron durante el periodo del Pleistoceno, hace 1,5 millones de años, en una serie de abanicos aluviales y dieron lugar a un tipo de suelo muy duro de espesor variable que en Nerja y Maro se conoce con el ya citado nombre de tablazos. Así, por ejemplo, la vega de Tetuán y el pago de las Mercedes tienen este material a apenas unos metros de la superficie, pero durante décadas se rellenaron de tierras de labor para cultivarlos. En el casco urbano, es habitual que cada vez que se hace una excavación aparezcan estas rocas, lo que obliga a las empresas a emplearse a fondo para romperlas.
Según Capilla, los restos arquitectónicos de piedra almendrilla se extrajeron del mismo tablazo, sin que se haya localizado una cantera específica. Así, como material de cantería se empleó en Nerja en la arquitectura doméstica, en la arquitectura religiosa, en la funeraria y en el mobiliario urbano, al menos, desde la segunda mitad del siglo XIX, aunque dejó de utilizarse, salvo en algún caso, a mediados del siglo XX, según recoge el investigador en su trabajo, publicado en su blog personal.
Según el autor nerjeño, una vez extraída la piedra de los tablazos era labrada y pulimentada, «consiguiéndose un acabado liso que unido a su cromatismo hacían de la almendrilla un material idóneo para determinados elementos de la construcción tanto en interiores como en exteriores: escalones, jambas, dinteles y arcos de puertas y ventanas, impostas, cornisas, molduras, así como para el bordillo de aceras y para bancos».
El emblemático Balcón de Europa es uno de los espacios en los que puede verse aún uno de sus usos, con su asiento corrido de piedra almendrilla instalado en el siglo XIX. Además, el pasado junio el Ayuntamiento instaló a ambos lados de la entrada al enclave dos pilares de barandilla realizados en piedra almendrilla que pertenecieron a la que había en la rotonda-mirador hasta la década de 1960 y que posteriormente estuvieron en el colegio Joaquín Herrera, hasta su demolición en 2021, según Capilla. En su trabajo repasa la historia del conocido mirador nerjeño desde que en 1830 se habilitó como espacio público tras ser destruido el antiguo castillo por los ingleses en la Guerra de la Independencia. En la década de 1930 se retiraron del Balcón de Europa unos asientos de almendrilla, «tal y como se aprecia en fotografías realizadas con anterioridad a dicha década y a su sustitución por otros de madera».
En cuanto a la arquitectura religiosa, dos son los templos de Nerja que cuentan con elementos de piedra almendrilla: la iglesia parroquial de El Salvador y la ermita de Nuestra Señora de las Angustias. En el templo, construido entre los siglos XVII y XVIII, pueden verse cuatro altares laterales, dos en el lado del Evangelio, el de San Rafael y el de la Inmaculada Concepción, y otros dos en el lado de la Epístola, el de la Virgen del Carmen y el de San Miguel. Todos ellos tienen sus plataformas rodeadas por un escalón moldurado realizado en piedra almendrilla. También tienen escalón moldurado en este material las plataformas exteriores de la puerta principal del templo y los de las dos puertas laterales, según destaca Francisco Capilla en su trabajo, en el que apunta que en fotografías conservadas de la década de 1910, figuran, así mismo, la escalinata del altar mayor.
Por su parte, la ermita de Nuestra Señora de las Angustias se bendijo en 1720 y, desde entonces, ha experimentado algunas transformaciones que no han alterado sustancialmente su estructura original. Alrededor de 1905, después de que se solara de nuevo la iglesia de El Salvador, la solería de la ermita, inicialmente de barro y muy deteriorada entonces, fue sustituida por otra de mármol blanco y negro por cuenta del Ayuntamiento que ostentaba el patronato del santuario. Al igual que en el templo parroquial, se empleó el escalón moldurado de piedra almendrilla para el desnivel entre la nave y el presbiterio, así como para la plataforma sobre la que se asienta el altar.
Por su parte, en la arquitectura doméstica en Nerja, fue a partir de mediados del siglo XIX cuando se desarrolló una arquitectura promovida por familias de propietarios pertenecientes a la élite local, que vivían en calles del centro histórico, como Pintada, Cristo, Puerta del Mar, plaza Balcón de Europa y plaza de Cavanas. «Eran casas amplias de planta baja y piso superior a las que se accedía por un zaguán, algunas de las cuales contaban con patio interior y jardín o huerto por su parte trasera. Muchas de estas viviendas han sido demolidas y sustituidas por otras de nueva construcción, pero quedan todavía en pie algunas que conservan un elemento común a todas: el escalón de la puerta principal era de piedra almendrilla», explica Capilla.
De todas ellas, el investigador destaca en su trabajo la casa número 12 de la calle Carabeo, con fachada de aire neoclásico, que hace años fue destinada a un local de restauración. «Aquí la piedra almendrilla no se reduce al escalón de la puerta principal, sino que se utiliza para el zócalo, arcos rebajados y jambas de puerta y ventanas, alféizares, imposta, fajas, cornisa y moldura de coronación del edificio, creándose un contraste cromático entre los tonos rojizos de la piedra y el blanco de los paramentos», describe.
Por último, en cuanto la arquitectura funeraria, el historiador describe los usos en el cementerio local de San Miguel, que se abrió en 1853 en las afueras de Nerja y sustituyó a otro anterior que había quedado dentro de la trama urbana del pueblo. «Ha experimentado varias ampliaciones, pero el primer patio o patio histórico es el más interesante desde el punto de vista de la arquitectura funeraria. Está dividido en dos cuadros por un pasillo central en los que se encuentran sepulturas de carácter suntuario pertenecientes a destacadas familias nerjeñas de la segunda mitad del sigo XIX y primera mitad del XX: cuatro panteones, veintiún mausoleos y una tumba», enumera.
«El que nos interesa aquí es el mausoleo de la familia Narváez, un enterramiento cuadrado con forma de mesa, bajo la cual existe una cripta para inhumaciones, con un pilar central rematado por una cruz, íntegramente construido con piedra almendrilla. Es uno de los escasos mausoleos de este cementerio de los que no tenemos documentada su fecha de construcción, aunque ya existía en 1914», sostiene el investigador en su trabajo.
Preguntado por otros usos de la piedra almendrilla en localidades cercanas, Capilla resalta que no la ha detectado en las más próximas, como Frigiliana o Torrox. Una piedra muy similar, llamada pudinga, también un conglomerado de cantos rodados, está presente en el Palacio de Carlos V, construido dentro del recinto nazarí de La Alhambra en Granada a principios del siglo XVI. Según se recogió en 2014 en un artículo publicado por el periódico 'Ideal' de Granada, de la pedanía de El Turro, perteneciente a la localidad de Cacín, se extrajeron las 64 columnas que hay en el palacio. Los conglomerados de piedra eran procedentes de los arrastres geológicos del río Cacín que permitieron la talla de los 64 fustes del palacio del emperador.
«Las columnas del palacio de Carlos V no usan exactamente la almendrilla. Todo ese tipo de rocas son conglomerados; los conglomerados de Granada son piedra pudinga que se caracteriza porque los cantos que hay cementados son redondeados; los conglomerados de Nerja son brechas (almendrilla) que se caracterizan porque los cantos son angulares en su mayoría», apunta Francisco Capilla.
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