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Eugenio Cabezas
Domingo, 23 de agosto 2015, 23:50
Álvaro Fernández Cerezo (Nerja, 7 de abril de 1981) empezó a practicar atletismo con diez años. 24 años después, el deportista más laureado de la historia del Cueva de Nerja-UMA sigue compitiendo, tratando de conseguir un sueño que sería la guinda a una carrera plagada de éxitos: la marca mínima para participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 en la prueba de los 1.500 metros.
¿Recuerda cuándo empezó a hacer atletismo?
Sí, perfectamente. Tenía apenas 10 años y fue en el mes de agosto, cuando el Club Nerja de Atletismo organizaba lo que llamaban unas Olimpiadas de Verano, en el antiguo campo de fútbol de albero. Enrique López Cuenca (vicepresidente de la Real Federación Española de Atletismo y alma máter del club nerjeño) me vio correr y me dijo que probase a ir a entrenar. Empecé y me gustó, y aquí seguimos.
¿Cuántos kilómetros ha podido correr en su vida?
Uf, no lo sé, muchos, miles. Si tienes sólo en cuenta los 9 años que estuve interno en la residencia Joaquín Blume de Madrid para deportistas de élite, con una beca del Comité Olímpico Español (COE), ahí hacía sesiones de 120 kilómetros a la semana. Pueden sumar alrededor de 80.000 kilómetros en toda mi vida. Me he pasado toda mi vida corriendo, con las zapatillas puestas y en una pista de atletismo, con muchos esfuerzos y sacrificios, renunciando a muchas cosas. Y luego está el tema de las lesiones, he sufrido dos importantes, una de rodilla y otra del talón de aquiles, que me obligaron a operarme.
¿Se corre con los pies o sobre todo con la cabeza?
En la élite te diría que se corre casi más con la cabeza. De hecho, en mi caso he tenido muchas veces problemas de estrés y ansiedad, de hacerlo muy bien en los entrenamientos, y en las eliminatorias previas pero luego llegar la hora de la final y fallar. Controlar los nervios y la tensión es lo más complicado en este mundo, en este deporte eres tú sólo contra ti mismo, no hay compañeros, es una lucha totalmente individual.
¿Qué ha sacrificado durante estos años de alta competición?
Muchas cosas, salir de marcha con los amigos, estar más con la familia, los entrenamientos son muy duros. Luego estuve casi diez años viviendo en Madrid, sólo veía a mi novia una vez al mes. Fue muy duro, pero a la vez aprendí mucho, el atletismo me lo ha dado todo, me ha enseñado unos valores y a conocer a gente maravillosa. No hay nada como el deporte.
Si volviera atrás, ¿volvería a hacerlo?
Sí, sin duda. No me arrepiento de nada. El atletismo ha sido, es y seguirá siendo mi vida. Ahora quiero intentar poner la guinda a mi carrera, voy a esforzarme al máximo para conseguir en los próximos meses la marca mínima para acudir a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, aunque sé que está muy difícil. El mes pasado hice 3.49 y fui tercero en el Andaluz al aire libre.
¿A quién le está especialmente agradecido?
A mi mujer, Ana Cerezo, porque siempre ha estado ahí, y a Enrique López Cuenca, el alma del Club Nerja de Atletismo, que es mi casa y mi segunda familia.
¿Es posible vivir del atletismo?
La verdad es que no, la cosa está muy complicada. Ahora mismo estoy en el paro. He currado seis meses en un Decathlón, en el de Guadalmar, y ahora estoy buscando trabajo de lo que sea.
Si le digo la palabra dopaje...
Es una pena. Es muy triste todo lo que está saliendo, pero lamentablemente siempre lo ha habido, sólo que cada vez las técnicas de detección son mejores. Aunque siempre habrá quien haga trampas.
¿Dónde se ve dentro de unos años, seguirá corriendo?
Sí, sin duda, de una forma o de otra. Quiero sacarme los títulos de entrenador para poder empezar a formar a chavales en la cantera.
Si su hija le dice que quiere ser atleta, ¿qué le dirá?
Que para adelante, que haga deporte, que se divierta, que aprenda, y si quiere competir, ahí estará su padre para entrenarla.
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